He de reconocer que tengo cierta debilidad —eso que los angloparlantes denominan un "soft spot"— por el trabajo del controvertido Max Landis. Es un auténtico placer devorar sin esfuerzo los guiones que se tradujeron en largometrajes como 'Chronicle', 'Mr. Right' o 'American Ultra' o, incluso, 'Victor Frankenstein' o 'Bright'; dos títulos con los que conseguí conectar sin problemas —el último me chifló— pese a desvirtuar casi por completo su material base.
Entre su también interesantísima obra no producida, figuran libretos como 'Deeper', 'Higer' o 'Trust the Police' —a los que se puede acceder sin demasiado esfuerzo tras una búsqueda en Google, y que os recomiendo leer encarecidamente—; un grupo de historias ambientadas en una única localización a las que Landis denomina "The Measures", y cuyo proceso de escritura ha analizado en un vídeo de su canal de YouTube que no tiene desperdicio alguno.
Dentro de esta colección de relatos embotellados marca de la casa se encuentra 'Shadow in the Cloud'; un electrizante viaje de poco menos de hora y media a bordo de un bombardero B-17 de la II Guerra Mundial en el que el cine bélico, el girl power más desmelenado y una premisa en clave de terror que fusila sin miramientos uno de los capítulos más célebres de 'La dimensión desconocida' se abrazan bajo la dirección de Roseanne Liang en un cóctel tan explosivo como absurdamente divertido.
Qué bien sientan las sorpresas...
En un mundo lleno de hinchadas épicas superheróicas que superan con creces la barrera de las dos horas y en las que, por norma general, el frescor brilla por su ausencia, una cinta como 'Shadow in the Cloud' se antoja como poco menos que un regalo caído del cielo. Y es que Liang y su equipo sólo necesitan 80 escuetos minutos para introducirte de lleno en su peculiar universo pulp y dejarte extasiado y con una amplia sonrisa en los labios una vez termina la función.
Dentro de los aparentemente sencillos mecanismos que mueven su narrativa, se esconde una precisión inusitada tanto al ir sucediendo los beats dramáticos y cambios drásticos —tal vez demasiado— de rumbo con un ritmo implacable y casi agotador —en el buen sentido de la palabra—, como al suprimir la incredulidad del espectador mientras se suceden set pieces imposibles que desafían ya no sólo toda lógica, sino las leyes de la física, para traducirla en aplausos y risotadas cómplices.
Entre toda la orgía de explosiones, muerte y destrucción a golpe de sintetizador —tremenda la banda sonora de Matt Jantzen—, la directora neozelandesa se las apaña para incorporar una calidez inesperada a la mezcla que refuerza las frontales —y en absoluto intrusivas— lecturas feministas del filme, canalizada por una Chloë Grace Moretz impoluta tanto en su faceta de heroína de acción implacable como al desnudar el lado más humano y vulnerable de su personaje.
Si hay algo que me invita a recomendar 'Shadow in the Cloud' con especial fervor, esa es su capacidad para sorprender; algo que cada vez cuesta más obtener de los blockbusters precocinados en grandes estudios, y que en esta pequeña y desquiciada historia de supervivencia aeronáutica está a la orden del día. Si decidís entregaros a sus muchos y mundanos placeres, no olvidéis abrocharos bien el cinturón, porque el trayecto es de lo más movidito... y puede que acabéis deseando repetir a pesar del mareo provocado por tanta turbulencia repentina.
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