El cine de animación pasa por una etapa especialmente prolífica, ya que cualquier gran estudio que se precie tiene una sección dedicada a ello o está trabajando duramente para conseguir destacar en un futuro próximo. Por suerte para el espectador amante de este tipo de largometrajes, también hay compañías más pequeñas —Laika— dedicadas en exclusividad a elaborar producciones animadas. Es lógico que no todas tengan el mismo nivel, no únicamente por las dificultades para conseguirlo —hasta Pixar ha empezado a flaquear últimamente—, sino porque muchas veces es más sencillo y rentable dar luz verde a una secuela llevada a cabo en piloto automático de algún gran éxito previo que intentar crear algo nuevo más estimulante.
Dreamworks lleva ya muchos años balanceándose entre esas dos realidades, aunque bien es cierto que en los últimos tiempos cada vez abusaban menos de las secuelas y los spin-offs. Sin embargo, las decepcionante recaudación de 'Megamind' (id., Tom McGrath, 2010) —perdió, y con mucho, la batalla contra 'Gru. Mi villano favorito' ('Despicable Me', Pierre Coffin y Chris Renaud, 2010)— y, sobre todo, el grave —e inmerecido— fracaso de 'El origen de los guardianes' ('Rise of the Guardians', Peter Ramsey, 2012) ha llevado a la compañía a replantearse sus objetivos. Mucho me temo que eso se traducirá en que la creación de nuevas franquicias irá perdiendo peso si no surge algún gran éxito en un plazo relativamente corto de tiempo. Es ahí donde cobra especial importancia que 'Los Croods: Una aventura prehistórica' ('The Croods', Kirk DeMicco y Chris Sanders, 2013), título que llega este viernes a los cines españoles, sea un gran éxito o no. Por lo pronto, sí que es un gran entretenimiento recomendable para todos los miembros de la familia.
La idea de volver a ver una historia contada en mil ocasiones pero protagonizada por cavernícolas no creo que sea especialmente atrayente, hecho que se agrava si los diseños de los personajes —uno de los principales problemas del cine animado de Dreamworks— no son especialmente atractivos. Basta con remontarse a la insustancial 'Hotel Transilvania' ('Hotel Transylvania', Genndy Tartakovsky, 2012) para encontrar una cinta animada con el mismo esqueleto argumental: Un padre sobreprotector con su hija, refrenando sin piedad cualquier ambición que pueda tener de conocer —y disfrutar— cosas nuevas del mundo exterior. La llegada de otro personaje ajeno a ese universo pondrá todo patas arriba, distanciando de forma casi irreparable a padre e hija, ya que ella cae fascinada por el encanto y los aires de novedad del desconocido. La típica dualidad entre la seguridad y el aburrimiento de lo ya conocido y los peligros y las maravillas de lo novedoso.
'Los Croods: Una aventura prehistórica' sigue al dedillo esa estructura, pero la implicación de Chris Sanders en el proyecto es vital para que la película logre trascender todos los tópicos y se convierta en una experiencia gratificante. Muchos recordaréis a Sanders por sus dos colaboraciones previas con Dean DeBlois en la notable 'Lilo & Stitch' (id., 2002) y la magnífica 'Cómo entrenar a tu dragón' ('How To Train Your Dragon', 2010). En ambas ocasiones se notaba la presencia tras las cámaras de un director con talento capaz de conseguir que la abundancia de lugares comunes no fuese obstáculo para llegar a la fibra sensible del espectador. Mi gran duda sobre 'Los Croods: Una aventura prehistórica' es si conseguiría imponerse el tono sentimental, mágico y con un gran sentido del ritmo de Sanders o si se caerían en la mediocridad más absoluta ante el hecho de que el puesto de director estaba compartido en esta con Kirk DeMicco, cuya único título en su haber hasta la fecha era 'Space Chimps: Misión espacial' ('Space Chimps', 2008), cinta que, lo reconozco, fui incapaz de llegar a ver entera.
