Una de las cosas más importantes de una película es la historia que vas a contar al espectador. Puede ser un relato muy sencillo o uno ambicioso, pero el cine narrativo se alimenta de ello y a partir de ahí llegan aderezos más o menos esenciales como la forma en la que está abordada desde el guion, el trabajo de su reparto, el manejo de la puesta en escena de su director o el acabado de las diferentes facetas técnicas.
No obstante, hace años que existe una corriente entre cierto sector del público que diferencia aquellos títulos que hay que ver en la gran pantalla de los que no basándose principalmente en la grandiosidad de su apartado visual. De eso no hay mucho en ‘Lean on Pete’, la nueva película de Andrew Haigh, un cautivador y delicado drama en el que Charlie Plummer borda al personaje protagonista, un joven que nunca se deja derrotar por la impotencia.
Un viaje con un destino incierto
Charlie es un adolescente que vive con su padre y apenas parece tener cualquier tipo de contacto con el resto del mundo. Un día consigue un trabajo para encargarse de cuidar caballos de carreras y su vida cambiará para siempre, primero por encariñarse más de la cuenta con uno de ellos y luego por iniciar un viaje con un destino incierto para intentar localizar a su tía. Dicho así no suena a que ‘Lean on Pete’ tenga nada particularmente especial, pero os aseguro que sí.
Lo primero que llama la atención de ‘Lean on Pete’ es que busca la naturalidad en todo momento, sosteniendo los planos siempre que sea necesario y optando por unos diálogos en los que se huye de ingenios innecesarios para que sus personajes se sepan reales. De esta forma los momentos más inesperados, normalmente vinculados a la reacción de su protagonista ante un problema que surge en su camino, resultan más sencillos de aceptar, incluso cuando uno piensa que es difícil que algo así pueda llegar a suceder.
De hecho, es a partir de ahí cuando la película va definiéndose poco a poco como una relativa transición a la madurez de su protagonista, quien no duda en hacer estupideces de todo tipo durante el proceso. No obstante, Haigh logra extraer de la novela homónima de Willy Vlautin para que uno nunca piense en términos negativos de Charley, sino que entendemos muy bien la frustración del personaje y cómo su determinación le lleva a actuar así. Tiene sentido.
‘Lean on Pete’ es una pequeña gran película
Además, Plummer, que ya estaba bastante efectivo como el joven secuestrado en ‘Todo el dinero del mundo’ (‘All The Money in the World’), logra dar con las teclas adecuadas para ir marcando la evolución de un personaje que siempre conversa su inocencia aunque eso no impide que vaya mostrando una determinación cada vez mayor, llegando a romper la ley o a recurrir a la violencia. Lo hace todo con la misma delicada sencillez con un toque melancólico que caracteriza a la propia película.
Una gran baza para ello es que Haigh huye en todo momento de sobrecargas dramáticas innecesarias o de intentar manipular de forma descarada las emociones del espectador. Aquí** el que realmente importa es Charley y no duda en abandonar personajes sin mirar atrás cuando la ocasión lo requiere**, optando además por un enfoque contenido que quizá desespere a ciertos espectadores que estén deseando más movimiento físico o unas reacciones emocional más marcadas.
Y es que ‘Lean on Pete’ es una película pausada y que confía mucho en conseguir que conectemos con su protagonista y que eso sirva primero como guía y luego como asidero emocional, ya que su viaje va complicándose progresivamente. A fin de cuentas, está solo, con medios escasos y no termina de saber exactamente a dónde está yendo. Esa soledad es algo que tanto Plummer como Haigh aprovechan muy bien para que uno vaya sumergiéndose cada vez en lo que sucede.
En definitiva, ‘Lean on Pete’ es una película notable en la que sobresale la capacidad de su director para extraer tanto de un relato bastante pequeño, teniendo un aliado de primera en un maravilloso Charlie Plummer que sabe amoldarse a lo que requiera la situación y también lo que el resto del impecable reparto necesita, mostrando así diferentes facetas de esa inocencia que simplemente está intentando preservar.
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