Netflix llevaba ya un buen tiempo alimentando las expectativas hacia 'Insiders', el primer reality español de la plataforma. Mucho misterio y la promesa de poco menos que una revolución para este tipo de formato en nuestro país, pero haciéndolo para recuperar la magia del primer 'Gran Hermano' y no aquello en lo que acabaron degenerando la mayoría de estos formatos en España.
De hecho, en varios momentos de los cuatro episodios que he podido ver de 'Insiders' se nota que uno de sus objetivos es replicar ese encanto particular de esa primera edición de 'Gran Hermano'. Sin embargo, es muchas más cosas que eso para intentar follar el cerebro tanto de los concursantes como del público, pero la experiencia, al menos por ahora, es bastante desigual.
Buscando lo irrepetible
Con Najwa Nimri como efectiva maestra de ceremonias en la sombra, 'Insiders' es un reality que juega al despiste con sus participantes, ya que les hace creer que están en la fase final de casting para participar en el mismo. A partir de ahí hay un gran cantidad de giros para mantener la incertidumbre sobre lo que sucede y podría pasar, sin importar si para ello hay que introducir ciertos elementos con la idea de forzar esa dosis de realidad y cercanía que dice buscar el programa.
Y es que del primer 'Gran Hermano' se podrán decir muchas cosas malas como que lo de ser un experimento sociológico no dejaba de ser una excusa con la que hacer frente a las acusaciones de fomentar el morbo del público. Sin embargo, sí que tenía algo que se siente fidedigno y único: las reacciones de los concursantes ante algo completamente desconocido para ellos.
Eso dio pie a momentos irrepetibles de la historia de la televisión en nuestro país y en 'Insiders' se intenta conseguir algo similar a ese cruce de ingenuidad y visceralidad fruto de una ilusión genuina por participar en algo así. El problema es que no deja respirar lo suficiente las relaciones entre los personajes para que ese efecto se consiga de forma consistente en lugar de dejar cierta sensación de extrañeza en el espectador.
Entre dos tierras
De hecho, esa sensación de extrañeza acaba por convertirse en la principal seña de identidad de 'Insiders', ya que uno nunca tiene muy claro qué es exactamente lo que busca, porque también hay un poquito de ese morbo habitual en los realities españoles, alguna conversación estimulante y, sobre todo, la sensación de que ni siquiera tú tienes muy claro lo que estás viendo.
Conseguir algo así tiene su mérito si es realmente lo que estás buscando, pero la sensación que deja 'Insiders' es de cierta indefinición, de querer jugar a todo y valerse para ello de la baza de que todo estaba diseñado en mayor o menor medida para que sucediera, casi como si estuviéramos viendo una serie disfrazada en forma de reality en la que el gran golpe final sería que han estado jugando con nosotros en todo momento. Vamos, que se han follado nuestro cerebro tal y como diría uno de los concursantes.
Ese último truco de magia sin duda sería irrepetible -otra cosa es que haya alguna posibilidad real de algo así-, pero a veces nos olvidamos que el camino que se anda es tan o más importante que el punto de llegada y ahí 'Insiders' se embarulla. Hay hasta momentos en los que uno simplemente no entiende por qué ha sucedido tal o cual cosa, por mucho que en ocasiones haya promesas más o menos implícitas de abordarlas más adelante. Un poco la táctica del patadón palante y ya se verá si lleva a algún sitio o no.
A su favor, 'Insiders' capta rápidamente tu curiosidad y nunca la pierde, ni siquiera en esos momentos en los que uno puede llegar el interés hacia lo que sucede. Cuando mejor funciona es cuando más sobrevuela la idea de estar viendo 'El método' aplicado a entrar en un reality como equivalente de conseguir un codiciado trabajo. Tener a Nimri como nexo en común entre ambos reconozco que ayudó, pero la película de Marcelo Piñeyro basado en la obra de Jordi Galcerán paso casi tan a menudo por mi cabeza como esa mítica primera edición de 'Gran Hermano'.
El problema es que las cosas no terminan de fluir y el proceso se complica demasiado sin que eso beneficie realmente al conjunto. Es comprensible que se juegue mucho la carta del desconcierto, un poco para trasladar las emociones de los concursantes al público para buscar cierta sinergia entre ambos, pero se abusa de ella.
En resumidas cuentas
'Insiders' quiere ser más listo que nadie, intentando al mismo tiempo recuperar algo único y a la vez estar sorprendiendo de forma constante. La mezcla es muy llamativa de entrada, pero llega un punto en el que todo acaba resultando un tanto aleatorio, dejando así al programa en un extraño punto intermedio entre la búsqueda de lo real y lo completamente manufacturado.
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