M. Night Shyamalan llevaba tantos años hablando de una secuela de ‘El protegido’ que seguro que no era el único que había perdido la fe en que alguna vez llegásemos a verla. Luego nos sorprendió con el final de ‘Múltiple’, logrando captar la atención tanto de aquellos más interesados en su cine de hace unos años como aquellos que ha sido a partir de ‘La visita’ cuando más han disfrutado con sus obras.
Con ‘Glass (Cristal)’ se enfrentaba al reto de unir a esos dos cineastas que son en realidad el mismo. Su gran manejo para la puesta en escena siempre ha estado ahí, pero llegó un momento en el que prefirió dejar atrás los límites de las grandes producciones para poder moverse con mayor libertad. Eso se mantiene en la película que nos ocupa, un estupendo cierre para la gran trilogía sobre superhéroes de Shyamalan.
Uniendo dos universos
El primer reto de ‘Glass (Cristal)’ era ver cómo Shyamalan encajaba los universos de ‘El protegido’ y ‘Múltiple’. Es cierto que en realidad son el mismo, pero ambas películas diferían a muchos niveles y ese encaje era el primer obstáculo que había que sortear para llegar a la meta. Siendo justos, la película se acerca más a ‘Múltiple’, sobre todo en su segundo acto dentro de un centro de evaluación psiquiátrica.
Y es que lo que hace realmente ‘Glass (Cristal)’ es introducir -muchos- elementos de ‘El protegido’ en lo que es más una prolongación de ‘Múltiple’ aunque funcione bastante bien como una extensión de ambas. Eso se traslada a otros apartados técnicos, en los que Shyamalan ha optado por una continuidad respecto a su inmediata predecesora, pero incluyendo luego también algunos temas de la impecable banda sonora de James Newton Howard para ‘El protegido’.
Dicho esto, la introducción de Bruce Willis y Samuel L. Jackson jamás se siente como un pegote. El primero cuenta con un ligeramente mayor protagonismo que James McAvoy durante el inicio, mientras que el segundo va ganando presencia e importancia a medida que pasan los minutos. De esta forma, la llegada de ambos se siente como una evolución natural del estado actual de las cosas, pues recordemos que ‘El protegido’ se estrenó en el año 2000 y ese tiempo también ha pasado en ‘Glass (Cristal)’.
Una continuación lógica y apasionante
Ya en ‘El protegido’ se notaba que a Shyamalan le interesada dotar de una notable capa de realismo a la figura del superhéroe y en ‘Glass (Cristal)’ propone una premisa muy jugosa: ¿cómo es posible que solamente esos personaje sean superhéroes, no será que en realidad no lo son y hay alguna explicación para todas las cosas extraordinarias que han hecho? Al situarles en una posición pasiva es más fácil explorar esa idea -aunque esto desluzca un poco la puesta en escena al limitarla-, siendo ahí donde entra el personaje interpretado por Sarah Paulson.
Personalmente, toda la parte de evaluación psicológica de ‘Múltiple’ me daba algo de pereza. No estaba para nada mal resuelto, pero estaba más dentro de la película cuando se centraba en la peculiar relación que se establecía entre los personajes de McAvoy y Anya Taylor-Joy. Temía que me fuera a pasar algo parecido en ‘Glass (Cristal)’, pero esa parte resulta apasionante en lugar de una forma de frenar la progresión argumental antes de la explosión que tiene lugar en el tercer acto.
Además, se nota el interés de Shyamalan desde la planificación de los planos hasta su ejecución para seguir una narrativa que recuerde en cierta medida a la propia de los cómics. Ahí es mucho más sutil que en el guion, donde existen algunos subrayados en esa dirección de los que quizá se podría haber prescindido. Lo mismo sucede con otros elementos de continuidad -algo muy cuidado, ya que incluso recupera a Spencer Treat Clark- como el innecesario y demasiado extenso cameo del propio Shyamalan.
No son detalles que lleguen a afear realmente el resultado final, pero sí que ayudan a situarla por debajo de ‘El protegido’, aún hoy la mejor película firmada por Shyamalan y de la que es inevitable acordarse no ya solamente por su naturaleza de secuela, sino porque tampoco escasean los flashbacks utilizando escenas rodadas en su momento.
‘Glass (Cristal)’, un cierre a la altura para los personajes
Centrándonos en cómo cierra ‘Glass (Cristal)’ la historia de los tres personajes principales es obvio que es McAvoy el que menos cambios tiene respecto a lo que ya vimos en ‘Múltiple’, pues apenas ha pasado tiempo entre ambos relatos. Eso sí, el actor vuelve a estar impresionando impresionante manejando la gran cantidad de personalidades de su personaje y sabiendo manejar de maravilla la mayor importancia de la primera de todas ellas.
Por su parte, el tiempo sí se ha dejado notar en el caso de Willis y Jackson, sobre todo en el caso del primero. Eso sí, el actor obvia su pereza habitual de los últimos años y vuelve a convertirse realmente en ese David Dunn con el que nos conquistó en su momento, mientras que Jackson disfruta con ese lado más oscuro pero sin dejar nunca de lado la misión que tiene en mente, en cierta medida liberadora para cualquier otro que tenga habilidades especiales.
Eso sí, ‘Glass (Cristal)’ funciona mejor cuando se centra en ellos que en los tres personajes que refuerzan su individualidad, ya que sí aportan ese extra que busca Shyamalan cuando coinciden con ellos, pero también se les da algo de espacio para sí mismos y ahí el interés decae. Nada grave que nos impida seguir metidos en la película, pero sucede.
En definitiva, ‘Glass (Cristal)’ es una película que une con acierto los mundos planteados por ‘El protegido’ y ‘Múltiple’, acercándose algo más a esta última pero sin que por ello deje de resultar una evolución natural de ambas. Sigo prefiriendo la primera aventura de David Dunn, pero Shyamalan ha conseguido despedirse por todo lo alto con la última entrega de su trilogía de superhéroes.
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