¡Qué saga tan interesante ha resultado ser la franquicia de los simios! Y sin apenas méritos autorales, aunque resulten inestimables las colaboraciones de diversos y cada vez mejores talentos. Para quien no lo sepa, los simios de la original, 'El planeta de los simios' (Planet of the Apes, 1968) tan fallidamente relanzados con una versión de Tim Burton, volvieron en 2011, con 'El origen del Planeta de los Simios' (Rise of the planet of the apes, 2011) dirigida por Rupert Wyatt.
De entre todos los mazacotes de verano, éste ha sido uno de los mejores a varios niveles.: visualmente (habrá post cuando la película esté en formato doméstico), a nivel narrativo y también interpretativo, aunque, todo sea dicho, las mejores actuaciones no sean de los humanos si no de la mezcolanza entre Andy Serkis y el trabajo gigantesco de los animadores de Weta, haciendo aquí de los simios las poderosas razones para ver la película admirado. Comparto opiniones con mi compañero Mikel.
Han pasado años, décadas tal vez, del final de la primera entrega. El virus creado por los humanos en la primera entrega, llamado "gripe simia", ha aniquilado a parte de la humanidad y la sociedad ha desaparecido, quedando grupos de resistencia, marciales. Los simios siguen su vida en los bosques, pero se toparán con los humanos, que necesitan una presa cuando sus propios recursos energéticos escasean. César, el líder de los simios, no quiere violencia. Koba, el segundo al cargo y el mono torturado de la primera parte, irá expresando su deseo de venganza. Entre ambos, un conflicto. Mientras, Malcolm, un científico, intentará negociar con los simios y evitar que Dreyfus declare una guerra que será cruenta y perjudicial para todos.
En esta exitosa segunda entrega de la nueva franquicia de los monetes, asistimos a la crónica de un fracaso anunciado. La paz, falla. Pero también es, ante todo, un emocionante western. Se ha dicho varias veces que hay pocas películas de ciencia ficción pura, y que es un género que suele mezclarse con otros. Y es cierto: la primera película era también una película de fugas carcelarias, con un chimpancé desclasado llamado César aprendiendo a identificarse con su grupo y a dejar de lado su origen humano para abrazar su destino de raza.
Pero esta segunda parte, cuyo guión firman Rick Jaffa y Amanda Silver y también Mark Bomback, toma los códigos narrativos del cine del oeste.: se trata de una historia de frontera. Y una historia de otredad, de conflicto sobre propiedad, de entendimientos y de violencia(s).
En este caso, los humanos. Gary Oldman, Jason Clarke y Keri Russell dan solvencia y profesionalidad pero sus papeles parecen desagradecidos al lado de las verdaderas estrellas de la película. El conflicto entre César, cuya expresividad alcanza cimas inmensas y también la dirección se adapta con elegancia a su carácter de líder, y Koba (¡ya su nombre nos anunciaba su carácter terrible!) es, indudablemente, una fuente de poderío dramático.
El Rey Mono
Puede parecer un tanto obvio, pese a la convincente intensidad, el final de la película.: en cualquier conflicto habrá buenas y malas personas sin que importe el bando. Y puede parecer relativista, ciertamente, pues durante la películas somos seducidos por todas y cada una de sus espléndidas manipulaciones.: los simios quieren la paz, los humanos decepcionan, hay humanos, no obstante, que sí quieren la família, como los simios...
El hilo de emociones surge y resultan pertinentes las preguntas. Pero es una película también compleja en lo esencial.: César sabe cual es su bando. Y aunque acepte las complejidades, en un emocionante final en el que la figura del otro es el humano y se reinventan, como decía, los esquemas propios del western, la guerra es inevitable.
De ahí, me parece, la narrativa circular de la película que se abre y cierra con los ojos de César, primero en la noche y luego en el amanecer al que el título ya hace referencia. Este monarca simio aparece por vez primera en una cacería con un oso. Cree todavía en su destino y el de sus compañeros simios. Tiene un hijo, lo vemos en una secuencia espectacular pero también directa, sin añadiduras. Al final de la película, no obstante, no es el mismo. Ha visto la traición y sabe que no es monopolio de los humanos. Está preparado para la guerra, a sabiendas de que esas contradicciones yacen en lo íntimo de su ser.: fue, y una parte de él lo sabe, criado por humanos.
La dirección de Matt Reeves es elegante y superior a la de Wyatt. En las secuencias de acción, se revela estilista esmerado (la secuencia del tanque, por ejemplo) y componiendo prefiere planos anchos, dejar respirar a los actores. Y quien también se revela una incorporación imprescindible para la saga es Michael Giacchino. Acostumbrados a su talento, este virtuoso surgido, como Reeves, de la colaboración con J.J. Abrams, demuestra aquí su versatilidad sonora, dando un tema central a los simios digno del mejor Jerry Goldsmith. Pero toda comparación sobra, la partitura de Giacchino eleva las escenas y las hace mejores, más creíbles.
Los admiradores de Shakespeare no deberían perderse esta película. Lo digo en serio. En estos simios luchando, hay un conflicto de intereses muy típico de las tragedias del bardo. Y, por supuesto, nada de reproducir su inglés inmenso: lo que tenemos aquí son gestos, miradas, expresiones faciales. Una nueva tragedia digital. Y una historia que no ha dejado de ganar en complejidad, matices, aventura narrativa.
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