La primera vez que se habló de una posible nominación al Oscar para Brie Larson fue por su estupenda interpretación en ‘Las vidas de Grace’ (‘Short Term 12’). Finalmente no consiguió colarse entre las cinco aspirantes al premio, pero esa película sí que ayudó a lanzar su carrera a otro nivel. Un par de años después llegó ‘La habitación’ (‘Room’) y con ella no fue solamente nominada, pues acabó ganándolo.
Ahora estrena ‘El castillo de cristal’ (‘The Glass Castle’), en la cual vuelve a colaborar con Destin Daniel Cretton, el realizador de ‘Las vidas de Grace’. Este nuevo largometraje juntos lo tenía todo sobre el papel para convertirse en una de los grandes títulos de 2017 y para colarse en la próxima edición de los Oscar, pero luego no han estado a la altura de las circunstancias. No es una mala película, pero más allá del buen hacer de su reparto no hay nada que destaque especialmente en este irregular melodrama.
Una película desequilibrada
Tanto ‘Las vidas de Grace’ como ‘El castillo de cristal’ se inspiran en la realidad, pero Cretton se basó en experiencias propias para la primera, mientras que el libreto de la segunda se basa en las memorias de Jeannette Walls, el personaje protagonista. Quizá por ello se haya visto más limitado a la hora de abordar la historia, contando para ello con la ayuda de los guionistas Andrew Lanham y Marti Noxon.
Por desgracia, el resultado es bastante desigual al dotar a la película de una estructura episódica que limita nuestra capacidad para sentir empatía hacia lo que sucede en pantalla. Los saltos en el tiempo son constantes para intentar así ilustrar cómo el personaje de Brie Larson se ha convertido en la mujer que es en la actualidad, pero lo que se consigue es que ‘El castillo de cristal’ nunca tenga un ritmo cinematográfico estable.
Se potencian demasiado los momentos aislados por encima del conjunto y eso es algo que va resultando más molesto según pasan los minutos, especialmente cuando se recurre a ello para alterar la dinámica entre los personajes de tal forma que uno no termina de saber cómo asimilarlo -pienso aquí sobre todo en una escena en la habitación de la universidad de la protagonista-.
Es cierto que la película tiene escenas con suficiente fuerza como para contrarrestar parcialmente esto, pero al final acaba cayendo en los mismos errores. Este hecho acaba neutralizando sus posibilidades como melodrama de corte más clásico, algo que Cretton intenta potenciar desde la puesta en escena. Sin embargo, no hay esa fluidez emocional necesaria para lograr la unidad necesaria y al final el interés se limita principalmente al trabajo de sus protagonistas.
Los actores son lo mejor de ‘El castillo de cristal’
No obstante, Larson es la que más sufre por esa falta de continuidad dramática, lo cual no le impide ofrecer un buen trabajo, pero al igual que la película, destaca más de forma aislada que a lo largo de todo su trabajo. De hecho, hay ocasiones en las que funcionan mejor Chandler Head o Ella Anderson, que interpretan al mismo personaje con menos edad, ya que el ecosistema dramático está más controlado, mientras que Larson tiene una serie de altibajos en su actitud que ni siquiera ella termina de sacar adelante con la entereza adecuada.
Eso es algo que no sucede en el caso de un estupendo Woody Harrelson, ya que la actitud de su personaje siempre es una constante, incluso cuando intenta superar sus evidentes problemas con el alcohol. Sí es cierto que su actitud tiene matices más negativos -y que quizá provoque que el personaje de Naomi Watts pase algo más desapercibido-, pero eso no impide que tenga en todo momento ese sabor a realidad que busca Cretton y que apenas consigue de forma intermitente.
Lo curioso es que esta familia disfuncional recuerda hasta cierto punto a la visión ofrecida por la notable ‘Captain Fantastic’, pero la cinta de Matt Ross acertaba al centrarse en todas las particularidades de esa forma de vida, mientras que aquí se presta mucha atención a cómo acabó afectando eso a la protagonista. Es lógico estando basada en sus memorias -aunque quizá habría quedado mejor con ella ejerciendo como narradora, pues no hay rastro del mismo y por momentos parece que el protagonista es en realidad su padre-, pero el relato funciona mejor, pese a no estar exento de debilidades, en todos los flashbacks, resintiéndose siempre que vuelve a la actualidad del personaje.
En definitiva, ‘El castillo de cristal’ es bastante inferior a ‘Las vidas de Grace’, la anterior colaboración de Brie Larson con Destin Daniel Cretton, y lo es porque no sabe unir con acierto su búsqueda de un toque realista similar a la de esa otra cinta con su intento de ser un gran melodrama. Brilla con intermitencia, sobre todo por su reparto -en especial Woody Harrelson-, y al menos no te hace perder el tiempo pese a dejarte con un sabor de boca agridulce.
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