El festival de Sitges acogió la premiere española de ‘Terrifier 3’, la última entrega de la saga protagonizada por el silencioso pero letal payaso Art, que empieza a tener consideración de culto. La película, que sigue sus terroríficas nuevas hazañas, volvió loco al público del Auditori, pero también al de Estados Unidos, logrando un importante impacto en taquilla que ha dejado en evidencia a ‘Joker: Folie à Deux’.
Estrenada con tiempo antes de Halloween, ha preparado el terreno recaudando la impresionante cifra de 18 millones de dólares, una cifra especialmente notable si se tiene en cuenta su micropresupuesto de 2 millones de dólares. Un triunfo del marketing estratégico sí, pero que tiene que ver con el atractivo del personaje principal en el nicho de mercado del terror. Un logro aún más significativo para una película que se ha acogido a su condición de no clasificada (unrated), lo que a menudo plantea problemas de promoción y distribución.
Aunque tanto crítica como espectadores hayan respondido muy positivamente a ‘Terrifier 3’, debido a la buena conexión con el público objetivo, uno no se logra quitar nunca la sensación de que esta no llegue a ser tan fresca como su predecesora, que por cierto, en todo su recorrido recaudó poco más de 15 millones de dólares en todo el mundo. La base de fans leales ha suscitado un interés general, aunque también puede tener que ver con la atrevida elección de la película de ambientar el terror en la época navideña, lo que le añade una capa retorcida.
Gore artesano de etiqueta negra
De hecho, lo mejor de toda la película es su prólogo, una escalofriante secuencia en la que una familia es brutalmente asesinada por el payaso Art en Nochebuena, disfrazado de Papá Noel y recordando a grandes hitos del slasher como ‘Noche de paz, noche de muerte’ o, sobre todo al episodio ‘Y por toda la casa’ de ‘Historias de la Cripta’. Es casi un corto autónomo, cruel, brutal en su gore y en el que Art da más miedo cuando no aparece mucho, volviendo a sus orígenes, como había prometido el director.
Sin embargo, salvo por el nivel de violencia, ese comienzo no marca el tono del resto de la película. La trama sigue a Sienna Shaw, interpretada por Lauren Lavera, en su intento de rehacer su vida tras los traumáticos sucesos de la anterior junto a su hermano. Mientras, el payaso Art resucita y, junto con su nueva cómplice, una Victoria Heyes poseída, les persiguen sin descanso. El payaso interpretado por David Howard Thornton, sigue siendo un personaje que conecta con el público con sus gestos de desdén hacia sus víctimas, pero en esta ocasión resulta un tanto repetitivo en sus tics.
Leone, eso sí, se consagra como ingeniero técnico del gore con un buen puñado de muertes hiper salvajes, puesto que perfecciona sus alucinantes efectos especiales tradicionales para tomar el testigo de Tom Savini como rey del splatter, dejando dos secuencias, la citada inicial y la de la ducha, para los anales del slasher sobrenatural. Le resta que muchas otras escenas están descompensadas, lo que denota una notable pérdida de frescura respecto a la anterior, que aunque también tenía una duración desproporcionada no se hacía tan espesa.
Un contraste entre escenas demasiado patente
La razón es que hay demasiado momentos de traumas y dramón que cada vez parecen menos naturales en esta saga. Hay una dicotomía cada vez mayor entre la truculencia festiva y los momentos emocionales que, si bien ya existían en ‘Terrifier 2’, aquí no tienen una catarsis final que los justifiquen, quedando una pugna de dos películas muy diferentes. Incluso hay momentos de Art con su nueva amiga que caen en el tedio, a los que se le da más protagonismo del esperado, pese a que también dejen algunas imágenes curiosas, como esa cabeza del payaso alimentándose.
En cualquier caso, todo mejora cuando supedita su violencia al puro grand guignol y el espectáculo de la sorpresa en el gag gore, en esos momentos en los que Leone abraza el espíritu Herschell Gordon Lewis de la anterior aunque, como en aquella, sus momentos de sadismo más premeditado tienden a un mohíno protocolo torture porn que parecía superado y destila una crueldad con menos ingenio, lo que entra en pugna con los momentos más inspirados. Quizá el tiempo de espera entre ambas ha sido demasiado corto.
Fuera de su impacto en taquilla, ‘Terrifier 3’ no será un paso adelante significativo para la franquicia, pero mantiene la reputación de una saga que se las arregla para seguir traspasando límites, aunque queda en un lugar de punto de bisagra, ya que el enfrentamiento entre Lauren LaVera y el payaso es testimonial y lleva a un anticlímax con cliffhanger, como si fuera una serie. Los pequeños atisbos de un viaje al infierno prometen, eso sí, un final brutal y dejan una cosa clara: aunque Art the Clown Art haya perdido un poco de chispa ha asegurado su lugar en el panteón de los iconos del terror.
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