Parece ser que el cine español, el bueno, el que tiene interesantes historias que contarnos, se ha dejado los deberes para la vuelta de Septiembre. Y 'El orfanato' es una buena película, y muy comercial (aunque la campaña de marketing que le han realizado haya tenido que ver mucho en su éxito), cosa que no abunda en este cine patrio. Y esa es la virtud de la película, que la misma se te pasa volando. Lo bueno de una película cuando te entretiene.
Pero aquí no vamos a hablar de éxito, sino de calidad. Y si me apuran, por esa manía que tenemos de encasillar las películas españolas dentro de cine español, uno se para pensar y la factura de la misma parece de gran estudio de Hollywood, remarcado desde el principio, por una perfecta ambientación. Y sin embargo, es cine español siendo cine universal, y ahí se nota la mano de Guillermo del Toro.
El valor de J.A. Bayona es atreverse a realizar una película de género, y arriesgarse con una película con cuya historia muchos buscarán semejanzas en otra cinta del reciente cine español. Y además, no cometer el error de engañarnos con el guión, pausado, que nos cuenta las cosas poco a poco, creando la tensión suficiente, y que va creciendo según avanza el metraje de la misma, encajando en un final que te sorprende, aunque no pueda haber otro.
Pero no es justo atribuir el único mérito de la película al director, porque parte de culpa también recae sobre las espaldas de Belén Rueda, que la va amoldando sobre ellas, de tal forma que la termina haciendo suya, sobre todo en los 20 minutos finales. Pero para eso hay que preparar la estructura, y Bayona lo va haciendo con buenas secuencias (fruto de haber visto muchas películas, de las que sin duda saca su influencia): la ansiedad de la madre cuando su hijo desaparece (y uno entiende perfectamente lo que se le puede llegar a pasar a esa mujer por la cabeza), la tensión por saber y entender lo desconocido, con la ayuda de la medium (bien Geraldine Chaplin - que recuerda claramente a la secuencia de la medium de Poltergeist, y que a los muy puristas no gustará), y como digo, esos fantásticos 20 minutos finales, donde encajan todas las piezas, guiados por la mano del director, y en la que Belén Rueda se desata.
No cabe duda que la Academia ha acertado enviándola como representante de nuestro cine a los Oscars. Es una historia universal, de miedo, de la pérdida de un hijo, mil veces vista, pero contada como se hacía el cine de antes ('Otra vuelta de tuerca' o 'Suspense'): guión, actriz y director. Una fórmula simple, pero difícil de cuadrar. De esas que logra dibujar una sonrisa en tu rostro, de disfrute, cuando sales de la sala, por haber visto buen cine y entretenido. Y eso a día de hoy, es algo que no abunda, y más si hablamos de una producción española. Disfrutémosla ahora, luego el tiempo se encargará de ponerla en el sitio que le corresponda.
En El País | Encerrados en el limbo
Ver 26 comentarios