'El juego del matrimonio' es el título con el que se ha estrenado entre nosotros 'Married Life'. lo ha hecho con sumo retraso, y una vez más digo que es algo a lo que ya estamos lamentablemente acostumbrados. La distribución de películas en este país parece algo con lo que tenemos que darnos por vencidos, y aguantar el chaparrón como buenamente podamos. En esta caso se trata de una película totalmente a contracorriente, siendo su estelar reparto lo único que podría considerarse un buen reclamo para la taquilla, que es lo único que interesa a los señores productores y distribuidores de cualquier parte.
Cuenta 'El juego del matrimonio' las aventuras amorosas de un grupo de personajes. Harry, quien lleva casado muchos años, le confiesa a su mejor amigo, Richard, que ha llegado el momento de separarse de su mujer, ya que ésta sólo le ve como un aparato sexual (!!!). La verdadera razón es que le está siendo infiel con una preciosa jovencita, y no ve la forma de deshacerse de su esposa sin que ésta sufra. Mientras se lo piensa, le pide a su amigo que atienda a su joven amante. Lío montado, y con más de una sorpresa.
'El juego del matrimonio' está dirigida por Ira Sachs, quien se aparta totalmente de las formas de narración modernas. Es su película un film clásico en toda regla, y no sólo porque esté ambientado en los años 40, si no porque su estilo, tanto visual, como narrativo, está dentro de los esquemas de antaño. Sachs afronta su material con total sencillez. A través de su puesta en escena, nada especial pero totalmente efectiva, el director nos lleva a una década en la que las relaciones amorosas y el pensamiento sobre el matrimonio eran bien distintas a las de hoy en día. Hombres apuestos y elegantes, no demasiado nobles en sus actitudes al respecto; y mujeres guapas y con glamour, cuyos movimientos van varios pasos por delante (como siempre) de la de ellos. Inseguridad, sexo, infidelidad, lealtad y miedo a la soledad; ésos son algunos de los puntos que toca la película. Una película que en realidad pertenece a otro tiempo. Su rechazo por gran parte del público, su no-existencia en la cartelera actual es algo totalmente comprensible.
Por supuesto ésta no sería la misma sin el impecable trabajo de todo su elenco de actores y actrices. Chris Cooper es quien lleva prácticamente todo el peso de la función. Un hombre profundamente enamorado de su nuevo amor, aunque incapaz en cierto modo de dejar atrás su vida y empezar de nuevo. El actor expresa a la perfección ser el típico hombre que depende totalmente de las mujeres, sin las cuales no sería absolutamente nadie. A su lado Pierce Brosnan haciendo de alguien que le viene que ni pintado, un experimentado mujeriego que se mete en un lío inesperado por hacerle un favor a su mejor amigo. El actor podía haber acentuado un poco más el carácter irónico de su personaje, mucho más atractivo sobre el papel. Patricia Clarkson y Rachel McAdams dan vida a las mujeres por las que, de una forma u otra, pierden la cabeza Cooper y Brosnan. Una representa la madurez y la experiencia, y la otra la juventud y la belleza. Sin embargo, ambas no parecen muy distintas la una de la otra.
Cuatro actores que se pasean a gusto por la película, la cual presenta distintas situaciones alrededor de la idea del matrimonio. Lo curioso, es que, además de dar la impresión de que poco sucede en el relato, éste nunca termina de profundizar en todo lo que insinúa, sobre todo a través de los personajes. Es como si el director hubiera confiado de más en el trabajo de sus actores, dejándoles a ellos que nos hablen mucho más, con sus gestos, sus expresiones, sus miradas, de lo que lo llega a hacer el guión.
Con todo Ira Sachs filma una maja película, que todos los amantes del cine tranquilo con historia adulta sobre el amor, disfrutarán en su justa medida. Tal vez le hubiera hecho falta un poco más de garra, de pasión, para resultar un excelente film. Pero no está el año como para ponerse quisquilloso. 'El juego del matrimonio' es buen cine, un oasis en medio de tanta modernidad, una pequeña sorpresa que supone tomarse un respiro en medio de toda la vorágine cinematográfica actual.
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