Venía a comentar uno de nuestros lectores el viernes pasado en la entrada de este especial de Ridley Scott correspondiente a 'Robin Hood' (id, Ridley Scott, 2010) que no es que el tiempo ensalzará las virtudes de las producciones del director británico sino que el paso del mismo servía en cierto modo para mitigar las feroces críticas con las que muchos nos ensañamos cayendo en las ¿inevitables? comparaciones de cualquier nuevo filme suyo con las glorias de 'Alien, el octavo pasajero' ('Alien', 1979) o 'Blade Runner' (id, 1982).
Y si bien hay mucha verdad subyacente en tan elocuente razonamiento, creo que, en el caso que hoy nos ocupa, intentar valorar de forma objetiva —todo lo objetiva que puede ser una valoración personal, puntualizo— 'Prometheus' (id, Ridley Scott, 2012) era, sigue siendo y será, un ejercicio de futilidad cuando este postergado nuevo acercamiento al universo de los xenoformos que llevaron a la fama al cineasta llevaba años en boca de todos los aficionados al cine y, fácilmente, se elevaba como la película más esperada de 2012, de este lustro y, probablemente, de lo que llevamos de siglo XXI.
En el principio...
Y lo cierto es que 'Prometheus' no empieza nada mal ni con ese prólogo situado antes de que el hombre hollara la Tierra en el que vemos por primera vez a los Ingenieros, ni con todo el tramo inicial de la cinta en el que se nos va presentando a los personajes principales y que tantas concomitancias guarda para con el arranque de la acción que veíamos a bordo de la Nostromo hace treinta y seis años. De hecho, lo prístino de la fotografía, la elegancia de la partitura de Marc Streitenfeld y la espléndida dirección de Scott sólo arrojaba presagios muy positivos a lo que tuviera que trascender en el resto del metraje.
Desgraciadamente, todo comienza a irse al traste en el momento en que la expedición galáctica a bordo del navío que da nombre al filme arriba a su destino, el planeta LV-223, un cuerpo celeste hasta el que se ha llegado gracias a unos mapas estelares ocultos en pictogramas de diversas épocas que se remontan a la prehistoria. Como digo, hasta ese momento la cinta no da señales de terminar siendo el desastre al que poco a poco se va aproximando, y ya aquí comienzan a despuntar las fortalezas que se mantendrán incólumes a lo largo del metraje con el inmenso Michael Fassbender a la cabeza.
Robaescenas por excelencia que se merienda a todos los que se le ponen por delante en la cinta, la inquietante presencia del actor alemán —que tiene claro como sacar partido al hecho de que todo aquél que haya visto alguna de las entregas de la saga 'Alien' sabe de qué pie cojean los androides creados por la Weyland-Yutani—, es de las pocas constantes que se mantienen a flote en un barco que, desde que se adentra en los oscuros pasillos de la pirámide del LV-223, comienza a moverse con un rumbo cada vez más errático hasta que, llegado el momento, lo pierde por completo.
Damon Lindeloff. No hace falta decir más
Supongo que a estas alturas, cualquiera que en su momento asistiera con impávido horror a lo que el guionista de 'Perdidos' ('Lost', 2004-2010) concretaba para 'Prometheus' conocerá este artículo. Si no es así, recomiendo —previo visionado de la cinta, claro— una lectura comprensiva del mismo por cuanto en él se apuntan, UNO a UNO, todos los potenciales errores, faltas, carencias y sinsentidos de un libreto que, lejos de intentar ocultar sus muchas fallas, las expone descarnadas para la mofa y el público escarnio.
Vale que, si nos ponemos, se puede desmontar hasta el más sólido de los guiones —ahí están para demostrarlo los chicos de 'Big Bang Theory' (id, 2007- ) y su reducción al absurdo de la primera entrega de las aventuras de Indy — pero es que, en el caso de 'Prometheus' es tan fácil, hay tantos momentos en los que apoyarse y tamañas son las flaquezas por las que se pasea desvergonzada que, o bien aceptas todas y cada una de ellas o, como es el caso de toda esa legión de espectadores que esperábamos un nuevo 'Alien', terminas por no querer volver a verla en tu vida.
Diálogos absurdos, situaciones de chiste, personajes del tebeo y momentos que hacen que uno tenga que mirar para el lado presa de una incontenible vergüenza ajena son sólo la punta del iceberg de un trabajo por el que el guionista recibió airadas críticas. Que las merecía es, bajo mi punto de vista, algo incuestionable. Que aún así hay muy buenas ideas bien desarrolladas a lo largo del metraje, también. Que gran parte de las citadas críticas se debían a ese problema de las expectativas del que hablaba la semana pasada, es una verdad "impepinable".
'Prometheus', enorme Scott
Dejando de lado lo que el guión de Lindeloff no llega a alcanzar, es 'Prometheus' una de las mejores y más brillantes muestras de lo que la dirección de Ridley Scott puede llegar a ofrecer al espectador incluso contando con la severa desventaja de no poder apoyar su trabajo en una historia que se desarrolle en mejores términos. Dicho de otra manera, si sólo tuviera que atenerme a valorar el trabajo del británico tras el objetivo y los muchos aciertos artísticos de la cinta —pasaremos por alto el horrible diseño del alien de turno— estaríamos hablando de un filme que roza lo sobresaliente.
La extrema elegancia con la que Scott filma todo el conjunto devuelve al mismo director que todos adoramos gracias a sus dos obras maestras, esas que parecen insuperables y que, si lo son, no es por mérito exclusivo de su capitán. Muestras de ello, del buen hacer del cineasta tras la cámara, las encontramos diseminadas por la práctica totalidad del metraje, desde su evocador inicio, pasando por la precisa construcción de atmósferas de la que vuelve a hacer gala tanto en la pirámide como en el interior de la Prometheus y, por supuesto, por el pulso con el que sigue rodando las secuencias de acción diseminadas por el filme.
Un filme sobre el que, en definitiva, la calificación de decepcionante no debería caer como pesada losa que nos impidiera ver sus muchos valores: por supuesto que no estamos hablando de una cinta perfecta ni, mucho menos, de la precuela que 'Alien' hubiera merecido —cuidado, merecido, nunca necesitado— pero creo que, cuando pasen unos cuantos años más y las iracundas opiniones acerca de ella se hayan apaciguado, muchos serán los que redescubrirán un filme al que, contra todo pronóstico, no le habrá sentado tan mal el transcurrir del tiempo. Quizá me equivoque, quizá no...sólo el futuro tiene la respuesta.
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