La verdad es que casi ni tenía esperanzas de poder ver estrenada es 'Heathers', pero por fin podemos disfrutar (al menos en Europa gracias a HBO) de los tres primeros episodios del remake televisivo de 'Escuela de jóvenes asesinos' (el resto de episodios llegará el miércoles que viene). Y, creo, la espera ha merecido la pena.
La serie no lo ha tenido nada fácil: su estreno oficial en EEUU estaba planificado para marzo en Paramount Network y, de hecho, tuvo preestreno online del piloto. Sin embargo la masacre de Parkland, Forida, canceló los planes de la cadena. Tras poner nueva fecha (para julio) Viacom (la compañía madre de Paramount) decidió que 'Heathers' no se estrenaría en ninguna de las cadenas del conglomerado... con lo que la serie se ha quedado en el limbo en busca de nuevas cadenas.
Pero ¿por qué Paramount no ha querido emitir esta nueva 'Heathers'? La verdad es que tras ver (y volver a ver) los tres primeros episodios, no tengo clara otra respuesta que no sea porque (además de unas tibias críticas iniciales) la serie, escrita por Jason Micallef, juega con cierta sátira con temas muy sensibles actualmente como es el acoso escolar, los odios y fobias sociales, el consentimiento sexual, etc. en un clima de instituto.
En 'Heathers' se subvierten los roles del estatu social (de instituto) a través de una tiranía impuesta por las Heathers, que se aseguran que el Instituto de Westerburg sea un lugar seguro libre de todo tipo de opresión por cualquier motivo. Ellas son Heather Chandler (Melanie Field), la líder, influencer y "body-positive"; Heath (Brendan Scannell), un de género no-binario; y Heather McNamara (Jasmine Mathews), una chica biracial de quien descubren que se hizo pasar por lesbiana para sentirse aceptada.
Un ejemplo de esta subversión de roles lo vemos casi nada más empezar la serie. Hay una escena en la que Heather Chandler llega a cafetería y con todo su poderío abronca y acusa de racista a uno de los atletas del instituto por llevar una camiseta de los "Pieles rojas" de Remington y lo compara con Auschwitz. Técnicas de matón, pero realizado por una autoproclamada guerrera de justicia social.
Un grupo en el que no termina de encajar Veronica Sawyer (Grace Victoria Cox), que sufre porque es "demasiado normal" (blanca, heterosexual, de clase media/alta, ex-animadora...) en un sitio en donde ser diferente (y llevarlo con orgullo) es lo popular y no está nada cómoda con la crueldad de las Heathers. En estas conocerá a JD (James Scully), quien la invita a enfrentarse a lo establecido.
En el primer episodio de 'Heathers' este enfrentamiento escala repentinamente hasta la muerte accidental de Chandler, que Veronica y JD logran colar como un suicidio que se hace viral ("emoji carita triste; emoji píldora"). Esto sacude toda la estructura social del instituto y atletas, animadoras y demás tienen de nuevo la oportunidad de ser los populares (y mandamases) del instituto... hasta que descubren que no estaba muerta.
'Heathers' es fantástica. Una atrevida sátira de los dramas de instituto que toca temas incómodos y que usa los que hubieran sido marginados en los ochenta como los nuevos "bullies". Sin embargo, el mayor problema radica en que la serie no solo toca temas muy sensibles (como el suicidio, o las relaciones entre alumnas y profesores) sino que usa un discurso que puede enfurecer a los paladines de todo tipo de causas y la jauría que nos convertimos cuando vemos alguna actitud inapropiada.
Es casi un reflejo de Twitter. Ojo, la serie no es permisiva con la intolerancia. Simplemente cuestiona esta época de piel demasiado fina y de beligerancia. Ahí es donde tiene su mayor obstáculo: ese aura de cinismo en sus personajes que rodea la serie hace que nos sea difícil hacernos con ellos, sobre todo cuando Veronica no logra destacar.
En cierto sentido, 'Heathers' no termina de diferenciarse de otras series y películas de instituto que abordaron temas similares. Recuerda un poco a esa primera época de mala leche que tenía 'Glee', o incluso podríamos estar hablando de un spin-off de 'Las farsantes' ('Faking it') de MTV o incluso de otras como 'Scream Queens'.
Sin embargo creo que Jason Micallef recoge buenas ideas de las series de estos últimos años y escribe una buena comedia adolescente. Es divertida, aunque no exenta de drama, y tiene muy claro cómo quiere ser. Lástima que parece que se van a quedar en los ocho episodios de la primera temporada, porque podría haber sido muy interesante.