Desde que Netflix se hiciera con los derechos de la notable 'Hush', Mike Flanagan ha colaborado en repetidas ocasiones con la plataforma de streaming. Ya dejó buenas sensaciones con 'El juego de Gerald', adaptación del libro homónimo de Stephen King, pero fue con 'La maldición de Hill House' cuando literalmente arrasó con todo.
Después sería el turno de 'La maldición de Bly Manor', pero ya antes de su estreno daba la sensación de que la miniserie que realmente interesaba a Flanagan era 'Misa de medianoche' -hasta hay guiños a ella en un par de trabajos previos suyos- la cual se estrena en Netflix este próximo viernes 24 de septiembre. Será entonces cuando todo el mundo pueda ver la mejor serie de la plataforma de lo que llevamos de 2021.
Una experiencia religiosa
Es inevitable hablar del género de terror cuando nos referimos a una obra de Flanagan, pero su enfoque siempre ha tendido más al drama que a aprovechar la vertiente más disfrutona de este tipo de propuestas. Eso es algo que vuelve a suceder en 'Misa de medianoche', donde el suspense y el melodrama cohabitan en una historia muy marcada por temas de fe y redención.
Lo cierto es que la vida entre los habitantes de Crockett Island ya estaba lejos de ser idílica cuando la llegada del Padre Paul desencadena una serie de sucesos que reavivan la experiencia religiosa en la zona. Flanagan maneja eso en todo momento desde una calma enrarecida, primero por las heridas de sus protagonistas y más tarde por cómo va alterándose todo hasta llegar a su ardiente desenlace.
De entrada, los capítulos de 'Misa de medianoche' se apoyan en las conversaciones entre sus protagonistas, ya que así es como se establece las diferentes dinámicas que van a marcar la historia. De la pesadumbre inicial con un puntito de angustia, especialmente subrayada a partir del personaje de un Zach Gilford espléndido mostrando la culpa que lleva soportando desde hace ya varios años, se va pasando al desconcierto hasta que todo explota cuando llega la gran revelación.
Por el camino, la carga de suspense se va incrementando según pasan los episodios, pero sin dejar de centrarse nunca en la actitud de sus personajes ante los retos a los que han de hacer frente. Es verdad que Flanagan quizá se excede en alguna ocasión en conversaciones que casi parecen más un soliloquio para que el personaje en cuestión exprese cómo se siente que fruto de una charla creíble.
En constante crecimiento
Sin embargo, lo que podría haberse convertido en una carga se siente en todo momento como una prolongación razonable de las sensaciones que busca transmitir Flanagan. Y es que en todo momento se deja claro que Crockett Island es una especie de comunidad aislada con sus habitantes dispersos por la zona mientras la zona va desapareciendo poco a poco. Es como si estuviera condenada pero sus habitantes optasen por seguir adelante con su vida intentando ignorar ese hecho.
A eso me refería cuando hablaba de pesadumbre en el arranque de 'Misa de medianoche'. Obviamente, sabemos que algo raro va a tener que suceder, pero es casi como si los habitantes del lugar lo necesitasen, tanto para que la historia avanza como para ver su verdadera cara, aunque ya de entrada queda bastante claro de qué pie cojean todos ellos.
En paralelo, Flanagan introduce un factor sobrenatural que irá ganando presencia, dejando de la duda de hasta qué punto va a ser una salvación o una condenación para Crockett Island. Eso sí, lo va desarrollando con calma, dejando que su influencia vaya creciendo de forma orgánica, afectando de una forma u otra a los principales protagonistas y aumentando la curiosidad del espectador hacia qué demonios está sucediendo allí.
Además de un guion bien construido, 'Misa de medianoche' también cuenta con un cuidado trabajo de ambientación para sumergirnos de lleno en ese pequeño mundo aparte que es Crockett Island. Ahí Flanagan creando un microcosmos que aprovecha para ofrecer una estimulante revisión de una criatura ya muy explorada de la historias fantásticas y de terror.
Para ello se rodea de un reparto con varios rostros habituales en sus obras anteriores, pero también con algún recién llegado como un impecable Hamish Linklater como el Padre Paul, alguien esencial para 'Misa de medianoche' a todos los niveles. Todos están muy inspirados para ofrecer lo que Flanagan requiere de ellos, pero aparte de a Linklater y a Gilford también me gustaría destacar a Samantha Sloyan en uno de esos personajes que uno adora odiar.
En resumidas cuentas
'Misa de medianoche' es una de esas series que sirven para recordarte que Netflix también es capaz de sacar adelante propuestas estupendas y con voz propia. Desde su potente arranque, todo en ella se siente como una evolución consecuente con lo visto, incluso cuando opta por giros sorprendentes que consigue su efecto sin resultar gratuitos ni depender de ellos para mantenerte enganchado. Aquí simplemente todo encaja, seduce y engancha.
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