El cine de terror sobre la vejez en una tendencia actual tan discutible como efectiva. Centrados en la enfermedad mental, en las dificultades cognitivas o físicas y la dependencia, películas como ‘Relic’ han puesto en el punto de mira un problema tan antiguo como el hombre. Todos nos hacemos ancianos. El cine español no ha sido ajeno a este fenómeno con ‘La abuela’, estrenada este mismo año, pero si fue presentada el Sitges pasado, este año tenemos ‘Viejos’.
Una coincidencia en el tiempo que no tiene el mismo peso, ya que la película de Paco Plaza llegó tras una espera de dos años a causa de la pandemia, mientras que la nueva aparece solo un año después de la presentación de ‘La pasajera’, la anterior película de los directores Raúl Cerezo y Fernando González Gómez, el dúo que ha pasado de la comedia de efectos especiales pringosos al estilo de los años 80 a un aparente terror sobrenatural más serio y solemne, con la comparación inevitable con la productora A24.
Una propuesta con más de lo que aparenta
Gracias a su equipo de coguionistas, Rubén Sánchez Trigos y Javier Trigales, hay un salto cualitativo respecto a la anterior película del dúo, y además utilizan sus trucos de dirección con mucha más mesura, dejando soluciones visuales estupendas que muestran el oficio de la pareja en infinidad de cortos y trabajos previos, dejándose notar especialmente en cómo saben amplificar un presupuesto muy modesto a una experiencia a una escala diferente, incluso llevando su ambición argumental expansiva a ser creíble.
Los créditos de ‘Viejos’ nos muestran una visión microscópica del cuadro ‘Dos viejos comiendo sopa’ de Goya que nos da una pista de la dimensión de los horrores que vamos a ver. No estamos hablando de otra imitación de ‘The Taking of Deborah Logan’. La película empieza de forma contenida, conocemos a Manuel (Zorion Eguileor), un anciano en estado de shock y confusión tras el inesperado suicidio de su esposa. Preocupado por el bienestar de su padre, Mario (Gustavo Salmerón) lo acoge a vivir con su pequeña familia.
Su nueva mujer, Lena (Irene Anula) y su hija adolescente Naia (Paula Gallego) se encuentran de pronto en casa con Manuel, quien no abre mucho la boca, actúa de forma extraña, pero es cuando empieza a amenazarles a todos cuando se alarman de verdad. Mientras están preocupados por su bienestar y el de ellos, ignoran cómo otras personas mayores en la ciudad también se están comportando de manera extraña y peligrosa, a medida que la temperatura sube constantemente, la dinámica familiar se pone a prueba y se fractura aún más.
El verano más cálido de la historia
El planteamiento de ‘Viejos’ es francamente estimulante, en medio de su desarrollo tenemos un espectáculo de cambios de temperamento de Eguileor, con un elemento de humor negro que funciona muy bien dentro del primer amago de la película por abordar la idea de meter a un anciano en casa y el sufrimiento que puede conllevar para él la tensión que genera en la familia. Desafortunadamente, este ángulo está un poco forzado por el personaje de Lena, que si bien tiene una gran interpretación de Irene Anula, siempre deja la impresión de ser una conveniencia.
Su postura frente a la llegada de Manuel es tan agresiva desde el principio que el crescendo natural de la evolución de su hartazgo parece de una intensidad esquizofrénica y tampoco dialoga bien con el subtexto de las dificultades de tener a un abuelo en casa, ya que las revelaciones posteriores anulan ese ángulo del discurso. Sin embargo, todas las escenas de terror y pistas siniestras funcionan muy bien como construcción de un misterio que va más allá de lo típicamente visto en el subgénero, con apariciones magníficas en los distintos emplazamientos de edificios madrileños, tanto en interior como en exterior.
La idea de una especie de conexión entre ancianos lleva ‘Viejos’ al terreno de la literatura, más de John Wyndham que de Ramsey Campbell, que rescata una ficción de terror diferente, casi metafórica, en el que se podría hasta relacionar con obras como ‘Informe sobre ciegos’ de Ernesto Sabato, aunque todo ese ángulo acaba resultando un tanto testimonial, puesto que lo que importa a sus directores es el proceso. El guion va diseminando muchas ideas y enigmas tremendamente misteriosa, liando un ovillo quizá demasiado grande, que al final se resuelve prácticamente con una sola imagen, de forma un tanto decepcionante. La película mejoraría muchos enteros si se cortara un segundo antes.
Una resolución que empaña el conjunto
Y es que la premisa es demasiado apetitosa y llena de enigmas, tanto que invitaba a dejar todo en el terreno de lo inexplicable, y la “solución” planteada es bastante recurrente, pese a lo inesperado, y sufre un poco el “efecto corto”, en el que parece que todo lo que hemos visto se mueve hacia un sitio concreto y ese es el objetivo, no pasar un tiempo razonable en lo presentado una vez se cae el visillo, probablemente a causa del presupuesto, lo que es una lástima, ya que el clímax es excelente y pedía a gritos una bobina más.
El problema de su plano final es que el juego con los géneros desmorona un tanto la construcción de muchas escenas de terror previas, algunas pesadillas y visiones parecen de otro tipo de película de la que finalmente revela ser, el comportamiento de algunos personajes no sigue la lógica interna que seguro que había sobre el papel y la mitad de los sustos planteados no tendrán sentido en futuras revisiones, quedando una película un poco trilera, cuya solvencia en cuanto a puesta en escena, ideas espaciales y uso de técnicas como el split diopter parece enmascarar una vacilación en cuanto al tono y estilo del conjunto.
Lo que sí demuestra ‘Viejos’ es que Cerezo y González Gómez son un núcleo creativo capaz de adaptar cualquier tipo de pieza de terror a un entorno familiar y caer de pie, que es algo mucho más difícil de lo que parece, tiene el espíritu de los mejores y más ambiciosos episodios ‘Historias para no dormir’, y funciona como reverso oscuro de una conocida película de espíritu Amblin de los 80, lo cual no deja de ser una gran idea perversa que, pese a sus bifurcaciones excesivas, funciona y demuestra que en España es posible hacer buen cine de género que aspire a lo más alto.
Ver 1 comentarios