Cada vez está más claro que la Fase 4 del Universo Cinematográfico de Marvel ha optado por un diversificación de propuestas que parece menos preocupada en responder a expectativas que en tantear nuevas posibilidades. 'Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos' de Destin Daniel Cretton rescata a un personaje clásico de Steve Englehart y Jim Starlin y lo deriva a una historia con tintes mitológicos no muy distinta a lo que podemos ver hoy en las carteleras chinas.
No es una sorpresa que Marvel haya elegido un personaje oriental para darle una película unitaria, en un movimiento que sigue la corriente reciente de su cine pensado para las pantallas del gigante asiático. Si el año pasado lo intentaron con ‘Mulan’ en sus versiones de acción real, este ha tocado ‘Raya y el último dragón’ en su facción de animación 3D y finalmente, ahora toca la cabecera de Marvel. El código de apertura de la taquilla internacional está escrito en mandarín.
Un sorprendente espectáculo de artes marciales y cine fantástico asiático
La fórmula de los Marvel Estudios desde hace unos años viene siendo la de la adaptación de diferentes géneros a su propio formato. Una atomización que tiende a proyectar su material de base sobre otros arquetipos para acabar llevando todo a la misma diana. ‘Shang-Chi’ no se sale demasiado de esa receta, sin embargo, el tiro queda tan al Este que podríamos estar hablando de la película de la compañía más alejada de su granja, mostrándose más parecida al modelo de origen que a la habitual máquina de imitación de la fábrica.
La operación es utilizar los códigos del cine de entretenimiento asiático para encajarlos en la historia de origen de un superhéroe nuevo. En este universo cuenta tanto ser un astro de la ingeniería hasta el punto de crear trajes que dan poderes como encontrar tu Chí en lo profundo de una caverna para terminar en el mismo punto. Acabar tirando rayos. Pero en este camino nos da tiempo a pasar por el cine de kung fu urbano, aprender los secretos del alma del cine Wuxía y terminar despertando seres mitológicos del cine de fantasía heredero de Tsui Hark.
El director Destin Daniel Cretton adopta el espíritu de las superproducciones chinas para cincelar una espectacular nueva visión de los superhéroes con raíces en el misticismo oriental, el cine de artes marciales y los cómics más desconocidos de la casa, con lo que te puedes encontrar una escena de acción en un autobús digna de Stephen Chow, –la mejor de la película, sin duda– a una pelea en andamios que podría aparecer en una de Jackie Chan a una trama general que podría recordar a ‘El único’ (The One, 2001).
Awkwafina robaescenas
Todo se corona con un tercer acto más solemne y cercano al cine de Zhang Yimou que hace palidecer todo lo visto en ‘Mulan’ –solo ya el vibrante prólogo es mejor que aquella– y con un postre monstruoso que la acerca al fantástico más ochentero, pese a que deja demasiados puntos en común con ‘Raya’ como para que todo no se acabe sintiendo a veces como una variación de la misma plantilla de “haga su película americana con raíces asiáticas en 12 cómodos pasos y un par de dragones”.
En ese mismo pack aparecen los mayores baches del conjunto, una sobreexposición de detalles del pasado de Shang-Chi que son recreados en cada ocasión, no sin una curiosa estructura de ir pelando la cebolla, pero a todas luces excesivos en su acumulación de flashbacks que rompen un ritmo por lo demás muy sólido y nada pesado, puesto que junto a la solemnidad de los problemas familiares hay una buena cantidad de humor marca de la casa que hace que la película se eleve y se nos olvide que hay momentos en los que se toma todo demasiado en serio.
Y es que el corazón del film está en unos personajes muy bien escritos, con una Awkwafina brillante y robaescenas y el gran descubrimiento de Simu Liu como protagonista. Ambos funcionan con química en pantalla y hacen una pareja imprevisible que hace olvidar los pequeños desajustes de ritmo, o a otros personajes que no están a la altura, como Xialing. Para compensar, hay algunas apariciones sorpresa que muestran la gran capacidad del guion para abrazar el absurdo.
La fórmula Marvel en su mejor versión
Y es que el delirio que consiguen con cierto personaje permite ver claramente cómo Marvel sabe perfectamente cómo crear una cascada de gags que sirva como combustible para que la acción y las grandes escenas de espectáculo se solapen en un estado de exaltación que el estudio tiene tan bien definido. Cada vez es más fácil verle los andamios, pero lo cierto es que nunca dejan de funcionar, ofreciendo piezas sólidas de entretenimiento que podemos definir como lo de siempre con otra salsa, pero es que saben hacer demasiado bien lo de siempre como para que importe.
Con algunos sellos de denominación de origen, como las dos secuencias post-créditos, hay algunos peajes que van pesando en esta fase 4, como la indolencia frente al uso de efectos especiales rutinarios. No falta el baño de CGI que acaba dando impresión de colección de bibliotecas poco actualizadas, como la ya demasiado habitual retahíla de rayos y FX “brasa ardiendo” que va dejando impresión de pereza en el apartado visual tras los clímax de colorín a chorros y sobredosis de halos dorados en ‘Wandavision’ y ‘Loki’. La insistencia en crear un estilo idéntico en todos los filmes empieza a jugar en contra.
Pero ‘Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos’ logra esquivar otros muchos lugares comunes gracias a un planteamiento fiel a sus referentes, logrando el espectáculo Marvel más fresco y exhilarante desde ‘Vengadores: Endgame’, y haciendo que su apuesta por lo desconocido marque una pauta de cierto riesgo clave para mantener el castillo de naipes, recuperando algo de la magia de sacar un conejo de una chistera desconocida que tenían operaciones como ‘Iron Man’, y eso merece mucha más atención que el mecánico tráiler de la secuela de una de las peores películas de su filmografía.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 58 Comentarios