‘Baby Face Nelson’ (id, Don Siegel, 1957) pertenece a ese grupo de películas de la primera etapa del gran Don Siegel, y del que sólo se acuerdan de películas como ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ (‘The Invasion of the Body Snatchers’, 1956), pero en la que se esconden joyas del calibre de ‘Crimen en las calles’ (‘Crime in the Streets’, 1956) o ‘The Lineup’ (id, 1957), lo mismo que la que hoy nos ocupa, film con el que servidor rindió su particular homenaje al recientemente fallecido Mickey Rooney.
A todos aquellos que tienen el recuerdo de Rooney como actor alegre, saltarín, bromista, siempre riendo y gastando bromas, en una época en la que la comedia podía alcanzar límites casi insoportables en muchas de sus manifestaciones, sobre todo el mezclarla con el musical, es casi de recibo visionar un film como ‘Baby Face Nelson’, en el que el pequeño actor sorprende hasta límites insospechados con su cambio de registro.
Maravillosa serie B
El film de Siegel está realizado con muy pocos medios, algo muy habitual en los trabajos que realizó en aquellos años, aunque jamás fue un director que dispusiese a su alcance de grandes presupuestos. Lo suyo era narrar con una convicción y concisión admirables, sobre todo en el género del thriller de acción, a quien el género le debe y mucho a Siegel. En esta película vuelve a hacer gala de su energía y valía para las secuencias de acción.
La película narra la salida de la cárcel de Nelson para intentar llevar una vida alejada de la delincuencia. Sin embargo, su pasado, y ese punto de fatalismo que suele impregnar todo Film Noir, hacen que al que apodan Baby Face, por su rostro de niño, vuelva enseguida por la senda del crimen, labrándose esta vez toda una carrera llena de violencia y asesinatos.
Al respecto cabe citar el proceso de embrutecimiento del personaje, que llega a alcanzar cierto sadismo en su nueva “exitosa” vida en la que parece que nadie le parará los pies. Un retrato sobre el ascenso y caída de uno de los gángsters más famosos que han existido, sin tener la más mínima piedad con el dibujo del personaje en sí. Malvado, ambicioso, egoísta y casi obsesionado con matar, es curioso como Siegel va asociando el crescendo dramático y violento del film con la personalidad de Nelson, cada vez más abocado a la locura.
Un retrato violento
‘Baby Face Nelson’ no ofrece el más mínimo respiro al espectador. Está llena de persecuciones automovilísticas, de tiroteos, en definitiva, de excelentes set pieces de acción en las que Siegel ya mostraba una gran precisión en el montaje y la planificación, una puesta en escena tan brillante que cuesta creer que la película se realizase con muy poco presupuesto. No hay duda de que a ello contribuye el excelente trabajo en la fotografía, llena de claro-oscuros muy marcados, de Hal Mohr, uno de esos operadores olvidados y en cuyo haber se encuentran trabajos tan fascinantes como el de ‘Capitán Blood’ (‘Captain Blood’, Michael Curtiz, 1935).
Un solo instante de respiro, necesario, agradecido, en su tramo medio, una conversación entre la chica de Nelson (Carolyn Jones) y uno de los amigos de su celosa pareja, instante manejado por Siegel con un sabio manejo del tempo interno, alargando la tensión que provoca la historia en sí, para acto seguido, en el tramo final del film, liberar toda esa tensión en una catarsis de lo más violenta.
Aunque por la película se pasean característicos del calibre de Cedric Hardwicke o Jack Elam, quien se lleva toda la atención y aplausos es Mickey Rooney, capaz de componer un personaje de lo más odioso y malvado, alcanzo su máxima expresión en la tensa secuencia en la que unos niños hace acto de aparición en el punto de mira de Nelson, terrible instante que encuentra su conclusión en el desenlace del film, cuando el personaje se aprovecha del miedo que transmite a los demás y provoca su propia muerte.
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