Son tiempos de tirar del pasado. El excelso Ángel Fernández Santos —uno de los mejores escritores de cine que ha tenido este planeta— decía hace poco más de diez años, justo antes de su muerte, que en el futuro —o sea, hoy— el cine se excedería echando mano de formas pasadas para intentar abrirse camino. No imaginaba el crítico —o sí, ya que su mentalidad era única— cuánto iba a acertar con sus palabras.
‘Jason Bourne’ (íd. Paul Greengrass, 2016) tira del pasado reciente, concretamente de las tres entregas previas de la saga —la cuarta, con Jeremy Renner, simplemente no cuenta—, una de las más celebradas dentro del mainstream general, y en concreto dentro del infravalorado sub-género de acción. ‘El ultimátum de Bourne’ (‘The Bourne Ultimatum’, Paul Greengrass, 2007) era un excelente cierre de trilogía, pero dejó con ganas de más. Ahora Damon y Greengrass han saciado los deseos de los nostálgicos recientes.
(From here to the end, Spoilers) La trama de ‘Jason Bourne’, escrita a cuatro manos por el propio Greengrass y su habitual montador Christopher Rouse, no tiene nada de complicada. La sencillez como principal arma al lado de una puesta en escena vibrante son las máximas del film cuya premisa es volver a lugares comunes. Jason Bourne está desaparecido, vive malamente ganándose la vida en combates cuerpo a cuerpo que siempre gana, cómo no. Hasta que aparece Nicky Parsons (Julia Stiles) para contarle un secreto del pasado.
Volviendo sobre los mismos pasos
Dicho secreto, que no deja de ser anecdótico, es el único motor que anima a Bourne a volver al punto de mira de una organización que está poniendo en marcha un programa mucho más contundente, y peligroso, que el que lo creó a él. Con la verdadera identidad, en realidad el pasado, descubierta, Bourne emprenderá una lucha sin cuartel para saber por qué su padre estaba implicado. El resto de elementos nuevos son reinterpretaciones de algunos elementos clásicos de la saga.
Los nuevos personajes, adjudicados a caras conocidas, por supuesto, por aquello de la comercialidad del film —a estas alturas un éxito en su país de origen—, recuerdan a algunos de los ya vistos en la saga. Tommy Lee Jones se homenajea a sí mismo a la hora de comandar la persecución de Bourne —¿cuántas veces ha realizado Lee Jones el mismo tipo de personaje en los últimos veinte años?—, y Alicia Vikander, con Oscar reciente, parece un buen relevo de Julia Stiles, siendo la que posee el apunte más interesante del esquemático libreto.
Vikander da vida a una joven agente con ganas de estar a la cabeza del lugar donde trabaja, ocupando un puesto de responsabilidad. Las ganas no le faltan, está deseosa de relevar a la antigua plantilla —su jefe, perteneciente a otra época, prácticamente como Bourne—, pero le falta la experiencia y el conocimiento necesarios. La clásica trepa, personaje con el que muchos podrán sentirse identificados, gracias a la composición de la actriz, quien por cierto simplemente cumple, supongo que para cobrar el cheque y nada más.
RITMO
‘Jason Bourne’ es un non-stop de acción, no da un solo respiro al espectador, que acude feliz al reencuentro de situaciones y personajes, que aunque nuevos, recuerdan a otros. El asesino al que da vida un hierático y muy directo Vincent Cassel es una remodelación de los vistos con anterioridad en la saga, esta vez con motivos personales. Las set pieces de acción también desprenden cierta sensación de déjà vu, pero la brillantez de su ejecución deja con la boca abierta.
De todos los adrenalíticos instantes de acción, destaco el clímax, esa espectacular persecución protagonizada por una furgoneta blindada que va provocando destrozos por la ciudad. El montaje de Rouse es toda una lección de cómo realizar montaje acelerado, con planos muy cortos, y no perder por un instante las referencias de ubicación, tanto de la acción como de los personajes. El manejo del ritmo por parte del tándem director/montador es envidiable. Ellos son la película. Ni más ni menos.
El estiramiento de la más que simple historia se ve compensado por esa contundencia en la acción, la cual cubre el 90% del metraje. También algunos apuntes interesantes, como el comentado sobre el repugnante personaje de Vikander, o el hecho de traer de vuelta a Bourne en el contexto político de Grecia. Los nuevos estados sociales de crisis mundial necesitan de la vuelta de nuestros mejores héroes.
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