‘Emoji: La película’ (‘The Emoji Movie’) nació condenada a que muchos viéramos en ella un desastre que nunca debería haber existido. Las imágenes que fueron saliendo tampoco ayudaron demasiado y la crítica acudió puntual a la hora de destrozarla sin piedad, situándola como una de las peores cintas de 2017. Con esos precedentes se le quitaban a uno las ganas de verla, la verdad.
Tiempo después he decidido recuperarla por una mezcla de curiosidad malsana y la necesidad de ver algo con lo que echar el rato sin forzar mucho el cerebro. Iba preparado para lo peor y no me puedo decir que disfrutase con ‘Emoji: La película’, pero sí que creo que se han exagerado mucho sus defectos. En palabras mucho más fáciles de entender, es una chorrada pero no un bodrio.
De donde no hay…
El gran error de partida era la mera idea de querer hacer una película con esa premisa. Por mucho que quieras aplicarle el filtro popularidado por Pixar de dar sentimientos a casos que no los tienen hay que saber cómo desarrollar eso para que resulte atractivo para el público. Aquí no se ha hecho ese esfuerzo, optándose por potenciar al máximo el reclamo visual con el que atraer la atención de los más pequeños de la casa.
Además, eso no se hace a partir de los diseños de los protagonistas -ahí tampoco había demasiado margen por la necesidad de ajustarse a cómo con los propios emojis-, sino por el uso de una paleta de colores muy viva que entra por mucha facilidad en los ojos. Eso seguramente sea suficiente para retener a los niños, pero los adultos necesitamos algo más y es ahí donde se notan las escasas aspiraciones de ‘Emoji: La película’.
Seamos justos, la idea de crear el mundo de Textopolis es lo máximo que se podía sacar de este punto de partida. Luego es verdad que lo desarrollan de forma un tanto simple y con gags de perfil bajo, pero es que su público objetivo es el que es y dentro de ese tono, que resultará muy poco atractivo para la mayoría de adultos, sí logra una consistencia en la que además tampoco hay momentos o diálogos que acaben insultando a la inteligencia.
‘Emoji: La película’ es lo que es y lo sabe
También es cierto que sus escasos "hallazgos" -pienso por ejemplo en los padres del protagonista y cómo su propia naturaleza afecta a su forma de enfrentarse al peligro que corre su hijo- daban para mucho más, pero lo que prima es la aventura de alguien que se ajusta al rol que le han asignado. Lo curioso es que en este caso su odisea parte por su deseo de poder ser quién le han dicho que es en lugar de buscar cumplir un sueño propio.
Este último detalle también puede ser chocante para los que busquen algo que colores vivos que se mueven y personajes que quieren ser simpáticos sin esforzarse tampoco demasiado, pero a mí es uno de los detalles que más me llamó la atención. Y es que aquí no tenemos a un protagonista seguro de sí mismo que va haciendo frente a lo que surge en su camino para lograrlo, sino a alguien que no termina de saber expresar cómo es él por dentro y cómo lo que sucede va a afectando a su decisión final.
No cometeré el error de decir que es un viaje apasionante, pero el libreto de Tony Leondis, que también ejerce como director, Eric Siegel y Mike White sí que cumple unos mínimos para que uno no llegue a aburrirse del todo -tampoco le pidáis mucho más-, consiguiendo así que su ajustado metraje no llegue a resultar una tortura.
En definitiva, ‘Emoji: La película’ está claramente enfocada a los niños y veo cosas en ella que me hacen pensar en que por ahí sus responsables no han hecho un mal trabajo. Más allá de eso queda algo suficientemente fluido como para querer arrancarte los ojos mientras la ves. Buena no es, ni siquiera aceptable, pero todo apuntaba a un espanto absoluto y no llega a tanto.
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