‘Pepsi, ¿dónde está mi avión?’: una simpática docuserie de Netflix sobre la increíble historia del estudiante que desafió a toda una corporación en los 90

‘Pepsi, ¿dónde está mi avión?’: una simpática docuserie de Netflix sobre la increíble historia del estudiante que desafió a toda una corporación en los 90

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Muchos anuncios de televisión a lo largo de las décadas ofrecen la promesa un gran premio, seguido de una letra pequeña, que nos informa que solo hay acceso al mismo bajo unas estrechas condiciones. No habría ‘Pepsi, ¿Dónde está mi avión’, nueva miniserie documental de Netflix, si la compañía de bebidas no hubiera olvidado adjuntar el descargo de responsabilidad en un anuncio en la década de 1990 que ofrecía un avión de combate Harrier por un valor de más de 20 millones.

Contada en un estilo adecuadamente ligero, la serie documental de cuatro episodios combina imágenes de archivo, recreaciones, montajes ágiles y entrevistas para revisar la historia de uno de los incidentes más sorprendentes en la historia de la publicidad televisiva. El director Andrew Renzi  captura el espíritu de la cultura pop de la década de 1990 y hace exposiciones ingeniosas y divertidas como una película de Adam McKay, junto a imágenes llamativas, personajes de la vida real y mucha investigación bien expuesta.

Pepsi definió parte de la cultura de los 90 con sus anuncios con David Bowie, Madonna, Michael Jacksony Cindy Crawford pero en cierto momento se le ocurrió la idea de que los clientes acumularan "Puntos Pepsi" y usarlos para comprar productos que también servirían para publicitar aún más la marca, en uno de esos anuncios de 1996 se mostraba una imitación adolescente de Tom Cruise que vivía su propia ‘Top Gun’ acumulando puntos hasta llegas a la escuela en un jet, con un titular que decía "Harrier Fighter, 7,000,000 puntos".

David (con inversores) contra Goliath

John Leonard, un estudiante universitario, intentó convencer a la marca de que, en su opinión, no había cumplido su promesa. Pepsi, ¿dónde está mi avión? nos cuenta esta historia muy estadounidense de Leonard caminando literalmente hasta la sede de Pepsi exigiendo que le entreguen el avión de combate, como prometieron en su anuncio. Esto da como resultado una batalla legal sencilla, pero la serie documental de cuatro partes de Andrew Renzi llena su tiempo con suficiente 'Americana', para hacer un reloj alegre a la hora de la cena.

La serie toca la premisa de un David contra Goliat de las megacorporaciones o la meditación sobre la noción del “Sueño Americano” en medio de una sociedad capitalista. Renzi, pero entra en otras disquisiciones como analizar la esencia del mercado publicitario, dominado por la guerra Pepsi y Coca-Cola. Con un estilo ágil y colorido, la serie nos lleva por los distintos ángulos alrededor de la 'promesa' de un jet, la interpretación de la oferta como una parodia y los límites de la legitimidad de una publicidad masiva.

Pepsix

Leonard se une a su misión con Todd Hoffman, un mentor dispuesto a hacer la inversión financiera adicional para obtener los puntos restantes. Una recreación ficticia de los 90 se intercala con imágenes actuales de ellos caminando por una montaña en la Antártida, dejando ver su amistad de décadas y su amor por escalar montañas, mostrando que el corazón que late bajo el juego es la historia de dos amigos que se enfrentan a un gigante.

La cultura capitalista y la cueva de Platón

Su historia es apoyada por declaraciones no solo de familiares de Hoffman y Leonard, sino también a los ejecutivos de Pepsi y su agencia de publicidad que estuvieron a cargo de ese anuncio, abogados, o la propia Crawford. El tono inicial del documental de no tomarse demasiado en serio a sí mismo se intercala por partes más intensas, un drama legal, una discordia y un gran cameo de Michael Avenatti que se adhiere a un tono similar a las películas ochenteras como ‘El secreto de mi éxito’.

El segmento más interesante que ‘Pepsi, ¿Dónde está mi avión?’ guarda para el final es una breve exploración del incidente de Pepsi en Filipinas, cuando una oferta promocional de la marca hacía la promesa de un gran premio de un millón de pesos que provocó un aumento en las ventas de Pepsi en Filipinas en 1992, pero que, sin embargo, que varias personas ganaran, con lo que se rescindió la oferta y concluyó en disturbios que resultaron en la muerte de al menos cinco personas.

Pepsi Where S My Jet

Independientemente del resultado final, —es mejor estar poco enterado del tema— la docuserie es un viaje ligero, ágil e intrascendente que sirve de contrapunto con el tono esquivo, cada vez menos fiable de los true crime, y aunque quizá con dos episodios (o una película) sobraba, sirve como revulsivo a la ingenuidad frente a los métodos de las grandes empresas para lograr ganancias, una exposición clara frente a las dinámicas consumistas y cómo estas definen toda nuestra (contra) cultura y están suficientemente integradas en el aparato administrativo y burocrático dispuesto para que siempre gane la banca.

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