‘It’ es a día de hoy la gran esperanza para muchos amantes del cine de terror, pero hace no tanto los sentimientos hacia esta adaptación de Stephen King eran muy distintos. Que si era innecesaria existiendo la miniserie -que es muy mítica, sí, pero también ha envejecido regular siendo generoso- o que si Warner había cometido un grave error al no dejar que Cary Fukunaga realizase la película a su gusto. Y mejor no entremos en todas esas comparaciones a priori con el Pennywise interpretado por Tim Curry.
Durante un tiempo parecía tener demasiadas cosas en su contra, pero las ideas previas hacia ella fueron cambiando y las grandes críticas que ha cosechado en Estados Unidos fueron el punto de no retorno: había que verla porque seguro que era buena o mejor que eso. Yo ya he tenido la oportunidad de hacerlo y sí que me ha gustado, pero ahí había material para crear el material del que nacen las pesadillas y el resultado general es estimable, pero te deja un sabor agridulce por su incapacidad para arriesgarse.
La ¿visión? de Andrés Muschietti
Si hay algo que achaco a esta primera entrega de ‘It’ es que el trabajo de puesta en escena de Andrés Muschietti requería de un mayor arrojo, ya fuera para explorar a fondo los temas planteados por King o simplemente para llevarlo a su terreno y ver qué hacía con ella. Lo que sucede es que se presta bastante atención a la recreación de la época -Warner igual se pasa un poquito con tanto cartel de películas suyas durante los primeros minutos-, algo donde no puedo ponerle ningún pero.
Realmente se saborea esa forma de vida de finales de los ochenta, tanto por la actitud de los protagonistas como en la presencia de la inevitable banda de matones. Esa ingenuidad necesaria está ahí, pero también el constante recordatorio de que te pueden joder el día simplemente porque a alguien más popular que tú le apetece. Además, lo hace ofreciendo una visión más creíble que la planteada por ‘Cuenta conmigo’ (‘Stand By Me’), donde el encanto daba pie a que nos creyésemos a ese improbable grupo de amigos.
En ‘It’ prima el hecho de ser un grupo de perdedores que solamente se tienen los unos a los otros, ya que sus progenitores siempre hacen acto de presencia de una forma negativa, a veces comprensible -el padre de Bill viendo que éste sigue obsesionado con intentar localizar a Georgie un año después de su “desaparición”- y otras cayendo en una representación un tanto esquemática de algunos miedos infantiles. Por mi parte, me habría encantado que la madre de Eddie fuera tan sobreprotectora porque fuera consciente de la existencia del monstruo...
Todo lo bueno que he comentado estaba en la novela original y Muschietti logra reproducirlo con relativo acierto -alguno de los chavales queda un tanto desdibujado, nada grave, pero ahí está-, pero nunca llega a crear ese clima de pesadilla creciente, dando más peso a las escenas aisladas en las que aparece Pennywise, en su mayor parte muy efectivas y que van a meter el miedo en el cuerpo a muchos espectadores. De esta forma, el clímax no llega a tener la fuerza necesaria porque sabe a paso intermedio, por no mencionar que el montaje es un tanto mejorable en las escenas con mayor movimiento.
La cuestión es que Muschietti parece querer refugiarse más en lo que a simple vista parece un trabajo de puesta en escena solvente, pero lo que sucede es que se acaba quedando a medias con demasiada frecuencia. De hecho, cuando mejor funciona es cuando se centra en reproducir de la forma más natural posible la amistad entre los protagonistas, aunque ahí creo que el mérito recae más en una unión de los aciertos del guion que aparece firmado por Fukunaga, Chase Palmer y Gary Dauberman que en el hecho de que el responsable de ‘Mamá’ aporte realmente algo destacable.
