Existen varias versiones de cómo esta película terminó haciéndose realidad. La más divertida de todas ellas posiblemente se la inventó el propio Orson Welles: es aquella en la que, mientras hablaba por teléfono desde un aeropuerto, y le preguntaban qué novela querría adaptar, se fijó en una ediciión barata de ‘Badge of Evil’; (error mío, notificado por el comentarista Malvado Aspersor, pues esta anécdota pertenece a 'La dama de Shanghai'), escrita por Whit Masterson (seudónimo para dos autores que escribían al alimón, Robert Allison “Bob” Wade y H. Bill Miller). En realidad, Charlton Heston, que era una estrella emergente a mediados de los cincuenta, quería como compañero de reparto a Orson Welles, y se lo impuso a la Universal. Una vez convencidos, también les propuso que fuera él quien la dirigiera, propiciando su regreso a Estados Unidos, después de filmar tres películas en Europa. Welles cogió una mala novela de policías corruptos, escribió el guión en pocas semanas, y se propuso un regreso triunfal a Hollywood que nunca tuvo lugar, porque como dijera Jonathan Swift: “Cuando aparece un gran genio en el mundo se le puede reconocer por esta señal: todos los necios se conjuran contra él.”
De modo que Welles aceptó dirigir, escribir y co-protagonizar una película en la que Heston interpretaría a un improbable mexicano, y por la que sólo percibiría un salario como actor. Todo para regresar a la industria que él sabía era la única del mundo que le proporcionaría la posibilidad de hacer realidad su inconmensurable temperamento visual. Pero una vez terminada la película, la Universal la encontró indeciblemente desagradable y confusa, la mutiló de la forma más abyecta posible, y la estrenó como un producto de baja calidad, sin apenas promoción, y echando pestes de ella. Increíble, pero cierto. Y aún más increíble la reacción de los críticos americanos, pues lo más suave que dijeron de ella fue que era absurda, hasta llegar a basura pretenciosa. Así las cosas, no es de extrañar la decadencia salvaje del cine norteamericano. Pero, en cualquier caso, ningún crítico ha podido jamás hundir una gran película (del mismo modo que ningún crítico ha podido jamás “salvar” una mala película), y desde luego no pudieron con la que, en opinión de quien esto escribe, es el filme más grande que filmó Welles en Estados Unidos, a pesar de lo caro que le resultó ser profeta en su tierra.
Cuando uno revisa los filmes noir inmediatamente posteriores o anteriores a este, es algo así como situar a Bach entre grupos de música pop actuales. Al lado del genio de Welles, los logros de algunos directores de gran talento quedan completamente eclipsados. Los Wilder, Ray, Preminger, Garnett, Huston, Siodmak, LeRoy, Wellman, Walsh, Fuller, Kubrick y otros, quedan como meros artesanos, casi aprendices, al lado del coloso que dirige ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, 1958), y sólo grandes nombres como Fritz Lang, Howard Hawks o Jacques Tourneur pueden comparársele en su genio. En su inclinación apasionada a los caracteres grandiosos, en su desmesurado mundo barroco, Welles cambia el cine para siempre, y los directores de “filme noir” contemporáneos quedan anticuados cuando se observan las imágenes de esta película, que convierte al cine en algo mucho más formidable de lo que los directores “clásicos” pudieron siquiera soñar, y quizá por eso Welles fue sistemáticamente despreciado en su país. Es el problema de poseer un sentido visual y una personalidad tan extraordinarios.
Falstaff Quinlan
Lo cierto es que no resulta fácil escribir un comentario acerca de esta supuesta “basura”, porque siendo en cierta forma la cima del cine negro, también se aleja de sus constantes en ciertos pasajes para erigirse en cine de vanguardia absoluto, en una aventura abstracta, en expresionismo dinámico. Un brutal acontecimiento catalizador, la voladura de un coche en plena frontera entre México y Estados Unidos, es el disparador de una investigación a cargo del capitán norteamericano Quinlan (Welles), y de sus hombres, observados por el policía mexicano Vargas (Heston). La trama posterior, el modo en que Vargas descubre lo podrido que está el capitán Quinlan, el destapar sus prácticas, el salvar a su mujer Susie (nunca estuvo tan sensual Janet Leigh), todo eso es lo de menos. No es más que una excusa para que Welles exponga su visión, una vez más, del abuso de poder, de la soledad del hombre, de la violencia y la sordidez como nunca antes, y posiblemente después, se había visto en el cine norteamericano.

Todo comienza, bien lo sabrán la mayoría de los lectores de esta página, con uno de los planos más famosos de la entera historia del cine. No es exactamente un plano secuencia, porque no toda la secuencia está resuelta con él, pero sí es una muy larga, de asombrosa dificultad técnica, con una grúa alucinante y docenas de extras alrededor de Heston y Leigh, orquestados como si de una sinfonía se tratase. Según Welles, esta clase de planos sólo son posibles en el cine norteamericano, gracias a los excelentes técnicos que trabajan allí. Esto es un poco cuestionable, pero lo que cabe duda es que el gran Rusell Metty (según John Baxter ninguneado por Kubrick en ‘Espartaco’, aunque ganara su único Oscar por esa película) está a la altura del Gregg Toland de ‘Ciudadano Kane’ (‘Citizen Kane’, 1941) en pericia técnica y en ambición estética. Metty, secundado por Welles, lleva hasta las últimas consecuencias los claroscuros del expresionismo alemán. Sus sombras y profundidades de campo es lo más lejos que se puede llegar sin caer en la parodia.
