'Mamá', las niñas de sus ojos

Seguro que ni el propio Andrés Muschietti esperaba cuando estrenó su cortometraje ‘Mamá’ en el 2008 que fuera a convertirse en una película. Sin embargo, hay muchos precedentes de cómo una obra de este tipo gustaba tanto a alguien con cierto poder e influencia en Hollywood que ofrecía su ayuda para realizar la transición a largometraje.

Hay casos que habría que calificar como cuento de hadas, mientras que otros se estrellan en su intento de ampliar la historia, pero el caso de ‘Mamá’ (Andrés Muschietti, 2013) habría que situarlo a caballo entre ambas posibilidades.

Uno de los grandes problemas a la hora de convertir de convertir un corto en un largometraje es la imposibilidad de mantener el interés de la historia al alargarla en exceso sin realmente desarrollarla. No es un mal exclusivo de este fenómeno, ya que hay muchos casos en los que una película original no sabe lidiar con una historia que hubiera sido una base estupenda para un maravilloso cortometraje, pero es evidente que una producción tendría muchas menos posibilidades de rentabilizarse comercialmente si optase por esa segunda fórmula. Por fortuna, he de decir que en ‘Mamá’ este punto apenas tiene relevancia, ya que Muschietti – que opta por figurar como Andy en los títulos de crédito en una jugada que recuerda a la de ciertas producciones europeas de género de finales de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado-, su esposa hermana Barbara y Alex Cross saben utilizar los códigos habituales del género de terror para desarrollar la historia, siendo el problema su falta de capacidad para que ‘Mamá’ no acabe cayendo en la rutina y ciertas absurdeces impropias del resto del relato.

Lo cierto es que ‘Mamá’ arranca con fuerza, ya que el prólogo previo a los títulos de crédito iniciales engancha al espectador sin la necesidad de ser especialmente novedosa: Tras unos eventos que no revelaré, un hombre, acompañado de sus dos hijas, conduce muy nervioso por una carretera nevada, lo que provoca que acabe saliéndose de la carretera. Poco después, algo acaba con su vida – apenas vemos una sombra- y las perspectivas para ellas no son precisamente halagüeñas. No serán ni 10 minutos en los que Muschietti demuestra su habilidad para crear tensión, más lograda cuanto mayor es el intimismo – el inicio depende mucho de hacer dudar al espectador de los motivos del nerviosismo del personaje interpretado con solvencia por Nikolaj Coster-Waldau-, y una efectiva atmósfera con elementos bastante manidos.

Saltamos entonces varios años en el tiempo para ver como el hermano del fallecido – otra vez Coster-Waldau, que va perdiendo protagonismo según avanza el relato- está al borde de la ruina en un intento desesperado de averiguar qué sucedió exactamente y si aún hay supervivientes. Es ahí donde surgen ciertos tópicos poco estimulantes – la familiar que quiere quedarse con las niñas y el doctor con aviesas intenciones- que crean dudas en el espectador, pero la habilidad de Muschietti tras las cámaras – podría decirse que ‘Mamá’ es una película bella visualmente gracias a él- y la mera presencia de Jessica Chastain – muy eficiente, pero algo alejada del nivel mostrado en ‘La noche más oscura’ (‘Zero Dark Thirty’, Kathryn Bigelow, 2012)- casi consiguen que eso pase desapercibido. Sin embargo, el vigor inicial ya ha empezado a diluirse y la cosa irá progresivamente a más, ya que la película se balancea peligrosamente entre los lugares comunes – Chastain a punto de descubrir a la criatura para ser interrumpida en el último momento-, y el buen hacer de Muschietti para que éstas no lleguen a hundir a ‘Mamá’ en los más profundos abismos de la mediocridad.

No obstante, hay alguna solución argumental que coquetea en exceso con el absurdo – la persona que estaba en la butaca contigua a la mía llegó a reírse por ello, mientras que yo agitaba la cabeza decepcionado- que termina por hacer que ‘Mamá’ llegue a su tramo final conmigo desconectado de la historia. Es algo muy habitual en el cine de terror contemporáneo – lo mismo me pasó, pero de forma bastante más acusada, con ‘El orfanato’ (Juan Antonio Bayona, 2007)-, y es una pena, ya que Muschietti echa el resto en su tramo final, apostando por un cruce entre lirismo y terror que podría haber sido maravilloso si el espectador hubiera seguido tan enganchado como durante su tramo inicial y si su implicación emocional con los personajes fuera mayor. No fue así en mi caso, pero eso no me impide apreciar sus esfuerzos por desmarcarse en un tramo final que no apuesta por los excesos sanguinolentos o de otra índole, sino por ese intimismo que es donde más había brillado en los minutos previos.

No creo que ‘Mamá’ sea una mala película, pero sí una oportunidad perdida que no consigue explotar todo su arsenal, quedándose un poco en tierra de media: Hay escenas muy conseguidas, pero están desperdigadas en un relato que no sabe trascender el tópico en la mayoría de ocasiones como sí lograba la reciente ‘Sinister’ (Scott Derrickson, 2012) en no pocos momentos. Con todo, dependerá mucho de la tolerancia individual de cada uno el disfrutar más o menos de una cinta que podría haberse convertido en una pieza esencial del cine de terror de lo que llevamos de siglo XXI de haber sido más constante. Una pena.

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