El bagaje es favorable para lo que representa Sanders, pero hay ciertos detalles en 'Los Croods: Una aventura prehistórica' que incitan a pensar que no le dejaron hacer y deshacer a su antojo cuando se confíó tanto en él que no hubo problemas en aplazar el estreno en repetidas ocasiones para que Sanders pudiera reescribir el guión y trabajar activamente en él. DeMicco y, en un dato que sorprenderá a muchos, John Cleese escribieron los primeros borradores cuando la película se titulaba 'Crood Awakening' e iba a ser realizada por Aardman dentro del acuerdo al que llegaron con Dreamworks, pero éste acabó de forma abrupta en 2007, quedándose Dreamworks con los derechos. Poco después llegaba Sanders a la compañía tras abandonar Disney por discrepancias creativas en lo que acabó estrenándose bajo el nombre de 'Bolt' (id., Chris Williams y Byron P. Howard, 2008) —se titulaba 'American Dog' cuando Sanders era el gran responsable de ella—, por lo que no tuvo problemas en aceptar modificar el guión todo lo que quisiera, pero DeMicco siguió implicado en el proyecto y por ello parece que Sanders no consiguió imponer completamente su visión de la historia.
El guión de 'Los Croods: Una aventura prehistórica' funciona a ráfagas durante los dos primeros tercios de metraje, tanto por los tópicos en los que cae como por el frágil retrato que nos ofrece de algunos de sus protagonistas. El personaje más afectado por ello es el de la madre de los protagonistas —voz de Catherine Keener—, cuya aportación al relato resulta anecdótica tanto en líneas de diálogo como en importancia en el devenir dramático, una decisión poco comprensible cuando ella debería haber ejercido las funciones de conciliadora entre su marido y su hija —eso o simplemente haber prescindido del personaje, recurso habitual en casos así—. Por su parte, el hijo queda relegado a la función de secundario cómico y la abuela es una mera extensión del personaje que la propia Cloris Leachman tiene en la televisiva 'Raising Hope' (2010-En emisión).
En lo narrativo, el esquema a seguir es el que ya comentaba con anterioridad, consiguiendo cierta redención por un acabado visual muy conseguido, tanto por variedad —sólo la secuencia en la que salen de caza ya es suficientemente representativa de este punto— como por calidad de los detalles —los colores tienen mucha fuerza y no haya nada que resulte falso a la vista—, y por un agradable toque de humor ligero que predispone al espectador hacia una simpatía por el porvenir de sus protagonistas. Todo parece mil veces visto —porque lo es— y hay ciertos baches de ritmo por caer en varias redundancias en la problemática relación entre padre e hija —divertida Emma Stone—, pero el conjunto sigue funcionando, a lo que ayudan mucho momentos como en el que el personaje al que presta voz —un muy atinado— Nicolas Cage quiere hacerse el moderno —¡ni siquiera aquí se libra de usar peluca!— para no perder el afecto de su familia.
No obstante, la cosa va a más cuando Sanders despliega lo mejor de sí mismo en el tramo final de la película, donde su habilidad para manejar las emociones del espectador consigue que éste se sumerja totalmente en la historia y sufra —o se alegre— por lo que les pase a los protagonistas. Sanders consigue trascender cualquier escepticismo sobre las decisiones tomadas con anterioridad y ofrece un relato fresco, divertido y muy emocional, demostrando al mismo tiempo un gran sentido del timing para que las soluciones argumentales sean intrascendentes a los ojos del espectador por el gran rato que está pasando gracias a la presencia tras las cámaras de un director que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo.
No voy a engañaros y deciros que 'Los Croods: Una aventura prehistórica' es una película imprescindible, pero sí es un ejemplo perfecto de que los lugares comunes y los tópicos no son necesariamente malos, sino que aún se pueden construir grandes entretenimientos para todos los público. Lo único realmente imprescindible es que detrás haya alguien con talento y ganas de hacer bien las cosas, que es precisamente lo que sucede en este caso. El gran problema es que ya apenas quedan directores como Chris Sanders en Hollywood.
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