Ayer se estrenaba ‘El inocente’ (‘The Lincoln Lawyer’, 2011), una película de Brad Furman de la que podría llamar la atención el reparto, compuesto por Matthew McConaughey, Marisa Tomei, Ryan Phillippe, William H. Macy, Josh Lucas, John Leguizamo, Margarita Levieva, Frances Fisher, Bryan Cranston y Michael Peña.
Este thriller judicial nos habla de un abogado con métodos poco ortodoxos, que busca sus clientes donde puede y que los atiende al teléfono desde el asiento trasero de su cochazo —el Lincoln del título original—, conducido por un tipo de dudosa calaña, como lo son el resto de los colaboradores y defendidos del protagonista. La suerte de este picapleitos de tres al cuarto parece que podría cambiar cuando una adinerada familia le pide que se encargue de la defensa del joven heredero, un playboy de Beverly Hills. Lo que en apariencia es un caso de libro, que no tendría por qué dar problemas, irá mostrando un cariz cada vez más complicado y llegará a poner en peligro la integridad del abogado.
Furman, un director casi novato —en 2007 rodó ‘The Take’, que fue directa al DVD, y ya prepara su siguiente proyecto: ‘Cry Macho’—, nos lleva a través de la forma de operar del protagonista y de sus conocidos a base de una realización actual y dinámica, que utiliza la cámara en mano y los cortos zooms de recolocación. La banda sonora con canciones bien escogidas nos va introduciendo con mucho ritmo en este mundillo que, ya desde el principio, nos despierta una curiosidad. Personajes peculiares, encarnados con credibilidad por sus actores —nunca McConaughey había estado tan convincente—, completan esta atrayente presentación que predispone con ganas de ver el resto del film, tanto como predispondría a ver una serie basada en estos individuos si estuviésemos ante un capítulo piloto.
Giros y ardides
Lo que más destaca de este film es el guion firmado por John Romano basándose en la novela homónima de Michael Connelly. Nos quejamos de que se escriben casi más adaptaciones que guiones originales, pero si el resultado es superior, entonces habrá que conformarse con ello. Entre los alicientes hallamos unos diálogos con brío y fuerza y buenos personajes.
La base argumental, es decir, el caso judicial que ocupa al protagonista, así como los giros y sorpresas que se van suscitando a medida que avanza la historia están urdidos con genialidad. Este tipo de astucia a la hora de desarrollar un guion o una novela parece que se está apreciando cada vez menos y que, por ese motivo, comienza a desaparecer del cine y mantiene su lugar en televisión. Personalmente, me recreo mucho estos cambios de rumbo de la historia, así como las estratagemas ingeniosas llevadas a cabo por los personajes y considero que su escritura requiere inteligencia por parte de los creadores, por lo que me alegro de que no se haya perdido por completo la posibilidad de disfrutarlos.
Otro de los aportes curiosos es la inclusión de flashbacks narrados desde dos miradas diferentes, en los que se cuenta una mentira y la verdad. No indico con ello que nos encontremos ante una estructura en varios puntos de vista, como la que Kurosawa imprimió a ‘Rashomon’ o la del ‘Hero’ de Zhang Yimou, sino ante una forma diferente de introducir estos recuerdos: por parejas, uno real y otro falso. Hasta no hace demasiado tiempo, se consideraba que un flashback solo podía decir verdad, por ser un recurso que parecía provenir de la objetiva mirada del supuesto narrador —no hablamos de voces en off, sino de perspectiva de la historia—. Hoy en día es habitual insertar retazos del pasado que no se corresponden a la realidad. ‘El inocente’ lo que hace como novedad es aportar las dos versiones.
Conclusión
A pesar de haber pasado un rato sumamente entretenido durante el visionado de ‘El inocente’, no puedo afirmar que me dejase una huella imborrable en la memoria. Por lo tanto, no concluyo que se trate de una obra maestra, ni de la renovación del género ni ninguna otra consideración grandilocuente que pudiese justificar instar ferviente e impacientemente a que os acerquéis al cine. No obstante, creo que sí cabe la tranquila recomendación, con la seguridad de que dejará satisfechos a los amantes del subgénero de juicios, pues se trata de un film más que correcto dentro de sus pretensiones.
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