'Prometheus' con alma. Si bien esa es la mejor definición que a priori se me ocurriría hacer sobre el EXCELSO espectáculo que Ridley Scott nos ha regalado con la que, creo, es una de las TRES MEJORES películas que ha rodado a lo largo de su trayectoria; lo cierto es que por muchas concomitancias que podamos encontrar entre la cinta que se estrenaba el viernes pasado y aquella con la que muchos nos tiramos de los pelos hace tres años, aún mayores son las diferencias que terminan estableciendo a las dos horas y veinte de 'Marte (The Martian)' ('The Martian', 2015) como el vehículo perfecto para reconciliarnos, y de qué manera, con el realizador británico.
Tendríamos que remontarnos a 15 años en el pasado, al momento en que Scott estrenó 'Gladiator' (id, 2000) para encontrar un título por él firmado que nos hubiera transmitido sensaciones de asombro y congoja similares a las que dimanan de esta aventura espacial, y aun habría que matizar que dichas sensaciones no le llegan ni a la suela del zapato a lo que el casi octogenario cineasta ha logrado poner en pie en una producción que es un constante dechado de virtudes cinematográficas en casi cualquier disquisición cinematográfica que pudiéramos tener a bien considerar. En otras palabras, que hablar de 'Marte' en términos de OBRA MAESTRA, no es descabellado.
Asombro técnico, belleza visual
Lo dije en su momento cuando dediqué mi atención en el especial a la polémica precuela de 'Alien, el octavo pasajero' ('Alien', 1979): si había algo que era de todo punto irreprochable en 'Prometheus' era su factura visual. Una factura que podía achacharse al equipo de diseño de producción al completo, al de efectos visuales y, por supuesto a la espectacular dirección de Ridley Scott. Y esos mismos valores, inexistentes por ejemplo en la muy olvidable 'Exodus: Dioses y reyes' ('Exodus: Gods and Kings', 2014) son los que vuelven a hacer aparición en 'Marte' a un nivel que está por delante del 95% del cine que hemos visto en lo que llevamos de 2015.
Es más, a falta de saber lo que nos ofrecerán las cinco o seis producciones más esperadas de lo que queda de año, me atrevería me atrevo a afirmar sin duda que, sólo por detrás de 'Del revés' ('Inside Out', Pete Docter y Ronaldo Del Carmen, 2015) en el conteo general, es 'Marte' la MEJOR película de imagen real que se ha estrenado entre nosotros en estos diez meses que están a punto de cumplirse de 2015. Un hito que creo pone de relieve la suma precisión con la que Scott y todo su equipo han tratado esta historia de supervivencia en el hostil entorno de la superficie del cuarto planeta del Sistema Solar.
Un planeta que hasta ahora había servido de telón de fondo a alguna que otra producción poco afortunada de ciencia-ficción —y de todas ellas sólo salvaría, porque me parece un filme fantástico y muy reivindicable, la traslación que hizo Andrew Stanton de las aventuras de John Carter— y que aquí encuentra en los escenarios naturales de Jordania, en las espectaculares composiciones digitales de las varias compañías de efectos implicadas y en la asombrosa fotografía de un Dariusz Wolski sobresaliente la más asombrosa visión que se haya visto hasta el momento en una pantalla de cine de nuestro vecino estelar.
Con Pietro Scalia ejecutando un montaje preciso que somete al avanzar del metraje a una fluidez extrema capaz de imprimir en el espectador la sensación de estar ante un mecanismo de relojería carente de imperfecciones, es en Scott donde volvemos a encontrar mayores motivos para dejarnos maravillar desde la comodidad de la butaca: aprovechando al máximo el formato panorámico con unas composiciones limpias y meticulosamente planificadas, la elegancia del británico vuelve a aflorar en los 142 minutos que van desde el arranque con la tormenta hasta el final en el centro de formación de la N.A.S.A, no existiendo —o al menos así me lo parece— nada que pudiera ser eliminado para un mejor funcionamiento de una cinta que, además, resulta científicamente creíble en todo momento.
'Marte (The Martian)', elogio de ciencia, oda a la vida
Sin que ello implique una precisión del 100% en cuanto a lo que vemos en pantalla pudiera ser real —a fin de cuentas, nos encontramos frente a una ficción— es ese esfuerzo por resultar creíble a ojos de los espectadores el que habla con mayor intensidad del mensaje que con más potencia destila el discurso de 'Marte': el poder de la ciencia y la capacidad humana para, apoyándose en ella, no dejarse vencer por las adversidades. Quizás en aras de trasladar dicha idea, otras como la completa exploración de la situación de total soledad y confrontación con la muerte por la que pasa el personaje de Matt Damon se queden por el camino pero, sinceramente, no se echan en falta.
De hecho, creo que las críticas que apuntan precisamente a ello, a que 'Marte' falla por renunciar a una vertiente más dramática del relato, se equivocan al no ser capaces de ver que el interés del filme se vuelca casi por completo en tender la mano al respetable para llevarlo a un viaje alucinante como sólo el cine sabe ofrecerlo a un mundo que nunca ha sido tan bello. Y para conseguirlo, la íntima adaptación que Drew Goddard hace de la novela Andy Weir refleja la combinación entre ciencia, ciencia-ficción, dramatismo y humor que cabía encontrar en las páginas de la novela.
Eso sí, de poco habrían valido los denodados esfuerzos descritos hasta ahora si Scott y sus dos directoras de cásting hubieran fallado en la elección de un actor con el suficiente carisma como para salir airoso de soportar el muy alto porcentaje de metraje que sobre él descansa. Y ahí es donde Matt Damon nos deja completamente obnubilados, descubriéndonos facetas interpretativas que hasta ahora nunca le habíamos visto y cargando sobre sus hombros una tarea titánica de la que sale airoso en los diferentes recovecos emocionales de su personaje, ya sea en su indomable determinación, en su sentido del humor o en esos momentos en los que debe afrontar el alcance de su situación.
De la misma manera, aunque con una amplitud más limitada dado su menor protagonismo, el resto del reparto consigue, de una parte, anclar a la realidad lo extremo de las diversas situaciones que jalonan el metraje y, de la otra, completar el variado muestrario en el que se apoya la cinta para trasladarnos ese mensaje de optimismo ante la adversidad, de unión contra las diferencias y de lo indómito del ser humano en el que de forma directa o indirecta incide una y otra vez el maravilloso viaje que Ridley Scott nos propone con 'Marte'.
Un viaje que embelesa e incita a soñar, con más intensidad que nunca, con ese día en que la humanidad consiga, como ya lo hiciera Neil Armstrong en la Luna, hollar la tierra encarnada del planeta rojo y abrir el siguiente capítulo de la fascinante exploración sobre los misterios que rodean a la vida fuera de nuestra atmósfera. Mientras eso ocurre —y será algo que no creo que ninguno de nosotros lleguemos a ver— el brío y nervio de Ridley Scott nos abren aquí una ventana inigualable. Sólo hay que asomarse a ella y disfrutar de, y me repito, el más sólido espectáculo visual que nos ha llegado desde Hollywood en 2015. ¿Habrá quién lo supere?
Otra crítica en Blogdecine | 'Marte (The Martian)', magnífica
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