De entre todas las preguntas que le pueden hacer a uno a lo largo de su existencia, hay una en particular capaz de cortocircuitar hasta a la mente más desarrollada y preparada: ¿Cuál es tu película de Pixar favorita? Por suerte, servidor no titubea ni un instante para etiquetar 'Los Increíbles' como la mejor pieza que el estudio de animación californiano ha gestado en sus más de tres décadas de historia.
Este amor por el debut de Brad Bird con la compañía fundada por John Lasseter, sumado a los no necesariamente malos, pero discretos resultados de las secuelas de notables cintas de la casa como 'Buscando a Dory', 'Monstruos University' o ambas continuaciones de 'Cars', me hicieron temer lo peor cuando se anunció 'Los Increíbles 2'. Por suerte, el recelo ha terminado convirtiéndose en una de las mayores alegrías de esta temporada cinematográfica 2018.
La nueva aventura de la familia Parr triunfa entre sus congéneres —tanto en el ámbito superheróico como dentro del cine de animación contemporáneo— capturando hasta la última gota de la esencia del filme original; recuperando todos y cada uno de los elementos que la hicieron brillar en el ya lejano 2004, devolviéndonoslos intactos y, en cierto modo, hipervitaminados.
'Los Increíbles 2' resulta un largometraje ejemplar en múltiples aspectos. La dirección de Bird, como cabría esperar de un veterano del medio con su talento y oficio, es sencillamente sobresaliente; destacando al mismo nivel una factura técnica que exprime la tecnología actual para brindarnos un asombroso espectáculo de primer nivel envuelto por las únicas —y continuistas— partituras de un Michael Giacchino que marca un nuevo techo en las bandas sonoras Pixar.
Es una verdadera lástima que el libreto del filme, entre sus múltiples bondades —relacionadas principalmente con el soberbio tratamiento de sus personajes y temáticas subyacentes—, termine pecando de rutinario y falto de riesgo, y adolezca de una falta de sorpresa y una previsibilidad que convierten el giro principal de la cinta en un secreto a voces desde sus primeros compases.
Además de esto, la problemática de contar con un nutrido número de superhéroes con infinidad de habilidades diferentes en pantalla, impide el desarrollo natural y coherente de las secuencias de acción; ya no sólo por la utilización de Jack-Jack como un deus ex-machina andante, sino por el modo en que se omiten algunos poderes a voluntad del guionista para mantener la tensión y el conflicto dentro de unos márgenes efectivos.
No obstante, estos pequeños patinazos narrativos quedan completamente sepultados bajo el arrollador encanto natural de una 'Los Increíbles 2' más bondiana que nunca, y que enriquece sus divertidísimas dos horas de metraje con un oportuno e inteligente discurso feminista para la era post-Lasseter del estudio; redondeando así una nueva obra maestra animada que obliga a pedir a gritos más antifaces, superpoderes y epopeyas familiares made in Pixar.
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