Como reza el titular de esta entrada, 'Los impostores' ('Matchstick Men', Ridley Scott, 2003) es una rareza en la filmografía del cineasta británico objeto de este especial. Y lo es por dos motivos fundamentales. Primero, por pertenecer a un género, el de la comedia —matizada con ciertos tintes agridulces, pero comedia a fin de cuentas— al que Scott no se había acercado hasta entonces. Y segundo, y más importante, porque la cinta huye de la práctica totalidad de lo que hasta entonces se podrían haber considerado como características más o menos estables en la filmografía del responsable de 'Blade Runner' (id, 1982).
Entre estas características que brillan por su ausencia en la cinta que hoy nos ocupa encontramos, de una parte, el hecho de que la vocación del filme no pase por el filtro comercial bajo el que se podrían observar la práctica totalidad de las producciones de Scott; de la otra, el que el director ignore aquí la sempiterna búsqueda de belleza plástica que encontramos en TODA su filmografía previa y se centre en narrar la historia con los mínimos elementos a su disposición sin preocuparse, más allá de la corrección, de la fotografía, el montaje o la dirección artística.
El resultado es, como digo, un filme que de no ser por la existencia de 'Un buen año' ('A Good Year', 2006) podría considerarse como un momento de experimentación con fórmulas ajenas que no tuvo continuidad en los intereses del cineasta. El motivo de que Scott se decantara por esta pequeña y simpática película lo podemos encontrar en la coincidencia del deseo del artista de no alejarse por un tiempo de su residencia en Los Ángeles con el que la pre-producción de 'Tripoli' —un drama bélico de corte épico-histórico que se habría acercado al conflicto entre Estados Unidos y Libia de principios del s.XIX— se había estancado sin remisión.
La fusión de ambos factores provocó que Scott terminara aceptando la propuesta de la Warner de rodar una cinta cuyo proceso de producción fue como la seda —anticipándose el director en muchas ocasiones al planning inicialmente previsto— y que es destacable tanto por la naturalidad que este relato de timadores y timados derrocha de principio a fin como por lo ajustado de las interpretaciones de su trío protagonista, unos Nicholas Cage, Sam Rockwell y Alison Lohman que, con tremenda habilidad, provocan la inmediata simpatía por parte del espectador.
Unas simpatías que en cierto modo quedan potenciadas por lo invisible de la dirección de Scott —de nuevo, esta es la cinta del británico que menos se parece a cualquier otro título de su filmografía— y en la decisión del cineasta, ineludible por otra parte, de hacer descansar el peso del metraje en la labor de sus tres estrellas. Una terna que deja un magnífico sabor de boca, algo esperable si es a Lohman o Rockwell a quiénes nos referimos pero que en Cage resulta toda una sorpresa, ajustándose a la perfección los histrionismos propios del insoportable actor al papel del timador con T.O.C.
Poca relevancia comporta pues el que, llegado el momento, la cinta —por mucho que se afane en evitarlo— revele a la legua el giro argumental de su tramo final cuando es el trayecto, lo bien que se lo pasa uno con los engaños y timos ideados por Eric García en su libro y Nick y Ted Griffin en su guión lo que se saca de positivo de 'Los impostores'; un filme que no podrá ser considerado ni como hito del séptimo arte ni como parte de lo mejor de la filmografía de su máximo responsable...ni falta que le hace.
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