Vamos a jugar para decidir quién es el mejor. Nadie sabrá quién le disparara. Solo uno sobrevivirá. Aquí y ahora.(Park Chang-yi)
No sé si os pasará también a vosotros, pero en mi caso, con tantas películas disponibles (en la cartelera y en mi casa) cuando voy a elegir una, a menudo se da la circunstancia de que puedo sentarme a ver alguna por la que no tenía especial interés (casi siempre porque es un estreno o porque alguien más decide). Así que voy dejando de lado, y en repetidas ocasiones, como si nunca fuera el mejor momento, las que verdaderamente me despiertan mayor curiosidad, hasta que llego incluso a olvidarme de ella. Hace varios días, me encontraba sentado frente al teclado, buscando algo de inspiración, cuando me sorprendió encontrar el DVD de ‘El bueno, el malo y el raro’ (‘Joheunnom, nabbeunnom, isanghannom’) en mi estantería. Lo había comprado en Londres hacía un año (por cierto, con dos discos y a cuatro libras, nada que ver con la raquítica y cara edición española). Desde que vi el tráiler quise ver este remake coreano de ‘El bueno, el feo y el malo’ (‘Il buono, il brutto, il cattivo’, 1966), y decidí que ya era hora de comprobar lo que había hecho Kim Jee-woon con el clásico de Sergio Leone.
La verdad es que sentí una gran alegría durante los primeros minutos, mientras se iba gestando lo que parecía ser un espectacular y divertido western (con cierto aire de dibujos animados), justo lo que había leído en muchos sitios desde que el film se proyectara en el festival de Sitges hace un par de años. Pero la película va avanzando y poco a poco me doy cuenta de que me va importando cada vez menos lo que ocurre, hasta que llega un punto en el que me encuentro totalmente desconectado del relato, mirando la hora y tratando de acomodar mejor a mi dormida acompañante. Hacia el final vuelven a aparecer destellos de buen cine de acción, pero es después de tener que soportar una interminable persecución aburrídisma a lo largo de un desierto, que es imposible segur con atención, y aun con todo, el esperado duelo final no posee la magia ni está tan bien filmado como el de la película de Leone. Quizá por eso no quise verla hasta ahora, quizá olía la decepción.
Llama enseguida la atención que, pese al título, hay poco de ‘El bueno, el feo y el malo’ en ‘El bueno, el malo y el raro’, que en realidad es más bien un homenaje al spaghetti western de Segio Leone, incluyéndose referencias de otras de sus películas. En la secuencia final hay varios detalles reconocibles; la escena en la que “el raro” intenta recoger su sombrero mientras le disparan está sacada de ‘La muerte tenía un precio’ (‘Per qualche dollaro in più’, 1965), el flashback del final recuerda inevitablemente al de Armónica (Charles Bronson) en ‘Hasta que llegó su hora’ (‘C´era una volta il West’, 1968), y hay una escena que finalmente no entró en el montaje definitivo (pero que puede verse en el DVD) en la que uno de los protagonistas se levanta tras el tiroteo, y se quita una placa de acero que llevaba bajo la ropa, como Clint Eastwood en Por un puñado de dólares (‘Per un pugno di dollari’, 1964).
Sin embargo, no piense el lector que Kim Jee-woon se ha limitado a construir un enorme collage, su película tiene alma coreana, es un “kimchi western” en palabras del realizador (el kimchi es un plato picante muy típico de su país), y pese a la situación histórica, es un relato que apuesta por una factura moderna, más cercana a un videoclip actual que al legado del magistral cineasta italiano. El guión de ‘El bueno, el malo y el raro’, escrito por el director junto a Kim Min-suk, nos traslada a Manchuria de los años 30 y nos presenta la alocada búsqueda de un misterioso tesoro al que quieren echar el guante chinos, coreanos y japoneses. De entre todos los implicados destacan tres forajidos muy hábiles y muy diferentes, cada uno con su propia motivación y forma de hacer las cosas; Park Chang-yi (Lee Byung-hun) es un despiadado criminal obsesionado por ser el mejor pistolero, Park Do-won (Jung Woo-sung) es un cazarrecompensas que persigue al primero, y Yoon Tae-goo (Song Kang-ho) es un bandido que solo desea quedarse con el botín.
En un curioso extra del DVD, una divertida reunión del director con los tres protagonistas, Kim dice que una vez que tuvo claro que quería hacer un western, decidió también que debía ser algo grande y espectacular, con los mejores actores en el cartel. Apoyado en el éxito comercial que suelen lograr sus trabajos, el cineasta pudo de disponer de unos diez millones de dólares para hacer realidad su deseado proyecto (el segundo más costoso de su país) además de tres de los actores coreanos más populares del momento. Tras una prolongada y dura producción (no exenta de accidentes, Lee se rompió una pierna tras caer de un caballo antes de iniciar el rodaje, y Jung un brazo durante la filmación de una escena), y proyecciones en festivales como los de Cannes y Sitges, ‘El bueno, el malo y el raro’ se convirtió en la película más taquillera del año 2008 en Corea. Como sabéis, el film no llegó a estrenarse en nuestro país y se lanzó directamente al mercado doméstico el pasado mes de octubre. Supongo que aquí no importan mucho las “pelis de chinos”.
Desde la primera secuencia de acción (el asalto al tren, una situación clásica del género) resulta evidente que Kim Jee-woon ha contado con el dinero que ha querido para montar su gigantesca película. Son más de dos horas repletas de tiroteos, duelos, peleas, explosiones y persecuciones en todo tipo de escenarios (por cierto, estupenda fotografía de Lee Mogae). El gran problema de ‘El bueno, el malo y el raro’ es que el cineasta peca de soberbia y de ambición, y la película se le va de las manos, resultando un relato totalmente descompensado, amorfo, atropellado. El mismo realizador confiesa que su mayor error fue no cortar más el montaje, y tiene toda la razón, parece tan ofuscado rellenando la película con todos los ingredientes posibles, que se olvida del conjunto y le queda una película carente de ritmo, con secuencias que duran demasiado (la batalla en el mercado de los ladrones se hace eterna) y bastantes escenas de las perfectamente se podría haber prescindido (por ejemplo, “el malo” retando a uno de sus secuaces).
Otro fallo importante es que solo interesa uno de los tres protagonistas, y no es una coincidencia que sea el personaje interpretado por el mejor actor. El “bueno” resulta demasiado frío, y Jung Woo-sung será muy guapo (considerando su éxito entre el público femenino) pero es demasiado blando, es de los que posan y reaccionan de forma exagerada; con el “malo” se mejora un poco, pues Lee Byung-hun es un actor sobrado de carisma (tampoco le faltan fans), pero su personaje no está muy elaborado, es un villano de poca monta, un mero asesino desequilibrado que dispara a lo que sea, obsesionado por curar una herida del pasado; el “raro” es el único que mantiene en pie la película, gracias a que protagoniza las situaciones más divertidas y a que lo interpreta el versátil Song Kang-ho, sencillamente uno de los mejores actores del planeta. En definitiva, ‘El bueno, el malo y el raro’ es una exagerada y arrítmica moderna cinta de aventuras que pierde fuerza conforme avanzan los minutos, carente de la atmósfera y la tensión del mejor western.
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