'Gravity', la vida

'Gravity' (id, Alfonso Cuarón, 2013) es una de las grandes películas del año desde su estreno. Muchas palabras se han vertido ya al respecto, epítetos gastados mil y unas veces en desahogarse en lo que muchos consideran un clásico instantáneo apresurándose a dejar impresiones sobre algo que es mucho más que una simple película, un experiencia pura y dura en la que Alfonso Cuarón ha estado trabajando los últimos años de sus vida hasta hacer un trabajo que ha obtenido una respuesta popular y crítica fuera de lo común. ¿Es tal vez 'Gravity' la prueba patente de lo que muchos pensábamos, que Cuarón se halla entre los narradores más grandes del cine actual? No soy fan de su aproximación al universo de Dickens ni de su aventura de Harry Potter, eso sí, la mejor de todas, la entrada en Hollywood para demostrar que podía encargarse fácilmente de una supeproducción.

'Y tu mamá también' (2001), con ecos de Truffaut e 'Hijos de los hombres' ('Children of Men', 2006) son manjar de otro paladar más exquisito y exigente. El film protagonizado por Clive Owen ofrecía un futuro cercano desolador que acariciaba el fin de la raza humana, destacando con una puesta en escena que lograba lo que muy pocos logran en la actualidad, y muchos han olvidado, escribir con la cámara, que diría Douglas Sirk —por poner un ejemplo de director radicalmente distinto al mexicano y conocedor de la más importante herramienta narrativa del séptimo arte—. Con 'Gravity' Cuarón da un paso más poniendo en imágenes de aparente sencillez y articulando con la puesta en escena en todo su esplendor un discurso emocionante sobre la vida en sí a través de la historia de una mujer astronauta en la aventura más grande de su existencia. Puro cine de aventuras no falto de reflexión y lleno de detalles en cada plano, en cada minuto de su condensado metraje, otro de los aciertos, en este caso atrevidos, de esta obra maestra.

(From here to the end, Spoilers) La premisa de 'Gravity' parte del primer vuelo espacial a bordo de un transbordador por parte de la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock), que acompañada del veterano Matt Kowalski —George Clooney, que aportó ideas sobre su personaje— sufrirá un accidente espacial de catastróficas consecuencias dejando a ambos flotando y con pocas posibilidades de sobrevivir. La veteranía frente a la inexperiencia que se convertirá en fuerza de voluntad y ganas de vivir. Cuarón demuestra un dominio narrativo desde el primer minuto que deja literalmente con la boca abierta, al hacernos sentir, o acercarnos a ello, con una puesta en escena deslumbrante que pasa por impresionantes planos secuencia hasta tomas subjetivas como si fuésemos nosotros los protagonistas. Un ejercicio de estilo tal que sobrepasa en intenciones todo posible artificio al plasmar en pantalla algunos de los apuntes argumentales más interesantes y efectivos que ha dado el cine mainstream en los últimos años.

'Gravity' es la historia de la supervivencia del ser humano, la historia de Stone, una mujer que tras alcanzar la estación rusa adopta una posición fetal y a partir de ahí experimenta un auténtico nacimiento, una vuelta a la vida que quedó truncada por la pérdida de una hija, que nunca jamás debería abandonar esta vida antes que un padre o una madre. El tour de force en toda regla que se marca Sandra Bullock, actriz que dicho sea de paso no suele convencerme, es de los que hacen historia aunque suene exagerado. Si esta actriz merece un Oscar —ese premio en el fondo tan absurdo, pero que en cierto modo representa el triunfo máximo de un actor, al menos estadounidense— sin duda es por esta película y no por la que lo ganó, de cuyo título ya me he olvidado afortunadamente. A ello también ha ayudado sin duda la excelente mano de Cuarón para los actores, en este caso dos estrellas que logran precisamente desenvolverse de su aura de actores archiconocidos por todo el mundo.

Aunque 'Gravity' tenga en pantalla todo el rato a Bullock, la verdadera estrella es el director que se atreve además a que una película de estas características dure tan sólo 90 minutos con títulos de crédito incluidos. En una época en la que las grandes producciones, sobre todo las que están llenas de efectos visuales, y ésta lo está, suelen sobrepasar las dos horas largas, volver a una duración muy típica de los años dorados de Hollywood es algo que honra a Cuarón. Pocas veces han armonizado tan a la perfección los múltiples elementos técnicos y artísticos que conforman una película, y entre todo ellos destacan el crescendo dramático que marca la sensacional partitura de Steven Price, y sobre todo el trabajo de fotografía de Emmanuel Lubezki, que logra algunas de las tomas más bellas de un muy creíble espacio con nuestro planeta de fondo, algo que no se veía desde el trabajo de Jack N. Green en 'Space Cowboys' (id, Clint Eastwood, 2000).

'Gravity' da comienzo en el espacio, con el ser humano y los más grandes adelantos técnicos a su disposición, y concluye tras todo un periplo por parte de Stone, en una orilla con una mujer en bragas sosteniéndose duramente sobre sus piernas como si estuviese aprendiendo a caminar. Cuarón mira de frente a la humanidad, a la que hace realizar un viaje metafórico al revés, y ya de paso establece una alegoría sobre la crisis, cualquier crisis, y la absoluta necesidad de conocernos a nosotros mismos, sin artilugios, sin maquinitas ni aparatosas máquinas espaciales, el absoluto derecho de volver a nuestras raíces y comprender de dónde venimos y nuestra esencia, para simplemente levantarnos, enfrentarnos a nuestras calamidades dejando atrás nuestras lágrimas y llantos por lo perdido, y seguir. Seguir caminando hacia delante, aunque nos sintamos completamente solos.

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