Se estrena en cines ‘La acompañante’ (Companion, 2025), una muy divertida variación de horror de una aparente comedia romántica con trasfondo de ciencia ficción, que se nota que viene de los creadores de ‘Barbarian’ por sus retorcidos juegos con la estructura y, como aquella, depender tanto de sus giros que la experiencia depende de los meandros de la narración y en saber dejarse sorprender de su viaje de subidas y bajadas. Es mejor no saber nada de ella y no ver ni los tráilers.
Entonces, ¿para qué leer nada sobre la película?, en el caso de que la curiosidad le sobrevenga a uno, al menos en los siguientes párrafos estará más o menos seguro, porque lo cierto es que la gracia está en entrar virgen a la sala. Se puede decir, para empezar, que Sophie Thatcher lleva una carrera ascendente cada vez más sólida, pero lo que hace en ‘La acompañante’ la debería consagrar como Scream Queen definitivamente. Toda la película carga sobre sus hombros y nos lleva a donde quiere, con una mezcla entre candor, vulnerabilidad y fuerza irresistible.
Un fin de semana romántico y sangriento
La premisa, a priori manida, de un grupo de parejas pasando un fin de semana en una casa de campo tiene un puntito de ese punto de partida de cine de terror Gen-Z un poco perezoso y repetitivo, donde hemos visto ‘Muerte, muerte, muerte’ (2022), ‘The Blackening’ (2022), o ‘Lo que hay dentro’ (2024) entre otras, aunque consigue salir de ese molde gracias a que está cargada de sorpresas, falsas asunciones y propone una refrescante huída de la plantilla perezosa de thriller whodunit de estos años, con inesperados estallidos de violencia sangrienta.
A demás de Thatcher, el reparto, con Harvey Guillén, Jack Quaid, Lukas Gage o Megan Suri está sembrado, jugando con estereotipos que no son lo que parecen, o al menos, resultan ser estereotipos diferentes que a primera vista, siempre en cuerda con la ligereza de la propuesta, que funciona como si ‘Un dios salvaje’ (2011) y ‘Lunas de hiel’ (1992) se volvieran tan locas como un episodio típico "de lucha por las herencias" de ‘Historias de la cripta’, solo que introduciendo elementos tecnológicos del presente para rozar un palpable discurso sobre los límites éticos de ciertos usos de los avances.
![Companion3](https://i.blogs.es/cebc74/companion3/450_1000.jpeg)
Sí que se repiten en su desarrollo algunos de los malos vicios del debut de Zach Cregger, que ejerce aquí de productor, como apostar todas sus cartas al puro impacto derivado de la trama o salirse a menudo del carril en flashbacks que se alargan de más, rompiendo el momentum secuencial. Los chistes y bromas de algunos de ellos hacen que las idas y venidas proporcionen una experiencia tremendamente disfrutable, pero también la dejan envuelta en cierta cualidad perecedera, de consumir y tirar, que le resta entidad.
Una corrosiva mirada a la pareja como complemento
Aunque quizá no le haga falta mucho más y no necesite ser otra cosa más grande que eso, un artefacto de consumo rápido con ideas reconocibles, reflejo de nuestro presente y un tono bobalicón que desengrasa de tanto cine trascendente, con ritmo y algún que otro momento visual apreciable, aunque el fuerte del debut de Drew Hancock no es precisamente el empaque estético, luciendo un poco como cualquier película comercial promedio, quizá precisamente por su tendencia a la comedia, más estandarizada en look genérico de un tiempo a esta parte.
No se le pueden pedir tampoco florituras a una película de 10 millones de dólares, rango de mínimos que le permite poner barra libre en hemoglobina, con unos cuantos chorros inesperados y algún que otro momento grotesco, aunque desde ahí no se convierte en la fiesta gore de ‘Barbarian’, frente a la que queda bastante timorata. Tampoco es el objetivo de ‘La acompañante’, que no es tanto el slasher que muchos pueden imaginar por su punto de partida de personajes en una casa, su secreto es más bien los “qué” de lo planteado, que los “quién” de otros misterios de encierro.
![Companion 206](https://i.blogs.es/0ca2d6/companion-206/450_1000.jpeg)
Sin embargo, deja en su tono atolondrado no pocas afiladas reflexiones sobre el control sobre la mujer dentro de las relaciones contemporáneas, el utilitarismo de las parejas, la toxicidad del narcisismo y algunos apuntes de cultura incel que ya estaban presentes en ‘No te preocupes, querida’, proponiéndose como una antídoto contra el romanticismo profundamente cínico, disparando contra todas las posibilidades y permutaciones del mismo a base de humor negro y cierta misantropía con aguijón envenenado.
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