Todos estamos al tanto de las novedades de las grandes plataformas que han logrado establecerse en el día a día del consumo de “contenido” audiovisual, desde Netflix a Disney+, pasando por Amazon Prime Video, pero muchos echan en falta un foro de streaming especializado en cine de terror. Si en Estados Unidos y Reino Unido han sacado adelante la cada vez más exitosa Shudder, en España acaba de llegar Shadowz, que tiene unas cuantas novedades muy interesantes.
Aunque queda mucho camino por recorrer, es muy frustrante que muchos de los estrenos más apetecibles del festival de Sitges se queden sin ningún tipo de estreno comercial en España y en esta nueva plataforma tenemos algunos de actualidad a los que parecía que nadie hacía caso, ahora en su catálogo encontramos joyas como la escalofriante 'Possum' (2018).
Tras seis años desde su presentación en Sitges, este viaje sin retorno a los infiernos de la memoria reprimida, con una marioneta arácnida espeluznante, sigue siendo un denso retrato minimalista de la culpa y el trauma a través del terror psicológico más repulsivo, enfermizo y negro. Con ecos de 'Spider' de Cronenberg, e incluso puntos en común con ‘Babadook’ (el libro de dibujos infantiles), las imborrables escenas con el títere repulsivo son puro material de pesadillas. Tras no hacer mucho ruido en el festival de cine fantástico español, relegada a pases de madrugada, su distribución en todo el mundo no fue tampoco espectacular.
Pero esta pequeña y oscurísima producción británica llega para convertirse en la mejor película del año en diferido, o al menos en España, ya que es 2024 cuando ha conocido un estreno comercial, por lo que técnicamente se impone a otras que están creando competición como ‘La primera profecía’, ‘Longlegs’, ‘Smile 2’, ‘Alien: Romulus’ o ‘La sustancia’. Y se impone a ellas por ser casi respuesta perturbadora y clásica a las propuestas más ruidosas del cine comercial, siendo una propuesta más deudora de obras agrias, difíciles y no demasiado recomendable para cualquier paladar.
Un puzzle perturbador que requiere visionados
Puede que el mayor elemento sorpresa sea que ‘Possum’ viene firmada por Matthew Holnesss, el autor de la serie de culto 'Garth Marengi’s Dark Place' (2005), la falsa serie de terror perdida de un sosias cutre de Stephen King sobre un hospital con una puerta al infierno. Una parodia de culto de la que ahora se aleja para adentrarse en los recodos más perturbadores de una psique no fiable, ofreciendo una recreación minimalista del sentimiento de culpa en bruto, sin pizca de humor ni concesiones a las corrientes actuales. El filme es una adaptación de su propio relato, perteneciente a una antología basada en los conceptos del ‘Das Unheimliche’ de Freud, que recupera una tradición británica propia de los años setenta.
Un cine de género que absorbía la sordidez de la realidad suburbana, del medio rural, y la vida en colores ocres y apagados que se reflejaba en macabros anuncios y mediometrajes de información pública que advertían de peligros cotidianos para dejar traumas indelebles en los niños de las islas. Para ello, el guionista y director apuesta por una difícil narrativa fracturada que busca exteriorizar un estado mental casi hipnótico en el que las imágenes se suceden sin prisa, ajenas a las urgencias del espectador o las necesidades de la historia para avanzar.
Dura, inaccesible en sus primeros compases, su juego de simbolismos y pistas sacudidas con un montaje a lo Nicholas Roeg tiene su compensación en su heladora segunda mitad, en la que ofrece a cambio algunas estampas de pavor cáustico embrujantes. Otros de sus referentes estéticos son las películas de horror nacidas en una Inglaterra devorada por el gris y el desencanto, como 'Terror sin habla' (1974) o 'Magic' (1978), con la que comparte la figura de un marionetista con un muñeco que está modelado a su imagen y semejanza, lo que también evoca el miedo al doppelgänger en ‘El estudiante de Praga’ (1926).
Nada es lo que parece
Según el propio Holness, la falta de demasiados diálogos y el minimalismo busca conectar con la etapa de horror expresionista alemán que toma forma a partir de títulos como ‘Las manos de Orlac’ (1924) y de toda la imaginería que lo impulsaba, como las pinturas de Alfred Kubin o los aguafuertes de Odilon Redon, lo que nos lleva a una serie de patrones kafkianos en los que los colores lavados, los señores tristes y la anatomía insectoide juegan en el mismo cajón de arena en cortos como 'The Metamorphosis of Mr. Samsa' (1978).
El director también recoge la tradición de adaptaciones de M.R. James en la BBC como ‘Whistle And I'll Come To You’ (1968), rodada en los mismos páramos de Norfolk, para plantear una obra de horror contada como una obra de Samuel Beckett, que si estuviera en blanco y negro se asociaría a ‘Cabeza borradora’ (1977) y en la que su marioneta, una araña con cara de maniquí, es la creación más escalofriante vista en mucho tiempo en el género, y sus puntuales apariciones dejan una semilla de grima en las semanas siguientes.
Los 90 minutos de ‘Possum’ son un viaje sin retorno a los infiernos de la memoria reprimida en los que solo vemos a Sean Harris deambular por diferentes emplazamientos de su pueblo, recorriendo una geografía sacada del imaginario gótico de la Inglaterra profunda. El actor habría merecido algún premio a mejor actuación, como un monigote humano gris, deambulando sobre una paleta de colores deprimente, dejando que los fantasmas del abuso sexual infantil se encarnen en miedos imposibles de describir, en una de las películas más únicas y memorables que ha dado el género en la pasada década.
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