Cuando se anunció que, en 2011, 20th Century Fox estrenaría una precuela de 'El planeta de los simios', la mítica cinta de cienfia ficción protagonizada por Charlton Heston en 1968, reinó la desconfianza y el temor a desvirtuar una de las obras más icónicas y representativas de su género en la historia del cine. No podríamos estar más equivocados.
Haber padecido el terrible remake dirigido por Tim Burton en 2001 hizo aún más dulce la llegada de 'El origen del planeta de los simios': una sorpresa en toda regla dirigida por Rupert Wyatt que encandiló a público y crítica, alzándose como un entretenimiento de primerísima categoría con alma y músculo a partes iguales.
Ahora, seis años más tarde, y después de una espléndida segunda parte que superó con creces a la original de la mano de Matt Reeves, 'La guerra del planeta de los simios' no hace más que confirmar lo que se intuyó con el estreno de la primera entrega: que nos encontramos frente a la trilogía de ciencia ficción más importante de los últimos tiempos y, probablemente, una de las más sólidas de la historia del cine. Todo esto demostrado mediante un broche de oro a la saga de César que el blockbuster estival si puede ser sinónimo de inteligencia, calidad, y buen cine.
Polos opuestos para crear una obra maestra
Con 'La guerra del planeta de los simios', Matt Reeves, de nuevo tras las cámaras, consigue que volvamos a creer ciegamente en las superproducciones veraniegas. Mediante una especie de juego en el que confronta elementos a priori opuestos, deja patente que, con la suficiente materia gris, y un probado dominio del lenguaje cinematográfico, es posible satisfacer las necesidades y expectativas de los públicos más dispares.
Por un lado, el cierre de las aventuras de los primates atesora una exelencia formal, narrativa y temática destinada a calmar las ansias del sector del respetable ávido de personajes dotados de profundidad y discursos más complejos sin dejar de lado la diversión. Así pues, el existencialismo y la introspección se abrazan a la grandeza del séptimo arte almientando al cinéfilo que llevamos dentro, evocando en cierto modo el aura de épica desmedida de los filmes más relevantes de la era del Cinemascope.
Del mismo modo, el largometraje sabe deleitar de igual modo el paladar del espectador ocasional que no necesita de subtextos y cinefilia para disfrutar en una sala de cine. Sus impresionantes efectos especiales y las maravillosas set pieces que bañan el relato con unas vibrantes y milimetradas secuencias de acción como contrapunto a los momentos más reflexivos, se elevan como la excusa perfecta para disfrutar de un pasatiempo de primera categoría sin necesidad de explorar las muchas capas que oculta su envoltorio.
Porque esto es 'La guerra del planeta de los simios'; una confrontación de polos opuestos —lo íntimo y atronador, lo sensible y lo vehemente, el sello de autor y la marca del blockbuster— que terminan atrayéndose para dar forma a una auténtica obra maestra. Dos horas y veinte minutos perfectamente cohesionadas que, salvo en momentos puntuales de su ecuador, donde la película pisa el freno de forma perceptible, pasan a toda velocidad frente a nuestras pupilas.
'La guerra del planeta de los simios' y maravillosa hibridación genérica
Esta suerte de "polarización" de los elementos sobre los que se construye 'La guerra del planeta de los simios' va más allá de su oferta para, literalmente, todos los públicos, y trasciende a elementos como su dúo de enemigos principal: un César haciendo las veces de figura mesiánica, irrepetible bajo el cuerpo y la voz de Andy Serkis —y una buena capa de impecable CGI—, y el atormentado Coronel de Woody Harrelson. Dos caras de una misma moneda destinadas a colisionar por el odio y la revancha.
En cuanto a estructura se refiere, lo nuevo de Matt Reeves también presenta esta dualidad, dividiendo la epopeya de César en dos fragmentos diferenciados a la perfección que cumplen a rajatabla la función del mid-point a la hora de romper por completo con lo visto durante la primera mitad del filme. Esto incluye no sólo un drástico cambio tonal, sino también un giro de 180 grados en lo que respecta a los géneros y referentes que adopta.
Los primeros compases de 'La guerra del planeta de los simios' no pretenden disimular su condición de western a la antigua usanza, utilizando la venganza como elemento de llamada a la aventura, algo recurrente según dictan los cánones del género, y que nos remite a figuras como el mismísimo John Ford y su eterna 'Centauros del desierto'.
Una vez superada la mitad del metraje, Reeves entrega su obra al cine bélico, revelando 'Apocalypse Now' como clara inspiración a la hora de perfilar a su oscuro antagonista, obvio reflejo del Coronel Kurtz de Marlon Brando. Junto a ella, 'El puente sobre el río Kwai' y 'La gran evasión', aportan su grano de arena al escarceo con el subgénero carcelario de un realizador que se encuentra tan cómodo como sumamente eficiente independiéntemente del terreno por el que se mueva.
'La guerra del planeta de los simios' va más allá de sus referentes, sus interpretaciones, sus efectos especiales e, incluso, más allá de la saga original —a la que refernecia sin especial hincapié—. Su sensibilidad, su sentido del espectáculo, sus redondos personajes y la intachable labor de su director son sólo factores en una ecuación que aúna arte y entretenimiento para dar lugar al cierre perfecto a la que, probablemente, sea una de las trilogías más sólidas y consistentes de todos los tiempos —si no la más—.
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