La última guerra de ‘Juego de Tronos’. Esa era una de las grandes bazas de ‘Las campanas’ el penúltimo episodio de la serie de HBO -ojo con los spoilers a partir de aquí-. Hasta ahora se había incidido mucho en que las fuerzas de ambos bandos se habían igualado de forma considerable, pero Daenerys aún contaba con uno de sus dragones y ese detalle se preveía esencial sobre lo que nos esperaba por delante tras el contundente desenlace de ‘El último de los Stark’.
Era comprensible esperar que ‘Las campanas’ empezase con el inicio de una épica batalla, pero el episodio se lo toma con calma y antes lidia con otro problema en la agenda de Daenerys. Eso nos lleva a que el personaje interpretado por Emilia Clarke muestra definitivamente sus cartas, dejándonos ya claro si va a ser o no la líder que necesita Poniente.
El miedo como arma
Daenerys había logrado cosas increíbles hasta ahora en ‘Juego de Tronos’. Parecía que iba a ser la solución a todos los problemas, pero eso era cuando conseguía salir airosa con cierta "facilidad" -ponedle ahí todas las comillas que queráis-. Ahora ha perdido dos de sus dragones ya Missandei. Es fácil entender que esté cabreada e incluso puede serlo que decida ejecutar a Varys tras enterarse de su traición. El propio Varys explica muy bien lo que siente el público esperando estar equivocada con ella. No es el caso.
Más señales en contra de Daenerys tras eso. La promesa de que el próximo error de Tyrion será el último o aceptar que el miedo va a marcar su relación con Jon de ahí en adelante. Mano dura que va mucho más allá de eso cuando arrasa la ciudad instantes después de que ofrezca su rendición. Ahí ya no hay justificación para lo que hace y tampoco está fuera de personaje. El personaje muestra sus cartas y queda claro que Poniente va a estar en malas manos si es ella quien acaba liderando los siete reinos. Pasar de Cersei a Daenerys ya no es una mejora.
Una batalla que deviene en masacre
Tras la polémica por la oscura contienda de ‘La larga noche’, ‘Juego de Tronos’ ha vuelto a la luz del día para ofrecernos una batalla que se prometía memorable pero que acaba siendo una masacre. Drogon tarda muy poco en decantar la balanza y las defensas de Cersei van cayendo con facilidad, muchas arrasadas por el fuego de dragón y unos cuantos exterminados por los hombres liderados por un enfurecido Gusano Gris.
Aquí solamente podía haber un ganador, por lo que la batalla en sí misma dura en realidad bien poco. Aniquilados los escorpiones y exterminada la compañía dorada -¿tanta importancia que se le dio al papel que podía jugar para esto?-, lo que podría haber sido una victoria triunfal se convierte en una tragedia. Miles de ciudadanos sin culpa alguna son arrasados por Daenerys, llegando al punto de que resulta incómodo ver sus acciones tras lo inspiradora que llegó a ser. Quizá su destino fue siempre éste.
Todo eso no quita que aquí vea fuera de lugar cualquier discusión sobre la ejecución técnica de la batalla. Miguel Sapochnik vuelve a demostrar el motivo por el que se convirtió en el director de las grandes batallas de ‘Juego de Tronos’ con un espectáculo de fuego, sangre y muerte como pocas veces hemos visto. La única pega es que no creo que logre superar la batalla de los bastardos, aún hoy la cima de la serie en este apartado.
La muerte en pareja
Son varios los personajes de peso que pierden la vida en ‘Las campanas’, pero se nota un especial mimo a dos que suceden el mismo tiempo. Por un lado tenemos el inevitable enfrentamiento entre Sandor y Gregor Clegane, donde queda aún más claro que el segundo es un monstruo inhumano. En esa lucha cuerpo a cuerpo tenemos la tensión física que la última guerra nunca exprime realmente y también la catarsis emocional asociada a la venganza del primero.
Ese salto al vacío para acabar con su hermano no es más que el cierre a un largo viaje que le ha permitido crecer como personaje, principalmente por su peculiar amistad con Arya -a quien salva la vida para que después esté a punto de perderla en la masacre que monta Daenerys-, sin dejar nunca de lado el deseo de venganza que marcó su vida tanto a más que sus cicatrices físicas. Un cierre perfecto para el personaje.
Por otro lado, la actitud de Jaime con Brienne en ‘El último de los Stark’ seguro que le ganó el odio de muchos espectadores, pero desde el principio de la serie estaba claro que su destino estaba asociado al de su amada Cersei. Muchos detalles redentores a lo largo de la serie, pero en el fondo sigue siendo la misma persona que lanzó por amor al vacío a Bran al final del primer episodio de ‘Juego de Tronos’.
En su trayecto logra quitarse de en medio a Euron en otro combate muy satisfactorio y coherente con lo visto hasta ahora -hay muchos que podrían haber matado al tío de Theon y Yara y sentirse correcto, pero la rivalidad con Jaime tenía un extra emocional-, se reencuentra con Cersei, quien solamente entonces da muestras del miedo que siente. Ella mismo ha fomentado su imagen de monstruo sin sentimientos, pero siempre quedó algo de humanidad en ella.
Por mi parte, siempre creí que Jaime acabaría con Cersei antes de quitarse él mismo la vida. Era algo que encajaba con la tendencia a redimir al hermano de Tyrion, pero la imagen de ambos abrazados antes de ser aplastados consigue la belleza poética que busca. Su destino era estar juntos, en este mundo o en el otro.
La traición de Tyrion
Estaba avisado. Su siguiente fallo sería el último y Daenerys pronto descubrirá que ayudó a Jaime escaparse. De poco valdrán sus buenos intenciones tras la destructiva reacción de ella cuando la ciudad se rindió. La duda solamente es si alguien acabará con Daenerys antes de que Tyrion sea ejecutado o si esto será lo que termine de abrir los ojos a un Jon un tanto pusilánime.
‘Juego de Tronos’ no puede tener un final feliz o al menos no en el sentido tradicional del mismo. Faltan más muertes y para llegar a cualquier posibilidad luminosa hay por el medio un reguero de cadáveres que como mucho deje las cosas en agridulces. Lo que sí ha quedado completamente claro en ‘Las campanas’ es que no hay final feliz posible con Daenerys en el trono de hierro. Ahora sí podemos decir que se ha vuelto loca.
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