Es curioso que mañana se estrene '88 Minutos', lamentable película en la que sólo se salva la presencia de Al Pacino (y fíjense que digo presencia y no interpretación), en la que se supone que el espectador va a sumergirse en una historia de suspense en la que el tiempo es un factor esencial. Ya hablaré en un próximo post del despropósito firmado por Jon Avnet, pero lo cito porque 'Fourteen Hours' es una película al revés. Me explico. Una vez mostrada la premisa que da lugar a todo el film, el espectador queda atrapado en un drama en el que el tiempo también es algo primordial, pero mientras en el film de Avnet, éste tiene límite e influye en la acción, en la presente película no tenemos ni idea de cómo acabará todo, aun a pesar de su título, el cual hace referencia a las horas que dura la situación planteada.
'Fourteen Hours' nunca se estrenó en nuestro país. Ni siquiera fue emitida por televisión. Tampoco aparece en la famosa Guía del Vídeo-Cine de Carlos Aguilar, probablemente la mejor recopilación en español de películas que existe. Las razones se me escapan, porque estamos ante un drama, con tintes de thriller, realmente original, y estupendamente filmado, por un excelente director como fue Henry Hathaway, responsables, entre otras joyas, de 'Sueño de Amor Eterno' o 'El Beso de la Muerte'.
SPOILERS 'Fourteen Hours' empieza cuando un botones le lleva el desayuno a un hombre a la habitación en la que se hospeda en un hotel de Nueva York. En un abrir y cerrar de ojos, el hombre sale a la cornisa y amenaza con suicidarse. Pronto salta la alarma, tanto porque la da el botones, como la gente que pasa por la calle y ve a un hombre en el piso 14 de un edificio dispuesto a saltar. Entre la multitud hay un guardia de tráfico que es el primero en subir hasta la habitación. El policía logrará establecer una estrecha relación con el misterioso hombre que quiere quitarse la vida. Mientras tanto, especialistas y policía tratarán de averiguar cómo ha llegado a esa situación.
Lo más llamativo de la película es que prácticamente toda se desarrolla en una cornisa, en la que nuestro desesperado personaje mantiene algunas conversaciones con los distintos personajes que desfilan por el film. A parte de eso, se suceden varias situaciones, alejadas de ese lugar, pero notablemente derivadas por el intento de suicidio. Allá abajo, entre la muchedumbre anónima, se suceden varias microhistorias que no dejan indiferente al espectador. desde los taxistas que no pueden realizar su trabajo por culpa del atasco que se produce en las calles, y deciden apostar sobre cuánto tardará en tirarse el hombre, pasando por la pareja que se conoce justo al pie del edificio y se enamoran, hasta llegar a la pareja que en una oficina del edificio de enfrente están ultimando su divorcio. Ninguna de esas ramificaciones de la trama central, estorban lo más mínimo al ritmo de la película, al contrario, terminan de revestir a la misma, dotándola de nuevos matices. Incluso hay un descarnado ataque a la Iglesia en el momento en el que un patético cura hace acto de presencia. Todo ello gracias a un conciso guión de John Paxton, quien hizo varios trabajos para Edward Dmytrick, como por ejemplo, las famosas 'Historia de un Detective' o 'Encrucijada de Odios'.
Las puesta en escena de Henry Hathaway es ejemplar, sacando un enorme provecho de los lugares, y alternando las acciones de la cornisa y las que suceden alejadas de la misma, con envidiable pericia. También logra una gran sensación de realismo, sobre todo porque los personajes son personas normales y corrientes con las que es fácil identificarse. No tenemos ningún policía ejemplar o malvado carismático. Personas de a pie, que tranquilamente podrían ser nuestros vecinos. Para ello, la elección de actores rehuye de las típicas estrellas o caras conocidas. Richard Baseheart y Paul Douglas dan vida al suicida y al policía respectivamente con una compenetración perfecta. Después desfilan actrices como Agnes Moorehead, en un rol muy de su genio, Debra Paget, Barbara Bel Geddes, inmortalizada en la serie 'Dallas', o Grace Kelly, cuando no era conocida (estamos en 1951), y actores como Jeffrey Hunter, antes de sus títulos más famosos. Un reparto que funciona como un mecanismo de relojería, mezclándose en lo que podría considerarse un antecedente de las películas de varias historia. Una película magnífica, a la que le reprocho simplemente el hecho de en cierto momento, llegando al final, uno de los psicólogos llega a una conclusión acertadísima, teniendo muy pocos datos para ello. Pero se trata de algo muy anecdótico en una película tan viva como ésta. Si os interesa, está editada en dvd al otro lado del charco.
Más cine de Henry Hathaway en Blogdecine: