Vin Diesel estaba destinado a convertirse en uno de los grandes héroes de acción de la primera década del siglo XXI, pero decidió que las secuelas no eran lo suyo y abandonó las franquicias ‘Fast & Furious’ y ‘xXx’ para rodar otro tipo de cintas. Además, la única continuación en la que aceptó participar, la discreta ‘Las crónicas de Riddick’ (The Chronicles of Riddick), fue un fracaso, misma suerte que corrieron la mayoría de títulos en los que participó hasta su regreso oficial a la saga ‘A todo gas’ en 2009.
El protagonista de la estimable ‘Declaradme Culpable’ (Find Me Guilty) no ha sido especialmente prolífico desde entonces y ‘El Último Cazador de Brujas’ (The Last Witch Hunter) es su primer intento serio de demostrar sus habilidades fuera de una película con cualquier tipo de red de seguridad. De hecho, bien podríamos hablar de un capricho del actor que a simple vista puede parecer más o menos atractivo, pero que a la hora de la verdad acaba siendo un catastrófico disparate.
’El Último Cazador de Brujas’, un desastre
Es esencial que toda película cree un universo propio interesante y que fije unas reglas bien definidas, en especial cuando introduce un elemento fantástico en el que no se aplican los conocimientos propios del mundo real. Esto gana aún más importancia cuando tienes en mente que sea la primera entrega de una franquicia, cosa que sucede –y con notable descaro- en el caso de ‘El Último Cazador de Brujas’, pero lo que no pasa es nada de todo lo demás, ya que a Diesel parece haberle bastado un cheque generoso y poder darse el capricho de que su personaje se base en parte en el que utiliza para jugar a ‘Dragones y Mazmorras’, o al menos esa sensación da.
Como suele suceder en títulos de estas características, el primer gran problema lo encontramos en el guión de Cory Goodman, Matt Sazama y Burk Sharpless. Es cierto que no hace un trabajo del todo malo planteando la situación y presentándonos al protagonista como alguien torturado que se enfrenta contra una bruja muy poderosa al no tener nada que perder. La cuestión es que luego ese dolor psicológico es dejado de lado convenientemente y sólo reaparece cuando hay que mostrarlo directamente, por lo que Kaulder pierde toda su riqueza interior desaparece y se convierte en un héroe cansino –aquí el carisma ligeramente socarrón de Diesel no le sienta bien- cuya odisea personal jamás logra seducirnos.
Parte de culpa de que el personaje de Diesel nos acabe dando igual la tiene un paupérrimo desarrollo de los personajes secundarios, algunos cuya presencia no va más allá de su utilidad narrativa para que la historia avance –si es que resulta apropiado utilizar ese verbo- y otros quedan desdibujados y solamente Michael Caine consigue dar algo de entereza y humanidad al suyo. Por su parte, Rose Leslie carece de química alguna con el protagonista y sus reacciones desde el guión impiden que ella pueda hacer nada, mientras que Elijah Wood se deja contagiar por el lamentable personaje con el que le toca lidiar y simplemente se limita a deambular por allí como un pegote molesto –sensación que se va acrecentando a medida que avanza el metraje-.
Lo realmente grave es que ya por sí mismos no tienen interés, pero las interacciones entre los personajes carecen de garra y en ocasiones hasta sus reacciones no tienen demasiado sentido. Sé que en parte es por su –ridículo- intento de sorprender al espectador –ahí cae en una mezcla de ser previsible de la peor de las maneras o de salirse por la tangente con explicaciones cuestionables en el mejor de los casos-, pero es que también es resultado de una evolución argumental que tan pronto avanza a trompicones –y mal, porque va alterando cosas de su mitología sobre la marcha- como se estanca sin venir demasiado a cuenta.
Nada que merezca ser salvado
Estoy convencido de que no soy el único que ha conseguido, sea por el motivo que sea, pasar un rato entretenidísimo con películas que uno es consciente de que son malas, pero hay casos en los que resulta imposible por mucho que uno ponga de su parte y ‘El Último Cazador de Brujas’ es uno de ellos. No hay nada que merezca la pena salvar y el problema es que, además de todas las deficiencias apuntadas, acaba siendo un espectáculo aburrido que ni siquiera en sus escenas de tensión logran transmitirnos algo más que desidia.
Sé que un libreto así no invita a hacer grandes esfuerzos, por lo que entiendo que Breck Eisner se limite a colocar la cámara y hacer que nada desentone –de eso ya se ocupa el guión-, pero es una pena que al menos no haga algo para conseguir que sus 70 millones de presupuesto luzcan en pantalla. Cierto es que ‘El Último Cazador de Brujas’ no deja de ser una cinta de serie b o puede que z –en su momento hasta podría haber sido un lanzamiento director a vhs- que ha conseguido mucho más presupuesto del necesario y no ha sabido aprovecharlo.
Todo ello redunda en que los momentos álgidos de la película carecen de la fuerza visual necesaria, lo cual deja aún más al descubierto sus limitaciones dramáticas. Un cóctel mortal que termina de hundir la película como un disparate de lujo cuyo fracaso comercial no debería pillarnos por sorpresa. ¿Virtudes? No sé, durante sus primeros minutos al menos consigue crear unas ciertas expectativas en que puede salir algo entretenido, pero la duda pronto se despeja.
En definitiva, ‘El Último Cazador de Brujas’ es una pérdida de tiempo en la que ni siquiera su generoso presupuesto se deja notar demasiado en el apartado visual –en el mejor de los casos resulta correcta pero anodina y sin la fuerza suficiente en los grandes momentos-, mientras que en lo argumental es un desastre sin pies ni cabeza, tanto en el ridículo desarrollo de la historia como en unos personajes vulgares, en especial en el interpretado por Elijah Wood. Cine para tirar a la basura.
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