Parecía que 2013 iba a convertirse en un gran año para los amantes del cine de ciencia ficción, ya que en Hollywood habían apostado por el mismo para dar forma a alguno de los blockbusters más llamativos. La pena es que la realidad ha sido mucho menos excitante de lo que esperábamos, ya que ninguna de ellas ha acabado convirtiéndose en la gran película que todos hubiésemos deseado que fueran. Eso no quiere decir que careciesen de elementos de interés, pero nos estábamos frotando las manos ante los manjares que nos esperaban y ninguna ha conseguido deslumbrarnos. La última gran esperanza que nos queda es ‘Gravity’ (id, Alfonso Cuarón, 2013) y todo apunta a que será la única que no nos decepcione.
Lo más curioso del tema es que entre tanto mastodonte con presupuestos superiores a los 100 millones de dólares había una cinta mucho más pequeñita que rara vez era mencionada por algún no amante de una franquicia que se había iniciado de forma muy prometedora con la notable ‘Pitch Black’ (id, David Twohy, 2000), pero que luego había caído a los abismos con la olvidable ‘Las crónicas de Riddick’ (‘The Chronicles of Riddick’, David Twohy, 2004). El propio Vin Diesel tuvo que hipotecar su casa para que ‘Riddick’ (id, David Twohy, 2013) pudiera rodarse, y no podría alegrarme más de ello, pues estamos ante un notable regreso al tono marcado por la primera entrega que además ha sabido convertir sus limitaciones en una virtud.
Una película a pequeña escala
Nunca tendré problemas con que una franquicia cinematográfica sea ambiciosa y quiera ampliar su universo en sus nuevas entregas, pero esto tampoco es necesariamente algo bueno, porque no todo el mundo tiene la capacidad de manejar igual de bien toda historia y David Twohy no dio la talla en ‘Las crónicas de Riddick’. Me consta que es una película que tiene unos cuantos seguidores, pero en mi caso llegó un punto en el que lo único que quería era que se acabase lo antes posible. No sé hasta qué punto será producto de la falta de medios o de haberse dado cuenta de sus errores, pero en ‘Riddick’ se vuelve a apostar por una historia más sencilla y mucho mejor acotada.
Si nos paramos un segundo a ver la excusa argumental de ‘Riddick’, veremos que es claro, sencillo y directo: Nuestro antihéroe ha sido dado por muerto y se encuentra en un planeta habitado por monstruosas criaturas que pueden acabar con su vida. Sin embargo, consciente de que han puesto precio a su cabeza, manda un mensaje de auxilio para luego poder hacerse con una nave y escapar de allí. Como es obvio, el plan se complicará y las monstruosas criaturas acabarán haciendo acto de presencia. Además, Twohy acierta al dividir la película en tres partes bien diferenciadas —Riddick en solitario, la llegada de los mercenarios y las disputas con ellos y la llegada de los monstruos— sin que en ningún momento parezca algo forzado o excesivamente premeditado.
A lo que no está dispuesto a renunciar David Twohy es a la creación de un planeta atractivo a la vista, tanto por su morfología y las criaturas que allí habitan como en su acabado visual. Es ahí donde ocasionalmente se notan las limitaciones presupuestarias de ‘Riddick’, porque hay varias escenas en las que se nota el artificio visual al que se ha recurrido para hacerlo todo más sugerente. No son tan numerosos o molestos como para suponer un lastre demasiado pesado, pero están ahí y son innegables. Por lo demás, Twohy ha obrado un pequeño milagro con el dinero que tenía a su disposición y la película parece que ha costado fácilmente el doble, permitiéndose pequeños lujos como la batalla a muerte en un alto.
’Riddick’ es muy entretenida
Al final acaba importando poco el ingenio mostrado para la creación de su propio universo si la historia no consigue engancharnos y acabamos aburridos en nuestra butaca. Eso no sucede en ‘Riddick’, tanto por la inquebrantable implicación demostrada por Diesel —su gran éxito es la saga A todo gas, pero es en ésta otra donde ha sabido combinar mejor carisma y saber estar con talento interpretativo—, quien disfruta de lo lindo ejerciendo como uno de los mejores antihéroes de los últimos años, como por los esfuerzos de Twohy —hay un puñado de escena mucho más espectaculares que la mayoría de explosiones propias del blockbuster de turno— y la eficacia del resto de integrantes de su reparto.
Por un lado tenemos a Jordi Mollá dando vida al típico villano despreciable, pero está especialmente convincente y encaja muy bien los golpes de Katee Sackhoff, una de las pocas actrices de Hollywood con cierta popularidad que me creo que podría tumbar a golpes a casi cualquiera. Eso sí, Twohy no se olvida de que es una mujer, tanto para ofrecer un par de estupendos one-liners a Diesel —muy inspirados todos los que le regala Twohy— como para mostrarnos el primer e inesperado desnudo de su carrera. Los demás pasan algo más desapercibidos —lamento deciros que Karl Urban apenas hace acto de presencia durante uno o dos minutos—, ya sea por contar con un personaje algo más endeble y demasiado evidente en sus motivaciones —desapercibido Matt Nable— o porque sencillamente no cuentan con material con el que dar más de sí.
Ya os he hablado de la división en tres partes de ‘Riddick’ y lo mejor de todo es que parece haberse cuidado casi al segundo lo que cada una de ellas debería durar para que el espectador no empiece a cansarse de lo que tiene ante sí. Primero conocemos el planeta, hay más espacio para lo visual y para que el público conozca o se reencuentre con Riddick. Acto seguido pasamos a una lucha de poder en la que conocer un poco a los mercenarios antes de crear una guerra en la sombra con el protagonista. Ya sabéis, los personajes van desapareciendo, pero de formas distintas para no caer en la redundancia e incluso se nos regala un gran momento de tensión —la apertura de la caja fuerte—. Luego llegan los monstruos y ahí ya me acordé bastante de ‘Pitch Black’ sin que en ningún momento pareciera una copia o un variación con poco que aportar.
No quiero induciros a engaño y que penséis que ‘Riddick’ es una película estupenda que nadie debería perderse, ya que muchos de sus aciertos podrían haberse perfilado un poco más, pero lo que sí me gustaría dejar claro es que estamos ante una de esas películas en las que quizá no haya ninguna escena o diálogo —quizá alguna salida fuera de tono por parte de Vin Diesel, pero no creo que trasciendan hasta tal punto— que vaya a ser particularmente recordada dentro de unos años, pero sí tenemos un conjunto muy consistente en el que todo encaja a la perfección y no se quiere ser más de lo que se es. Un ejemplo de buen cine de ciencia ficción como ya lo fue ‘Pitch Black’ en su momento, ni más, ni menos.
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