Estoy convencido de que todo el mundo tiene un cariño tan especial hacia algunas películas que tiene miedo de volver a verlas por si no están a la altura del recuerdo que se tiene de ellas. De hecho, seguro que no soy el único que estaba tan convencido de que eso podría pasar que ha preferido dejar las cosas estar y recordar con aprecio títulos que tengo mis dudas que mi yo actual fuese a disfrutar como lo hice en el pasado. 'Dos tontos muy tontos' ('Dumb and Dumber', Peter y Bobby Farrelly, 1994) es una de esas películas.
La cuestión es que el humor de los Farrelly cada vez me hacía menos gracia y un revisionado más o menos reciente de 'Algo pasa con Mary' ('There's Something About Mary', 1998) logró que una cinta que llegué a adorar simplemente me entretuviera. Esto también influyó mucho en que no tuviese demasiadas ganas de ver 'Dos tontos todavía más tontos' ('Dumb and Dumber To', 2014), una tardía secuela que difícilmente podría gritar más la palabra innecesario. Así ha sido, y es que lo que me he encontrado ha sido una estupidez sin gracia.
El escaso ingenio de 'Dos tontos todavía más tontos'
Tendría que ser muy ingenuo para esperar que los Farrelly no apostasen por ser fieles al humor que tan bien les funcionó en su momento, ya que está claro que 'Dos tontos todavía más tontos' es una película hecha para conseguir un éxito rápido aprovechándose de la nostalgia del público. La clave está en que eso puede quedar en un segundo plano si el resultado es bueno, pero el primer problema importante es que la película busca desesperadamente reproducir la, por así llamarla, magia de la primera entrega, pero lo hacen de una forma a caballo entre lo forzado y lo poco afortunado.
Como era de esperar, la escatología juega un papel fundamental en la forma que tiene 'Dos tontos todavía más tontos' de entender la comedia y no es un recurso que dé tanto de sí, especialmente si ya exploraste a fondo a los personajes protagonistas en la primera entrega. Aquí hay muchos chistes de culos -no entiendo a qué viene esa especie de obsesión con mostrar el de Harry- y pedos, pero sin que haya alguna preparación por detrás que haga que nos pillen por sorpresa -este tipo de bromas ya sólo suelen hacerme gracia en esos casos- y el ser extremadamente previsible y ramplones en este punto es algo que no podría jugar más en su contra.
Con esto no quiero quitar mérito a la implicación de Jim Carrey y Jeff Daniels, quienes han preferido enfocar su actuación desde el respeto al material y no como una mera forma de ingresar un buen cheque y/o relanzar sus carreras. El problema es que la idiotez de sus personajes ha cambiado y se pasa de la inocencia a una especie de maldad incomprensible -aquí lo que sufren otros por culpa suya es totalmente intencionado en la mayoría de los casos- que hacen que pierda la simpatía hacia ellos y ya no me hagan gracia como consecuencia de ello. Por no decir lo raro que resulta ver hacer el tonto a gente de su edad, pero eso igual son sólo cosas mías.
Innecesaria y cansina
Soy consciente de que se está buscando el gag instantáneo y para ello se sacrifican cosas y también que que el pretexto argumental no deja de ser otra tontería, pero quizá el hecho de que tantas personas hayan metido mano en el guión no haya sido la mejor idea. ¿Más motivos? La algo forzada inclusión de ciertas escenas para fomentar la nostalgia hacia la primera entrega -nada pasaría si el personaje de Billy desapareciera- y sobre todo esa pérdida de normalidad alrededor de dos personajes singulares. Aquí todo es casi tan exagerado como ellos, causando una saturación que hace que prácticamente nada funcione.
No obstante, los Farrelly nunca engañan a nadie y son, como ya he comentado, fieles a su forma de entender la comedia, pero si sumas el hecho de que su tipo de humor ya no me encandila como antaño a la falta de novedades -un cómico tiene que ser realmente bueno o muy afín a tus gustos para seguir haciéndote gracia cuando le tienes pillado el truco- y el hecho de que es muy complicado hacer una buena secuela de una cinta de esas características -por eso tengo en tan alta estima a 'Infiltrados en la Universidad' ('22 Jump Street', Phil Lord y Chris Miller, 2014)-, el resultado no es ya innecesario, sino que incluso se hace cansino al apostar tan abiertamente por ser más una sucesión de chistes que cualquier otra cosa.
Eso sí, tened en cuenta que lo que puede hacer gracia a uno o no es especialmente subjetivo -para que os hagáis una idea, mi favorita de los Farrelly es 'Vaya par de idiotas' ('Kingpin', 1996), un título injustamente menospreciado en su momento porque la gente esperaba otro 'Dos tontos muy tontos' cuando precisamente donde peor funcionaba es en las partes en las que más se parecía a su ópera prima-, pero yo creo que se han excedido queriendo potenciar su estilo y eso se ha llevado por delante todas las posibilidades de que me gustara 'Dos tontos todavía más tontos'.
En definitiva, 'Dos tontos todavía más tontos' es una película que en el mejor de los casos puedo calificar como fallida, ya que su objetivo principal es que nos echemos unas risas y a mí apenas me hicieron algo de gracia un par de gags. Sin embargo, el hecho de que ese tipo de humor cada vez me resulte menos divertido puede haber sido determinante para que me pareciera poco mejor que una pérdida de tiempo, que en la sala donde la vi había gente que sí disfrutó con ella.
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