Con los personajes envueltos en sombras excepto en las escasas escenas diurnas al aire libre (en los interiores, aunque sea de día, todo son enormes contrastes de luz), Welles dirige a los actores con mano maestra, en un amanerado juego visual, pues los actores asemejan bailarines coreografiados por una sensibilidad experta. Al mismo tiempo, el uso de la cámara es increíblemente expresivo. Lo admirable es que tanto movimiento de cámara y tanto movimiento de actores no produce una confusión visual y sí una tremenda inquietud, que va enervando al espectador progresivamente, desquiciado por unos diálogos magistrales que se suceden con la velocidad de un tiroteo. La rivalidad natural entre Quinlan y Vargas desvela el profundo racismo del primero, para convertirse en una de las críticas más feroces contra la policía de esa frontera de que hay noticia. La política, los tejemanejes de los poderosos, el cinismo de la justicia, pero también el tesón y la perserverancia de los hombres honestos, que jamás se rinden.
La presentación de Quinlan es absolutamente brutal, parecido a un Falstaff moderno (personaje shakesperiano favorito de Welles): pendenciero, vanidoso, compulsivo, hasta cruel, pero con el corazón roto. Llegaremos a odiar a Quinlan, mientras es imposible dejar de pasmarse con el fenomenal talento interpretativo del actor. Welles sólo contaba cuarenta y tres años cuando hizo esta película, pero quizá su escarpada carrera le envejeció más que la caracterización. A su lado Heston está muy bien, muy sólido y muy creíble, aunque jamás nos creemos que sea mexicano, y mucho menos cuando chapurrea español. El resto del reparto debería estudiarse en las escuelas de casting: Joseph Calleia, Akim Tamiroff, Joanna Moore, Ray Collins, Valentin de Vargas, Mort Mills... todos ellos configuran un collage de rostros salvajes, casi demenciales. La pura imagen de la corrupción y la infamia. Y el remate final es la aparición fantasmagórica de una enigmática Marlene Dietrich en un papel antológico, en el que se limita a mirar con sus ojos insondables, y a soltar nada más que un par de frases misteriosas sobre Quinlan, cual adivinadora de otro mundo.

Ya la mera utilización de la cámara para los coches en movimiento, convierte en antiguallas de arqueología las retroproyecciones que aún se seguirían utilizando durante algunos años. Y posiblemente nunca se utilizaron las grúas de un modo tan dramático (ni los contrapicados, ni los planos inclinados), exprimiendo así las últimas gotas dramáticas de cada secuencia. Claro que la grúa habría sido menos espectacular sin los escenarios diseñados por Robert Clatworthy y Alexander Golitzen, que hacen de la frontera y de cada calle un personaje más, en un barroquismo grandioso, bañado por las sombradas de Metty, vestido de la cadenciosa y delirante música del legendario Mancini, con los bailarines-actores haciéndolo vibrar, en un todo del que no se puede extraer ningún elemento sin que sufran los demás, y que hay que gozar vinculando continuamente sus hallazgos hasta la extenuación, en un obra maestra imperecedera del arte del siglo XX.
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pilar62
Para mi, la mejor película de Welles. Me fascina especialmente como de un mal material de partida- no he leído la novela en la que se basa, pero se nota viendo la película que el material del que parte es bastante discreto- se puede hacer una gran película, "sólo" se necesita talento.
Viendo esta película, y leyendo las declaraciones de Welles de que sólo pudo realizar una pequeña parte de la filmografía que tenía en mente, me imagino las obras maestras que se nos negó. Ojalá hubiera una videoteca de Lucien, en fin...
Sobre el escaso éxito que tuvo Welles, no creo que fuera por envidia, sino por que hay visiones artísticas que se ajustan mejor a la sensibilidad de una sociedad en una época que en otra. Me explico. En aquella época se tenía, en los Estados Unidos al menos, una visión más optimista, quizás también más ingenua, del ser humano. Era lógico que las películas de Welles no gustasen, ni desde un punto de vista estético- era un "barroco" en la época en la que el gusto mayoritario era "clásico"- ni desde el punto de vista ético- Welles no tenía demasiada fe en el ser humano-. En cambio para la sociedad actual- algo más cínica- resultan películas mucho más actuales.
