Tras mi visita al Festival de Cine Español de Málaga, vuelvo con mucho que contaros, pero empiezo por la crítica de 'Fuera de carta' porque esta misma tarde, 11 de abril, ya podréis encontrarla en las salas. Javier Cámara y Lola Dueñas protagonizan el film, que se ve respaldado por la interpretación de Fernando Tejero como secundario. Con un equipo procedente de la televisión, que confirma lo que os decía hace pocos días, el film está dirigido por Nacho G. Velilla y escrito por el propio Velilla, David Sánchez Olivas, Oriol Capel Mir y Antonio Sánchez Olivas.
En otras ocasiones he reivindicado el modo de escritura televisivo, es decir, en equipo, para lograr comedias que realmente sean divertidas. Con tantas mentes pensantes colaborando por una misma causa es más factible alcanzar una película que de verdad haga gracia y que tenga una alta densidad de chistes buenos por minuto. No hay nada peor que esas cintas que se autoproclaman comedias y que, como máximo, te hacen sonreír dos veces a lo largo de hora y tres cuartos. 'Fuera de carta' me da la razón en ese sentido. La película de Velilla es desternillante y la llegada de momentos cómicos no se hace esperar. Sin embargo, el humor es lo único logrado de un guión que se acerca demasiado a los films norteamericanos en la moralina y el final conciliador.
Habría sido preferible que se hubiese buscado un argumento más simple para dar cabida a todas las guasas, que rebuscarlo con algo profundo y humano, no por el hecho en sí de hacerlo que, en teoría, está muy bien; sino por la forma en la que lo han resuelto. Maxi, el personaje de Cámara, es un cocinero que vive sin tapujos su homosexualidad, pero que tiene unos hijos de un matrimonio de conveniencia. Cuando el mayor hacía la comunión y la madre estaba embarazada de la pequeña, se descubrió su verdadera tendencia sexual y él huyó del pueblo por miedo a las críticas. Por lo tanto, al mayor no lo ha vuelto a ver y a la pequeña no la conoce. Al comienzo del film la madre muere y Maxi tiene que hacerse cargo de los niños, que no se lo pondrán fácil.
Este aspecto aleccionador que os comentaba tiene como única posible ventaja el ofrecer una evolución de personajes completa y justificada. Sin embargo, ni en el protagonista ni en el secundario que podría evolucionar: el hijo, vemos que se produzca un cambio paulatino, sino una repentina transformación que se nos hace falsa. Cámara comienza siendo déspota con sus cocineros y cuando nos acercamos al final sigue siendo déspota con los cocineros y maleducado con los clientes. En una escena casi plagiada de 'Deliciosa Martha', demuestra un teórico mal humor por su situación, pero como desde el inicio lo habíamos visto comportarse con la misma falta de amabilidad, se pierde efectividad. Y sólo hacia el final, cuando se le presenta la oportunidad que siempre había buscado, es cuando se produce su cambio. El hijo, que podría ser quien más cambiase, es siempre igual –quizá con altibajos— hasta que se da cuenta de un dato que no puedo desvelar y entonces se transforma por completo. Además, deberíamos ponernos de su parte, pero es un personaje que cae tan mal, que no es posible.
SPOILER La escena en la cual decide renunciar a la estrella Michelín para demostrar el amor hacia los hijos es la más americana en el mal sentido. Por otro lado, lo de que al final se vaya a vivir al pueblo, sin haber resuelto el hecho de que la gente de allí lo pueda discriminar, es lamentable. Nos parecería bien que le bajasen los humos (nunca mejor dicho) del ambiente (nunca mejor dicho) un tanto estupidín y fashion de Chueca, pero de ahí a mandarlo a vivir con los padres, hay un buen trecho. FIN DEL SPOILER.
Otro aspecto del guión que encontramos aquí y que nos recuerda mucho a las tramas de las telecomedias de las cuales son autores los guionistas y el director son las situaciones vodevilescas o de malentendidos. Por supuesto, esto produce humor, pero quizá es la fórmula más obvia y facilona de lograrlo. Series como 'Aída' o anteriormente 'Siete vidas' son, como esta película, sumamente divertidas y yo admiro mucho a sus creadores, pero si algo se les puede reprochar es que estos recursos, después de verlos tantas veces, se hacen cansinos.
El tema de la homosexualidad es el trasfondo de toda una historia que en realidad trata sobre la amistad, la paternidad y la forma de ser de los individuos. Pero es justo el motivo de la mayoría de los chascarrillos. Esto se puede entender de forma positiva, pero es fácil pensar que se trate de una película políticamente incorrecta, pues cuando el padre de Maxi cuenta un chiste homófobo, no nos reímos de lo facha que es él, nos reímos con el chiste. Afortunadamente, que el actor principal sea gay en la vida real eliminará muchas tentaciones de protesta, pero incluso aunque su pluma sea menor que la de muchas personas reales, se podría considerar que se ha realizado una caricatura más que un retrato de personaje.
Lola Dueñas es una gran actriz, pero su personaje no es adecuado para ella. Debería añadir mucha comicidad y, sin embargo, Dueñas resulta más bien seria o incluso patética. Y su función de Pepito Grillo es demasiado evidente. No cae bien y no hace falta dentro del argumento, pero sí absorbe mucho tiempo y enfarraga la trama. El argentino también es un personaje de mentira: guapo, bueno y comprensivo en exceso. Por mucho que se diga que lo ha conquistado por el estómago, resulta difícil creer que se interese por Maxi.
Javier Cámara resulta muy divertido y sostiene prácticamente solo muchas de las escenas, en especial aquellas en las que le dan réplica los dos anteriores. Fernando Tejero está como siempre y, como cabría esperar, es de él de quien vienen la mayor parte de los chistes. Los actores que apenas aparecen, pero que deberían estar presentes mucho más tiempo son Chus Lampreave y Luis Varela. Sólo por ellos dos ya merece la pena ir a ver la película, incluso aunque tenga defectos. Él, con sus frases que parecen sacadas de 'Escenas de matrimonios' y sus chistes homófobos, está muy gracioso. Y ella, en su línea que hemos podido ver en los films de Almodóvar, vale un mundo.
La película de Miguel Albaladejo, 'Cachorro', contaba un tema similar de forma mucho más acertada. Aquella no era una comedia, pero a cambio profundizaba en los personajes con una mayor autenticidad.
A pesar de todo lo dicho, recomiendo 'Fuera de carta' vehementemente a cualquiera que desee pasar un buen rato y echarse unas risas. Es muy divertida y no deja de entretener en ningún momento. La parte de la moraleja podemos tratar de ignorarla y disfrutar.
Más información en Blogdecine sobre 'Fuera de carta'.
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