Quizá 'Mientras dure la guerra' era la producción española más mediática de la 67ª edición del Festival de San Sebastián, por la vuelta de Alejandro Amenábar con una ambiciosa producción, pero 'La trinchera infinita' se presentaba no solo como uno de los títulos más esperados de la sección oficial sino como una de las pocas citas realmente imprescindibles para cualquiera que acudiera a Donostia estos días con ganas de cine.
Y es que hablamos del nuevo trabajo de Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, directores de las aclamadas 'Loreak' (de Garaño y Goenaga) y 'Handia' (de Garaño y Arregi), ganadora de 10 Premios Goya. Con Antonio de la Torre y Belén Cuesta liderando el reparto, la película se presenta como un relato de supervivencia y suspense pero también como un peculiar drama romántico.
Regreso al horror de la guerra civil
Casualmente, 'Mientras dure la guerra' y 'La trinchera infinita' nos llevan a una parte de la Historia de España que aún hoy sigue resultando polémica: la guerra civil y la posterior dictadura de Franco. Pero se trata de dos propuestas tan distintas, tanto en estilo y tono como en punto de vista, que pueden considerarse complementarias y prueban que aún hay espacio para que los cineastas aporten sus visiones sobre aquellos años claves de nuestro país. Solo hay que encontrar el ángulo adecuado, y una mirada fresca.
Mientras Amenábar se apoya en la figura de Unamuno para plantear una reflexión sobre las dos Españas, Arregi, Garaño y Goenaga nos cuentan la historia de un "topo", un hombre que para poder sobrevivir decide mantenerse oculto en su casa, con la esperanza de que cesen los asesinatos y todo vuelva a la normalidad; pero también asistimos al drama de víctimas colaterales, como su mujer, cuya desgracia puede ser menos vistosa pero es igualmente terrible. Otra forma de recordar y narrar hechos históricos.
Y es que la solución inicialmente provisional se va prolongando en el tiempo a causa del miedo, y aunque piensan en huir, Higinio (De la Torre) y Rosa (Cuesta) concluyen que la única forma de seguir juntos durante la amenaza que se cierne sobre su hogar es mantener la apariencia de que ella se ha quedado sola... y esperar. Sin embargo, toda la tensión, frustración y desesperación que se deriva de la "condena" autoimpuesta a Higinio se va a apoderando de los personajes...
'La trinchera infinita': sensacional Belén Cuesta en un drama opresivo
Resulta fundamental para el funcionamiento de esta película el trabajo de los actores, y todos ofrecen un estupendo nivel, tanto los principales como los secundarios se muestran muy convincentes. La única queja por mi parte reside en el acento de Antonio de la Torre, que en ocasiones suena algo forzado; el maquillaje necesario para transformar a Higinio también resta algo de fuerza a su interpretación, aunque el malagueño se las ingenia para dar vida a su personaje con el talento habitual, a veces con una simple mirada.
Una extraordinaria Belén Cuesta es quien acaba destacando y comiéndose la pantalla, cargando sobre sus hombros el peso de algunas de las escenas más crudas del matrimonio. Un acierto de los cineastas es profundizar en la relación y no ofrecer un retrato fácil sino alzar cuestiones sobre la decisión de los protagonistas y sus comportamientos (como la aparición de los celos). ¿Es él un héroe o un cobarde? ¿Es justo para ella sufrir esta condena? ¿Cómo aguantar sin enloquecer?
Los realizadores se muestran muy hábiles planteando estos conflictos con la ayuda de sus intérpretes, sobresaliendo el uso del sonido y el fuera de campo para crear suspense y sumergirnos en instantes de pesadilla. Son las escenas más logradas de una película que pierde capacidad de impacto por la estructura y el extenso metraje (147 minutos), provocando que en ocasiones uno se siente como los protagonistas: esperando que pase algo.
Dicho eso, 'La frontera infinita' se mantiene eficaz e interesante hasta el final. Oh, y tiene uno de los comentarios sobre Franco más divertidos que se han hecho jamás en una película.
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