Recién salido del desastre que había sido 'Asesinos' ('Assassins', 1995), Richard Donner volvía a tener sobre su mesa varias opciones en las que poder centrarse de cara a su futuro más inmediato como realizador. En primer lugar estaba 'The sea kings', un filme de piratas escrito por William Goldman con Barbanegra como protagonista que llevaba casi dos décadas dando vueltas por los estudios de Hollywood sin que ninguno se decidiera a financiarla. Pero con los fiascos de 'Waterworld' (id, Kevin Reynolds, 1995) y 'La isla de las cabezas cortadas' ('Cutthroat Island', Renny Harlin, 1994) aún muy recientes en la memoria de la meca del cine, estaba claro que no era el momento de embarcarse en otro filme en alta mar.
La atención de Donner se desviaría entonces al drama deportivo 'Playing hurt', un filme centrado en las aventuras de un equipo profesional de fútbol americano que, tras la marcha del cineasta, terminaría convirtiéndose en 'Un domingo cualquiera' ('Any Given Sunday', 1999) de la mano de Oliver Stone, conservando Donner, que ya había empezado a desarrollar ideas, crédito como productor ejecutivo. El responsable de que Donner se alejara de la cinta había sido Brian Helgeland, el guionista que había pulido el libreto de los Wachowski para 'Asesinos' y que andaba dando los últimos retoques a un thriller llamado 'Conspiración' ('Conspiracy Theory', 1997) que inicialmente el cineasta consideraría más apto para la televisión que para el cine.
Convencido por Joel Silver de lo contrario, lo que la cinta necesitaba, según director y productor, era una pareja de estrellas a prueba de bombas que sirvieran de reclamo sobre la historia de un paranoico taxista que cree que todo lo que sucede en el mundo forma parte de diversas conspiraciones hasta que un buen día una de ellas comienza a hacerse demasiado real y su vida, y la de la abogada de la que está enamorado en secreto, empiezan a correr grave peligro.
Recién salido de la oscarizada 'Braveheart' (id, 1995) y con 'Rescate' ('Ransom', Ron Howard, 1996) aún pendiente de estreno, Mel Gibson no tenía ninguna prisa en dar su brazo a torcer para protagonizar el proyecto que sus amigos Dick y Joel tan efusivamente le estaban vendiendo. Convencidos de que necesitaba un pequeño empujoncito para decidirse, Silver se llevó a un equipo de carpinteros a las oficinas de Icon —la productora de Gibson— y "amenazó" al actor con clavarlo a la pared si no aceptaba participar en el filme. Noventa minutos después, la estrella claudicaba y la cinta ya tenía a su primer protagonista. Pero faltaba la segunda.
Aunque la idea de trabajar con Gibson le atraía, así como la de ponerse a las órdenes de Donner, Julia Roberts también mostró ciertas reticencias iniciales a trabajar en el filme. Y como ya habían hecho con el que sería su partenaire, el tándem formado por director y productor, con la adición del protagonista masculino, citaron a la actriz en la suite del hotel neoyorquino donde se alojaba Donner y, tras una encerrona en la que le comunicaron que no la dejarían salir a no ser que su participación estuviera confirmada, Roberts espetó un "¡Qué demonios!" para que, acto seguido, una banda musical entrara en la habitación tocando una victoriosa marcha.
(A partir de aquí, spoilers) Con las dos estrellas a bordo, y la adición de Patrick Stewart en el papel del Dr. Jonas, el villlano del filme, las positivas prospecciones sobre el éxito del mismo parecían garantizadas por una trama que conectaba con el imaginario del público norteamericano a través de las teorías conspiranoicas que tanto gustan al otro lado del charco. Pero para Donner, el encanto real de la cinta residía en la inusual historia de amor que presentaba el guión de Helgeland entre Jerry Fletcher y Alice Sutton.
Frases como "el amor te da alas" o "el amor permite que veas cosas que no verías normalmente" se habían ganado al romántico empedernido que, en alguna ocasión durante este especial, he dicho que siempre ha sido Donner, y el director veía la película no como un thriller o un filme de acción sino como un romance poco convencional a la manera de lo que en su momento había sido 'Lady halcón' ('Ladyhawke', 1985) —filme que, en uno de esos guiños visuales que al director tanto gustan, se proyecta en un cine en el que se esconde Jerry huyendo de los "malos"—.
Con un rodaje que transcurrió, como ya pasara con el de 'Maverick' (id, 1994), entre las constantes bromas de Mel Gibson para con su co-estrella —el primer día de rodaje el actor le mandó a Roberts una suntuosa caja de regalo que contenía una rata congelada—, 'Conspiración' pone de nuevo de manifiesto la merecidísima reputación de Donner como director de actores, una fama ganada a pulso con los años gracias al respeto con el que el cineasta siempre ha tratado a sus estrellas, apoyándolas en todo lo que necesitan y, en no pocos casos, actuando como una figura paternal.
Y eso es algo que, en cierto modo, todas las cintas del realizador en general y 'Conspiración' en particular han terminado mostrando: una buena parte de la química que se crea entre Gibson y Roberts desde el primer momento en que comparten plano es responsabilidad de un director que, como ya hemos visto muchas veces antes, hace de la claridad narrativa su mayor virtud —vuelven a ser brillantes las contadas secuencias de acción— de cara a un filme que, no obstante, aqueja evidentes dolencias en lo que al desarrollo de la trama se refiere.
La principal de éstas es que con la superabundancia de giros de guión y personajes que no son quiénes dicen ser, que la historia se lea a la legua disminuye de forma ostensible su capacidad para sorprender al espectador, algo que se hace dolorosamente obvio en una escena final que, curiosamente, no fue la única rodada por Donner. Amante de los finales felices, la conclusión que pudimos ver en los cines —que fue la que más gustó en los tests de audiencia— nada tenía que ver con el otro que Helgeland tenía pensado, uno en el que Jerry moría confensándole a Alice que, efectivamente, él había sido el asesino de su padre.
Presupuestada en 75 millones de dólares —a los que habría que añadir los gastos de promoción— los 76 que recaudaría en Estados Unidos no fueron suficientes para que 'Conspiración' resultara la rentable apuesta que la Warner había creído tener entre manos y, una vez más, Donner se encontraba en el centro de un huracán sobre el que llovían críticas no muy halagüeñas tachando al filme de "implausible e insastifactorio". Con todo, la labor de un excelso Mel Gibson y una espléndida Julia Roberts consigue cargar sobre sus espaldas las debilidades de una cinta que, aun a pesar de su prolongado metraje, logra entretener al respetable. Ojalá pudiera afirmar lo mismo de lo que se nos viene encima...
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