En Netflix seguro que confiaban en tener entre manos un bombazo cuando dieron luz verde a 'El método Kominsky'. A fin de cuentas, era la nueva serie de Chuck Lorre, creador de, entre otras, 'Dos hombres y medio' y 'The Big Bang Theory', y para el papel protagonista se aseguraron la presencia de Michael Douglas.
Todo apuntaba a apuesta ganadora y la primera temporada logró hacerse con el Globo de Oro a la mejor comedia, pero a la hora de la verdad apenas sonaba cuando se hablaba de las mejores series de la plataforma. Y no por falta de méritos, porque ya la tanda inicial de episodios fue buena y la segunda seguía creciendo. Hace tiempos que sabíamos que la tercera, que llega este viernes 28 de mayo a Netflix, iba a ser la última, pero es que además también es la mejor, sabiendo dar un cierre muy satisfactorio a la historia de Sandy Kominsky.
El impulso de la ausencia de Norman
A partir de aquí encontraréis algún spoiler. Nada que no se haya visto ya en el tráiler, pero si queréis llegar completamente vírgenes a su visionado, ya sabéis lo que toca.
Una de las grandes dudas sobre la temporada final de 'El método Kominsky' estaba en el hecho de que Alan Arkin no iba a aparecer en la misma cuando la serie no nos había dado señal alguna que hiciese pensar en la desaparición de Norman.
Sin embargo, los guionistas han sabido integrar muy bien la muerte de su personaje dentro de la línea que seguía la serie de resistencia al cambio frente a la pérdida inevitable a la vuelta de la esquina para además darle ese impulso necesario para que esta tercera temporada realmente se sienta como un punto culminante.
Es cierto que la ausencia de Arkin más allá de un puñado de escenas puntuales a modo de flashback en el primer episodio nos deja sin el humor característico del personaje, probablemente lo más divertido de toda la serie hasta ahora, pero ese espíritu más lúdico se mantiene en la subtrama sobre la herencia de Norman y cómo Sandy tiene que ir regateando constantemente los intentos de Phoebe (Lisa Edelstein) y Robby (Haley Joel Osment) por acceder a ella sin restricciones.
Por lo demás, el humor sigue presente en la serie tanto, pero buscando en todo momento un equilibrio con su lado más dramático que mantiene alejada a 'El método Kominsky' de la mayoría de sitcoms actuales. Y es que aquí hay que vivir más que nunca en el presente porque el físico y la salud de varios de sus protagonistas no pasa precisamente por su apogeo y en cualquier momento algo irreversible puede suceder.
Fiel a sí misma
Eso sí, el gran hilo conductor de esta tercera temporada está marcado por el optimismo, por la idea de que siempre estamos a tiempo de evolucionar, de intentar conseguir ese sueño que habíamos dejado aparcado. Lo mejor de todo es que 'El método Kominsky' sabe integrar esa subtrama de tal forma que se sienta como algo razonable y lógico con lo visto hasta entonces en lugar de como un as sacado de la manga.
La mayor presencia de Ruth, la ex de Sandy interpretada por Kathleen Turner con una química más que notable con Douglas, también es clave para que la serie navegue con elegancia por los grandes temas de la temporada. Y es que, en líneas generales, todas las tramas que se plantean se abordan con solvencia y buen gusto, sabiendo muy bien cómo conseguir como mínimo la sonrisa del espectador o dejarle la dosis justa de mal cuerpo. Aquí no importa tanto la carcajada o la catarata de lágrimas, interesa más el delicado equilibrio para poder ir saltando de una vertiente a otra con la mayor naturalidad posible.
De esta forma, los seis episodios de la tercera temporada se sienten como una prolongación lógica de lo visto en las dos anteriores. Con cameos de lujo que también tienen sentido, apuntes aquí y allá sobre los problemas de la edad y cómo lidiar con ellos, problemas en las relaciones familiares y romántica, etc. Y es cierto que no quedaba otra ante el hecho de ser la etapa final de la serie, pero eso tampoco quita mérito a que haya sabido cómo dar ese paso adelante para finalizarla con mucho acierto.
En resumidas cuentas
'El método Kominsky' ha logrado mantener todas sus virtudes en una tercera temporada en la que la temida ausencia de Arkin en ningún momento ha hecho que el interés se resiente. De hecho, eso ha funcionado como gran motor de una tanda de seis episodios que ha elevado la serie un poco más para dar un final difícilmente mejorable para la historia de Sandy.
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5 comentarios
flordemariaperez
Es triste cuando una serie tan buena termina, pero a diferencia de muchas personas que se quejan de las cancelaciones de sus series, yo prefiero que sea una serie corta pero que tenga un cierre digno. A veces las historias se alargan porque sí y se echan a perder. Lo que me parece muy mal es cuando no se le da la oportunidad a los creadores de terminar sus historias y quedan en tremendos cliffhangers.
Siempre me gustó el Método Kominsky y me alegra que Chuck Lorre haya demostrado que tenía mucho más que contarnos y de formas más profundas y emocionales. Qué grandes capítulos nos quedan de esta serie, estoy con un nudo en la garganta.
radar-2
Lo siento, pero no estoy de acuerdo. A mí la tercera temporada me ha decepcionado y me parece menos brillante que las otras dos. La razón principal es que de pronto hay personajes que se comportan como idiotas, cuando hasta ahora no lo habían hecho, y otros se comportan de un modo aún más idiota. La incorporación de Kathleen Turner es muy bienvenida, porque su química es muy buena, pero en muchos aspectos se nota que cubre el hueco de Alan Arkin, e incluso intuyo que el arco de ella hubiera podido ser el de él si hubiese continuado en la serie. No me malinterpreteis, sigue siendo una serie que merece mucho la pena, con ese placer de ver a actores de primera clase diciendo dialogos que hubieran podido ser de I.A. Diamond y Billy Wilder, pero esta temporada me pareció algo precipitada y caricaturesca.
frankbanner49
- Alaaan Harpeeer !.
- Relajate, Chuck.
celsiuss
Una de las pocas series de netflix que me gustan...