‘New World’ (‘Sin-se-gae’, 2013) es la segunda película como director de Park Hoon-jung, en cuyo currículum destaca el libreto para la excelente ‘Encontré al diablo’ (‘Akmareul boatda’, Kim Jee-woon, 2010), y que viene a demostrar una vez más la supremacía de los coreanos, los del sur, en el campo del thriller, género en el que son capaces de llegar mucho más lejos que los estadounidenses. Pero no es oro todo lo que reluce, y de la misma forma que el descubrir una cinematografía como la surcoreana, también es cierto que se tiende a dar por bueno todo lo que procede de allí.
Hoon-jung ha tirado de fórmulas ya vistas para su segundo largometraje, del cual ya suena una secuela, y, cómo no, el consabido remake americano. No es su película un ejemplo de calidad indiscutible, y la genialidad aparece muy pocas veces, pero supera con creces cualquier mediocridad salida de suelo yanqui. Sobriedad y estilo en una película que tal vez navega por lugares demasiado trillados y recuerda sobremanera a otros films del estilo, pero igualmente propone un entretenimiento de lo más sano e inofensivo.
La película cuenta una historia de mafiosos y un infiltrado entre ellos. El director afirma haberse inspirado en películas tan míticas como las dirigidas por Francis Ford Coppola sobre la familia Corleone, y sobre todo ‘Juego sucio’ (‘Mou gaan dou’, Andrew Lau, Alan Mak, 2002) —de la que Martin Scorsese hizo la oscarizada ‘Infiltrados’ (‘The Departed’, 2006) y sus secuelas. La mezcla es evidente, y en ese aspecto el film no se aparta demasiado de los films citados en cuanto a lo argumental, que apenas pilla por sorpresa al espectador.
A cambio de esa falta de originalidad en la trama, y que eso tampoco lo convierte necesariamente en mala, el director ofrece una puesta en escena dinámica y sin llegar a caer en algunos excesos, sobre todos visuales, típicos del cine coreano. La violencia del film, por ejemplo, aunque encarnizada y sangrienta, está tan bien coreografiada y medida en su punto justo, que nunca cae en lo gratuito o innecesario. En ese aspecto el film ofrece intensos momentos como el inicio, o la escena que indudablemente quedará en el recuerdo, la pelea en el ascensor, y que encuentra su referente en la del taxi en ‘Encontré al diablo’.
Personajes que se arriesgan, un director que no
‘New World’ es una película que mejora según avanza, y aunque llega a apasionar, es capaz de mantener cierto interés, a pesar de otro de los males del cine coreano, la excesiva duración del film, que alarga quizá algunas situaciones, desaprovechando el interesante dibujo de personajes que la trama proporciona. Si bien el principal, al que da vida un impávido Lee Jung-jae, no llega a interesar nunca demasiado, el policía que lo orquesta todo se alza muy por encima, gracias a la matizada interpretación de Choi Mink-sik, que borda un terrible, por sus motivaciones, representante de la ley.
Lo realmente decepcionante de ‘New World’ es que, en esa citada mejoría, el film llega a poner sobre la mesa cuestiones mucho más vibrantes que las expuestas en su primera anodina mitad, en la que la lucha por el poder mafioso es el leit motiv argumental. Por ejemplo todo lo relacionado entre el protagonista central y un personaje, Jeong Cheong (Hwang Jeong-min), que al principio cae bastante mal, pero va cambiando gradualmente su condición de personaje humorístico —los cabreos que se pilla con sus propios hombres son pura comedia— a algo mucho más profundo que, en un emotivo, y divertido, epílogo reclama más dedicación y pasión.
Es quizá esa falta de fuerza —el film parece por momentos fría y perfectamente calculado— el punto más débil de la película. Hoon-jung ha preferido jugar sobre seguro, dentro de la corrección más absoluta. ‘New World’ no queda en la memoria, pero como producto cinematográfico logra la evasión de la realidad durante algo más de dos horas. Ya es bastante.
Con todo, yo recomiendo otra película protagonizada por Lee Jung-jae, ‘El gran golpe’ (‘Dodookdeul’, Choi Dong-hoon, 2012), que contiene, sin exagerar, una escena de acción, sobre la fachada de un edificio, absolutamente antológica.
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