Keanu Reeves nunca ha sido uno de mis actores favoritos, pero eso no me ha impedido disfrutar en mayor o menor medida con películas protagonizadas por él como 'Speed' (Jan de Bont, 1994) --un gran acierto por su parte el decir no a su horrenda secuela--, 'Matrix' (Los hermanos Wachowski, 1999) --aunque no con sus dos secuelas-- o 'Constantine' (Francis Lawrence, 2005). Vamos, que su presencia en el reparto no es algo que me atraiga mucho, pero tampoco un motivo para evitar su visionado a toda costa.
Por desgracia, lo habitual es que las cintas lideradas por él me dejen bastante frío --hace poco se estrenó la última muestra de ello--, por lo que no supuso ningún trauma cuando me enteré de que Universal no iba a hacer pase de prensa alguno de 'La leyenda del samurái: 47 Ronin' (Carl Rinsch, 2013). Eso sí, la curiosidad me llevó a rescatarla hace unos días y ojalá no lo hubiera hecho, ya que es una de las películas más aburridas que he visto últimamente, lo que también explica que se haya convertido en uno de los mayores fracasos comerciales de la historia.
Dinero tirado a la basura
Son varias las veces que el mundo del cine nos ha contado la historia real que sirve como base para 'La leyenda del samurái: 47 Ronin' --la más alabada es la dirigida por Kenji Mizoguchi en 1947--, pero la introducción un elemento occidental --hasta ahora todas habían sido producciones asiáticas, pero esta ha sido financiada por Universal-- para tener más fácil el llegar a un público más amplio valida hasta cierta punto su existencia. Eso sí, les ha salido el tiro por la culata en todos los frentes, ya que la productora ha perdido 150 millones de dólares y nosotros hemos padecido una película que a duras penas supera a la horripilante 'Hércules: El origen de la leyenda' ('The Legend of Hercules', Renny Harlin, 2014).
Es esto último lo que realmente debería interesarnos, ya que es innegable que el material de partida tiene suficiente interés para combinar la querencia por la importancia del honor en este tipo de historias y la necesidad de convertirse en un gran espectáculo con traiciones, batallas y el mayor número de escenas posible con las que impactar visualmente al espectador --aunque sea a costa de introducir a criaturas que no pintan nada ahí--. De eso hay en 'La leyenda del samurái: 47 Ronin', pero abordado de tal forma que el relato se balancea en todo momento entre lo rutinario y lo ridículo.
El inexistente atractivo de 'La leyenda del samurái: 47 Ronin'
Uno de los grandes errores de 'La leyenda del samurái: 47 Ronin' es la introducción de ese factor occidental que desestabiliza ya de entrada el relato, porque se puede entender que lo hagan en un caso como el de 'El último samurái' ('The Last Samurai', Edward Zwick, 2003), ya que era una historia diseñada para ello, pero aquí rompe por completo la razón de ser de la propia película, ya que desdibuja su trama central para introducir otros elementos no del todo incompatibles, pero que jamás justifican su presencia con al menos una secuencia digna de ser recordada --lo más parecido es ver a Keanu Reeves desatado antes de ser fichado para la causa--.
Cualquier debería tener en cuenta que por muy alto que sea su presupuesto, la solemnidad va a ser una de las claves en las interpretaciones de gran parte del elenco asiático --los villanos, por muy de chichinabo que sean, sí que pueden permitirse más libertades--. Eso es algo que también se contagia a su carga dramática y, lamentablemente, no consiguen encontrar ese delicado equilibrio para que no resulte una molestia que impida conectar al espectador con su necesidad de venganza, ya que además el guión de Chris Morgan y Hossein Amini no se esfuerza lo más mínimo en evitar que sean un amasijo unidimensional.
Ya en su momento me sorprendió que Universal confiase una cinta de estas características a un novato como Carl Rinsch, pero hay que ser justos y reconocer que él es uno de los que menos culpa tienen del despropósito de película que ha acabado siendo 'La leyenda del samurái: 47 Ronin'. Es cierto que no consigue dar al relato la energía necesaria para atrapar al espectador, pero la película ha sufrido tantos retrasos que creo que ahí el montaje ha tenido mucha más culpa, ya que él hace lo que puede para que la cuantiosa inversión en aspectos técnicos luzca en pantalla, nos regala algunos planos con cierta belleza visual y no hace ninguna barbaridad en las escenas de batalla. Pero milagros no hace.
Con todo, no quiero que penséis que 'La leyenda del samurái: 47 Ronin' es un bodrio antológico que casi merece ser visto para al menos poder criticarlo con propiedad, ya que simplemente es una mala película, ridícula en varios momentos y, por encima de todo, tan aburrida que en realidad no se la recomendaría ni a mi peor enemigo. Sin más.
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