Ridley Scott impresiona pero no emociona con 'Napoleón', una nueva exhibición formal que demuestra la importancia del montaje al moldear narrativas

Ridley Scott impresiona pero no emociona con 'Napoleón', una nueva exhibición formal que demuestra la importancia del montaje al moldear narrativas

Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby encabezan un nuevo biopic marca de la casa Scott

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Desde hace una buena temporada, y tras mantener una conversación de lo más interesante con un buen amigo guionista, defiendo a capa y espada la idea de que opinar sobre el libreto al escribir una crítica o evaluar un largometraje no tiene ningún tipo de sentido; y el motivo de esto se encuentra en un hecho irrefutable: el texto definitivo impreso en papel se reescribirá dos veces más antes de que el producto final llegue a nuestras pantallas.

La primera reescritura la hacen el director y los actores durante el rodaje, moldeando en el set las líneas de diálogo y las escenas firmadas por el escriba. La segunda y, por norma general, más severa, se efectúa en la sala de montaje, donde el equipo de edición puede llegar a alterar por completo diferentes elementos que figuraban en el guión, incluyendo partes elementales como su estructura, pudiendo deshacerse de escenas e, incluso, de subtramas enteras.

El mejor ejemplo reciente que podemos utilizar para ilustrar esto, al menos teóricamente, es la 'Napoleón' de Ridley Scott. Desde que trascendió que su montaje original de cuatro horas y diez minutos se redujo hasta las dos y media para su estreno en cines, comencé a tener unas dudas sobre la solidez del proyecto que, finalmente, he terminado confirmando; y es que este recorte, lejos de ser invisible, ha terminado reflejándose en una narrativa que no hace justicia a la inmensa ambición del título ni al talento de su máximo responsable.

A toda mecha

Si algo ha demostrado Ridley Scott desde el principio de su longeva carrera, que ya se extiende durante 46 prolíficos años, es tener un talento único para dar forma a imágenes de una fuerza inigualable, ya sea en clave de ciencia ficción con obras cumbre como 'Alien' o 'Blade Runner', en apuestas bélicas como la impecable e inmersiva 'Black Hawk derribado' o en su extraordinaria incursión en el pospéplum de diseño con 'Gladiator'.

Como no podría ser menos, el caso de 'Napoleón' no es una excepción a esta norma. El cineasta y el director de fotografía Dariusz Wolski, con quien ya ha colaborado en cintas como 'Marte' o 'El último duelo', han logrado capturar algunas de las secuencias de batalla más arrolladoras que hayamos visto en mucho tiempo en la gran pantalla y que compiten frente a frente con anteriores y celebrados biopics previos sobre la figura histórica protagonista.

Napoleon Appletvplus

El gran problema es que estos fragmentos, entre los que destacan unas batallas de Austerlitz y Waterloo que hacen a la película digna candidata a arrasar en los apartados técnicos de la temporada de premios, no encierran ninguna emoción tras sus sobrecogedores grandes planos generales y su encarnizada violencia. ¿El motivo? La falta de una conexión entre personajes y público para que cada cañonazo y golpe de bayoneta suponga algo más que una oportunidad para exhibir músculo formal.

Como comentaba, en su camino hacia la proyección en salas, 'Napoleón' ha perdido una hora y media de metraje, afectando a una progresión dramática que se antoja demasiado desalvazada, fría y, por momentos, carente de alma. Esto impide un correcto desarrollo de personajes y conflictos que hace complicado empatizar con ellos, y que reduce la película a una tosca colección de escenas, conectadas gracias a intertítulos informativos y al uso de una voz en off en clave epistolar, que se suceden estimulando retinas mientras esquivan corazones.

Puede que se reduzca a la simple conjetura, pero tengo la sensación —y la plena confianza— de que la versión de cuatro horas y diez minutos que llegará a Apple TV+ en el futuro cumplirá con las expectativas iniciales que había volcadas sobre el proyecto y hará justicia a la fantástica labor de Vanessa Kirby y, sobre todo, de un Joaquin Phoenix que extrae oro de un papel más grotesco, deleznable y casi caricaturesco de lo que cabía esperar.

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