La edición 2011 del Festival de Sitges me dio una de esas gratas sorpresas cinematográficas que trascienden a su momento para terminar formando parte de tu filmoteca de cabecera. Algunos colegas del certamen me asaltaron emocionados, comentándome que habían visto una —y cito textualmente— "ensalada de hostias" alucinante y que tenía oportunidad de verla al día siguiente en una segunda proyección.
La película en cuestión se titulaba 'Redada asesina' —'The Raid'—, estaba dirigida por Gareth Evans —de quien, más tarde, descubriría su igualmente recomendable 'Merantau'—, llegaba desde Indonesia, y convirtió el cine Retiro en una auténtica fiesta gracias a una hora y media de acción en el más puro de sus estados, rebosante de adrenalina, coreografías brillantes y una realización tan electrizante como inteligente.
Tres años después, el galés apostó por reunirse de nuevo con Iko Uwais en una 'Redada asesina 2' —'The Raid 2'— que transformó la sencilla premisa embotellada de la original en una intrincada y violenta épica criminal de dos horas y media ambientada en el submundo criminal de Yakarta. Mucho más ambiciosa y espectacular que su predecesora, 'Berandal' fue etiquetada por muchos como "'El padrino' de las artes marciales"; descripción que, lejos de ser un exabrupto infundado, hace plena justicia a esta salvaje maravilla.
Desde Indonesia, con dolor
Viniendo del elemental planteamiento de la primera 'Redada asesina', que confinaba su trama, no exenta de sorpresas, en un destartalado bloque de viviendas, resulta chocante el drástico incremento en la escala, tanto dramática como logística, de esta continuación en la que las calles de la capital indonesia se transforman en una jungla de asfalto en que corrupción y muerte están a la orden del día.
En esta ocasión, Evans opta por dilatar el metraje hasta unos abultados 150 minutos, atípicos entre producciones congéneres, que le permiten cocer a fuego lento el entramado criminal sobre el que gira el largometraje y dedicar tiempo y mimo a sus personajes, incluyendo a secundarios casi anecdóticos que desarrollan sus propios arcos dramáticos durante varias secuencias.
El modo en que se presentan con calma todas las piezas del enrevesado tablero y se comienzan a suceder sus jugadas es una delicia; no obstante, evidencia la necesidad de que el autor del filme —que también edita— delegue en las tareas de montaje para poder deshacerse de algunos pasajes de los que, obviamente, está enamorado, y aportar así un extra de fluidez y ritmo al conjunto.
Por supuesto, es muy probable que los espectadores menos pacientes encuentren la salvación en el gran reclamo de 'Redada asesina 2': unas secuencias de acción que entierran bajo toneladas de asombro cualquier defecto que pueda esconder la producción, evolucionando desde los combates que salpimentan esporádicamente los primeros tramos de la historia hasta la incesante orgía de puñaladas, huesos rotos y pilas de cadáveres que marca el último tercio de la cinta.
La estrella oculta de la función, más allá de un Iko Uwais que se ha ganado a pulso el salto al estrellato y al panorama hollywoodiense, es Yahan Ruhian. El coreógrafo, que interpretó a Mad Dog en la primera 'Redada asesina' y a Prakoso en el título que nos ocupa, vuelve a extraer oro de la espectacularidad y el dinamismo del Pencak Silat, dejándonos peleas para el recuerdo, poseedoras de una narrativa interna impecable y de una intensidad que te mantiene al filo del asiento prácticamente sin respirar.
El aumento presupuestario —del millón de dólares que costó la original a los ridículos cuatro millones de la secuela— ayuda con creces a elevar la exhibición audiovisual. Pero todo este músculo no hubiese servido de nada sin el trabajo de un Evans que vuelve a hacer gala de una visión idónea para este tipo de productos, brillando tanto en el cuerpo a cuerpo más tradicional como en majaderías como la secuencia de la autopista gracias a un uso del plano abierto y a una economía en el montaje que hacen que, cada golpe, duela como si fuese real.
Equilibrar la balanza en un largometraje de artes marciales es harto complicado, siendo la opción más sencilla simplificar el componente dramático para volcarse íntegramente en la acción, pero 'Redada asesina 2' posee todos y cada uno de los ingredientes necesarios para ser, y continuar siendo durante mucho tiempo, la reina indiscutible de su categoría. Gloriosa.
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