'Sinister', el rollo perdido


Un periodista (Ethan Hawke) concibe sus libros a partir de asesinatos ocurridos a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Finalmente, termina en una casa donde la tragedia es reciente. Se trata del asesinato de una familia y el periodista dará, sin haberlo pretendido, con un metraje extraño que le desvelará rincones del misterio que ignora y que son más peligrosos de lo que había pensado inicialmente.

Pocos directores cuentan con el (Dudoso) honor de lograr maestrazgo en la mediocridad permanente sin que se caracterice por nada en especial. Entre esos directores, catalogaría Scott Derrickson, cuyos créditos incluyen el telefilm para conversos cristianos con toques (nada molestos) de terror llamado ‘El exorcismo de Emily Rose’ (The exorcism of Emily Rose, 2005) cuyo sensacionalismo le dio buena vida en salas y el remake de ‘Ultimátum a la tierra’ (The Day The Earth Stood Still, 2008) una de esas superproducciones tan anodinas y olvidables que, al terminar, deseaba que la extinción de la tierra hubiera sucedido ya, por piedad.


En el año de ‘Cabin in The Woods’ (id, 2011), desterrada aquí de las salas de cine, el retorno de Derrickson adquiere relevancia como alternativa inteligente a las franquicias surgidas como Paranormal Activity, cuya barata línea de sustos devalúa un poco más el terror hiperrealista de manuscritos (digitales) encontrados y cámaras amateur o de seguridad en las que presenciamos diversas atrocidades y calamidades.

Es de agradecer la generosidad de dos críticos estupendos como Jordi Costa y Kim Newman, pero la película desaprovecha enteramente una premisa interesante y solamente anima un tanto la peripecia la servicial interpretación de Ethan Hawke.

Es muy posible que este relato, derivativo de muchos de los trabajos de Stephen King que tan bien deben conocer Derrickson y su coguionista C. Robert Margill, sea una consecuencia más o menos feliz de la infravalorada ‘Insidious’ (id, 2010) pero su repertorio de sustos y su entretenimiento no son suficientes para hacer levitar a una historia del más genuino de los clichés y de escasas sorpresas argumentales que suceden a una premisa que requería de un director visualmente más audaz o al menos con mayor sentido del desmelene.


No pasa nada, esta película aceptable y no demasiado brillante encuentra su ocasional redención en la excelente banda sonora de Christopher Young, una de las mejores que vamos a poder escuchar últimamente. ¿El resto? Otro-secreto-espantoso-que-no-queremos-saber-pero-que-en-el-fondo-sabemos. ¿Está el cine de terror cautivo y maldito por sus propios clichés y ya no puede invocar la sobrenaturalidad sin la inteligencia de antaño?

Beatriz y Mikel comparten mi escepticismo.

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