El club de los perdedores
Comentaba antes que no todos los miembros del club de los perdedores gozan de un desarrollo igual de trabajado. Eso era de esperar por una simple cuestión de duración, pero la amistad que surge entre ellos consigue dar la sensación de genuina y eso ayuda mucho a que ‘It’ sea como mínimo entretenida y cuente además con ciertos momentos con ese encanto necesario para que nos encariñemos de ellos y realmente nos importe algo esa lucha contra el miedo mismo a la que han de hacer frente.
Dicho esto, yo disfruté especialmente con las actuaciones de Sophia Lillis como Beverly, Finn Wolfhard como Richie y Jaeden Lieberher como Bill. La primera no solamente conquista a varios del grupo de amigos, sino que también logra hacerlo con el espectador, logrando hasta sobreponerse al débil tratamiento de la trama con su padre. Por su parte, Wolfhard -que también da vida a Mike en ‘Stranger Things’- se beneficia de ser el que tiene un mayor arsenal cómico y Lieberher logra liderar el grupo de forma convincente pese a ciertos titubeos iniciales.
Los demás cumplen adecuadamente pero se ven limitados por tramas algo más unidimensionales que es cierto que aportan algo de variedad al conjunto, pero lo hacen a costa del sacrificio individual. Un ejemplo de ello es el vaciado de importancia de Mike, ganando la película pero a su costa. A algunos quizá no les guste la idea, pero pese a que me encanta verlos a todos en pantalla como fan de la novela, quizá simplemente sean demasiados y se debería haber prescindido de alguno de ellos para su salto a la gran pantalla.
El nuevo Pennywise
Curry creó un Pennywise inolvidable, un villano con tanto magnetismo que estoy convencido de que muchos recuerdan con tanto cariño la miniserie de 1990 porque básicamente se acuerdan de su inolvidable interpretación y de poco más. Lo primero que hay que destacar en el caso de Bill Skarsgård es que se trata de una aproximación diferente, llevando más allá ese look siniestro del que hace gala. Casi podría decirse que es todo más evidente, pero eso no es necesariamente malo.
De hecho, Skarsgård cumple con holgura utilizando su voz oscilando entre lo seductor, lo terrorífico y hasta lo grotesco según lo requiera la situación. Él da la talla con holgura y cuenta con un aliado de lujo en el español Javier Botet dando vida a otra de las siniestras criaturas utilizadas por Pennywise. Es verdad que no llega al nivel de Curry, pero es que aquí lo juguetón queda un poco de lado en beneficio de lo que Muschietti cree que representa el terror a día de hoy.
Sobre el papel, ‘It’ es una gozada. No se cortan con la violencia pero tampoco se recrean en ella, hay más sangre que en la mayoría de cintas de terror con un gran estudio detrás de los últimos años y la escenografía está muy cuidada para intentar potenciar ese imprescindible clima de mal rollo. Lo que falta es ese algo detrás que defina mejor el terror al que es sometido Derry por el ataque de Pennywise. Eso no está más allá de detalles puntuales y hace daño a la película, la vuelve más convencional de lo que debería ser.
La cuestión es que el Pennywise de Skarsgård no tiene culpa de ello pero sí que se ve afectado por la forma de abordar el terror echado hacia atrás de Muschietti. Por mi parte no creo que haga nada realmente mal, pero sí falla en lo que no llega a hacer. ‘It’ podría haber sido un cruce un acercamiento a la adolescencia que fuera siendo paulatinamente más asfixiante y eso es algo que no logra o no quiere hacer.
En definitiva, ‘It’ es una entretenida adaptación en la que brillan las interpretaciones y la labor de recreación de época, donde afortunadamente no acaba cayendo en la saturación de la que sí hacía gala ‘Stranger Things’. Además, cuenta con escenas bastante inspiradas, pero le falta ese hilo conductor, esa decisión a ir hacia un punto concreto y hacer todo lo necesario para dar una mayor entereza a una película que acaba funcionando mejor por partes. Con todo, le vale para superar con holgura a la miniserie, y eso que allí la primera parte era la mejor de las dos. Esperemos que no suceda lo mismo aquí.
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