Quienes hayan indagado en la carrera de David Harbour más allá de su sheriff Hopper en 'Stranger Things', su papel más popular, sabrán que esconde más que una presencia física imponente. Inyectó inesperados humor y humanidad a su 'Hellboy', rivalizando con el de Ron Perlman. Brindó matices a papeles secundarios en películas como 'Caminando entre las tumbas'. Y ahora se revela como un estupendo actor de comedia ridícula en 'Frankenstein's Monster's Monster, Frankenstein', que abreviaremos a 'FMMF' para no volvernos locos.
Este es un falso documental exclusivo para Netflix, tan modesto, frenético y extraordinariamente extravagante que parece un capricho contractual de estrella, un premio por participar en la producción más famosa de la plataforma. Sus auténticos responsables no son tan ajenos a la comedia estrafalaria: dirige Daniel Gray Longino, guionista del algún especial del dúo cómico Tim & Eric y director de ¿Quién es América?, la última serie de Sacha Baron Cohen; y escribe John Levenstein, que se ha dejado ver por series como 'Silicon Valley' o 'Arrested Development'.
'FMMF' cuenta, en apenas treinta minutos ("más giros que Stranger Things", en supuesta y venenosa cita de David Harbour en el trailer del programa) cómo Harbour se sumerge en la vida de su padre, David Harbour Jr. (porque hubo un abuelo Sr.; él es Harbour III), un pomposo actor teatral. Harbour Jr. interpretó al doctor Frankenstein en una obra de teatro filmada para televisión. ¿O fue al monstruo? ¿O a ambos? La cuestión es que Harbour Jr. escondía muchos secretos, y Harbour hijo está dispuesto a que se conozcan.
El hilo conductor del programa es la supuesta obra de teatro en la que se dan cita el egomaníaco padre de Harbour, una también algo desnortada actriz interpretada por la veterana cómica Kate Berlant y un maestro de la interpretación al que encarna un inesperado Alfred Molina, entre otros. Todos ellos ponen en solfa las convenciones del teatro (una pistola de Chéjov que obviamente nunca será disparada, interpretaciones pasadas de melodramatismo, movimientos ridículos por el escenario) en un tono que a veces recuerda a los clásicos metatelevisivos del Reino Unido de los setenta, Monty Python en cabeza, y otras veces, al delirio multiparódico de 'Agárralo como puedas'.
De hecho, Harbour tiene muy presente que la parodia es más graciosa cuanta más solemnidad imposte. Por ello, el conjunto alcanza a menudo elevadísimas cotas de delirio gracias a la absoluta seriedad de los personajes, que se combina con una ametralladora de gags que va de giros argumentales demenciales a personajes que se quedan dormidos. El resultado es, en cualquier caso, inclasificable y caótico.
'Frankenstein's Monster's Monster, Frankenstein': Matar al padre
La total imprevisibilidad de 'FMMF' consigue que sus treinta minutos se pasen en un suspiro. Pero ese aparente caos esconde una meditada carga explosiva: por supuesto, hay chistes con el habitual lío de que el monstruo de Frankenstein sea más conocido por el nombre de su creador y algo de parodia vodevilesca, pero en realidad esconde una reflexión contundente sobre el desmedido ego de los actores y sus técnicas de interpretación, tan ridículas desde el punto de vista del profano.
Puede decirse que es obvio con un título como 'El Monstruo del Monstruo de Frankenstein, Frankenstein', pero lo cierto es que este mockumentary no pierde el tiempo en sumergirse en la chorrada: lo primero que hace David Harbour es presentarse como último descendiente de una estirpe de intérpretes, y mostrar fotos de su padre y su abuelo... que obviamente son él mismo. El juego habitual en tantos falsos documentales de dejar un resquicio de duda sobre la verosimilitud de la historia vuela aquí por los aires a los pocos minutos, porque los responsables de 'FMMF' están más atentos al delirio que al engaño.
Aún así, es encomiable el mimo con el que se tratan determinadas escenas: el teatro filmado al estilo de la televisión vintage (la parodia no solo alcanza la temática y las interpretaciones, sino también, muy inteligentemente, la puesta en escena) y las clases de interpretación del maestro de Harbour Jr. hilan fino. Gracias a detalles como esos y a las estupendas interpretaciones de todo el reparto, engoladas y ridículas, 'FMMF' va más allá de la simple parodia para convertirse en una auténtica antología de la dramaturgia infecta.
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