Te pongo un ejemplo. Chalse Chaplin. El cine de Chaplin siempre tuvo éxito entre otras cosas porque se ajustaba muy bien a la sensibilidad de su época, tanto desde un punto estético como desde un punto ético, Tuvo éxito contra las ligas puritanas, tuvo éxito cuando decidió hacer una película muda cuando todas eran sonoras- "Luces de la ciudad"- tuvo éxito cuando hizo una película vagamente socialista cuando todo lo que oliera a socialista se consideraba antiamericano-"Tiempos Modernos"- tuvo éxito en el dificil, y en su caso tardío, transito al sonoro- "El gran dictador"- pero cuando realizó "Monseur Verdoux- película que era un proyecto de Welles- tuvo un sonado fracaso de taquilla, quizás porque es donde Chaplin se acercó más a Welles. Posteriormente volvió a alejarse de él- "Candilejas"- y volvió a tener éxito.
Imaginate el final de "Luces de la ciudad" si lo hubiera dirigido Welles. Seguramente hubiera sido, muy diferente, pero igual de genial. Y no hubiera gustado tanto en su época.
PD: Por si no nos volvemos a leer, feliz año.
malpaso
No creo que nadie se ofenda al decir que esta sí es una Obra Maestra.
penitenciagite
Ese plano secuencia (que aunque técnicamente no lo sea) siguiendo el recorrido de la bomba realizado con los medios de la época es una de las cosas mas fascinantes que he visto en una pantalla de cine. Peliculón, como todo lo que salio de la mente del señor Welles, que aunque no es una de sus peliculas que mas me gustan si que es una de las mejores.
grebleipS
Pero qué grande Mancini!!!
hristo
Una de mis películas favoritas de siempre, el genio de Welles nunca brillo tanto, simplemente magistral.
scarface1992
Feliz año a todos! No he visto ninguna peli de Welles aún (sin contar a "El proceso", que la puse pero no la terminé por el aburrimiento =/), pero por lo que leo parece que esta es muy buena. ¿Debería comenzar por aquí o debo ir por la más clásica: Ciudadano Kane? ¿Qué me recomiendan?
quietman
Me pareció una buena película cuando la vi, pero supongo que tendré que revisionarla para poderla disfrutar más (como todas las grandes películas, que se ven mejor en el segundo o incluso en el tercer visionado). Aunque, sea o sea, creo que me quedo con Ciudadano Kane.
Muy buena crítica, Massanet, si es el último post del año no podías haberlo terminado mejor, y si queda algún otro...¿tendrás la amabilidad de felicitar el fin de año a tus lectores? ;)
Aprovecho para pedir disculpas por mi horrible comportamiento en tu primer post sobre Tarkovsky. Fue un mal día, y los malos días los pago despotricando en blogdecine. Y por eso, gracias por existir xD
opinosinsaber
¡Qué calor hacía en la habitación de Hotel de Janet Leigh!
Por cierto había un papel que interpretaba Zsa-Zsa "fotos no" Gabor.
Kotus
Gran post para una gran pelicula, me has tocado la fibra... yo quiero una pelicula asi hoy en dia... pero que no sea remake maldita sea!!, es mucho pedir?...
salu2
inbruges
Gran película. Yo creo que el personaje interpretado por Welles es icónico. Me encantó también el hecho de que la música que hay en la película proviene de situaciones propias de la película, tiene un nombre eso, no sé si me expliqué bien.
Para terminar.. yo pensé que esa inolvidable secuencia inicial era efectivamente un plano secuencia. Qué es lo que tiene o lo que le falta para que lo sea?
albura
Esta película es tan extraña porque no es tanto un película de cine negro como una película sobre la pérdida de inocencia y degradación moral del ser humano y el contraste entre realidad y apariencia (como suelen serlo casi todas las películas de Welles) con una leve trama de cine negro como añadidura.
La película es Quinlan, vamos.
Y además del plano secuencia del inicio tiene otros momentos de puro experimentalismo cinematográfico: el asesinato realizado por Quinlan con sus propias manos, con un montaje sincopado, una iluminación en claroscuro brutal y grandes angulares a tutiplén también merece ser estudiado en las escuelas. Pocos crímenes han sido filmados de una manera tan turbadora.
A partir de 1:40:
http://www.youtube.com/watch?v=8NrsD2dfNLs&feature=related
tamiroff
Perfecta. Las escenas con Janet Leigh en el rancho de Grandi son absolutamente memorables, con una Mercedes McCambridge que da miedo. En cuanto a Quinlan, lo define a la perfección el personaje de la Dietrich al final de la película.
J.J.DeRiomol
No puedo ni decir nada. En mi opinión la mejor película de la historia del cine. Y como director de fotografía que soy, la que mas ha influenciado mi trabajo.
MASTER PIECE!!!!
malone
El plano secuencia del comienzo de la pelicula es de estudio (yo creo) casi obligado en las escuelas de cine. La escena de la violacion es estremecedora. Vi esta pelicula hace 2 años y aun la recuerdo. El grupo de Cowboys de medianoche (garci, luis herrero, torres-dulce) la definio como la mejor pelicula de cine negro. A raiz de eso me anime a verla. es perfecta.
Malvado Aspersor
Gran reseña.
Aunque la historia que cuentas sobre el libro que coge Welles en el aeropuerto siempre la he oído yo referida a La Dama de Shangai (recordemos que en dicho film no aparece Shangai, ni siquiera se hace referencia a ella).