El estreno del celebrado episodio 3 de ‘The Last of Us’ ha aumentado el movimiento creado por la serie de HBO, pese a que en su hora y cuarto apenas aparece un solo zombie, lo que nos deja espacio para recordar ‘Matango’ una extraña película de terror con hombres hongo, con diseños similares a los infectados con Cordyceps, que se entregaba más de lleno al terror puro, pero que podría ser perfectamente el capítulo cero de la ficción surgida del videojuego.
Cambiemos Jakarta por Tokio y el final podría conectar con lo que nos presenta la ficción de Neil Druckmann. Los responsables de la película son el director y la productora de la primera película de ‘Godzilla’ (1954). Aquí Ishiro Honda se tomó un descanso de su serie de kaiju eiga con un par de películas de ciencia ficción como ‘Kaitei Gunkan’ y ‘Atragon’, para adentrarse en el terror más clásico alejado de monstruos gigantes. Conocida en varios territorios de habla inglesa como ‘Matango: Fungus of Terror’ o ‘Attack of the Mushroom People’, hacían pensar en otro viaje camp con trajes de goma.
Pero ambos títulos no encajan demasiado con una película sorprendentemente seria, mucho más lúgubre y madura de lo que cabría esperar, una que prefigura horrores de nueva carne posteriores, y mutaciones fúngicas no solo parecidas a ‘The Last of Us’ sino a creaciones de Charles Burns, o episodios como ‘Spores’ de ‘The Haunting Hour’ de R.L. Stine. A punto de cumplir 60 años en 2023, su popularidad ha ido creciendo con el tiempo, con nombres del fantástico como Guillermo del Toro declarándose fan.
La historia, escrita por Takeshi Kimura, adapta un texto de 1907 de William Hope Hodgson, ‘La voz en la noche’, que ya había sido adaptada fielmente en 1958 para un episodio de la serie de televisión ’Suspicion’, y parcialmente también 'Fungus Isle' (1928) de Philip M. Fisher Jr. Aquí la trama varía y seguimos al profesor universitario Kenji Murai (Akira Kubo) que está encarcelado en un hospital de Tokio, desde donde relata los hechos que lo llevaron allí, al más puro estilo weird fiction de Lovecraft. Él solo era uno más de un grupo de personas ahora perdido.
Claustrofobia y contagio
El resto de su equipo eran su asistente Senzō Koyama (Kenji Sahara), el escritor Etsurō Yoshida (Hiroshi Tachikawa), la celebridad Masafumi Kasai (Yoshio Tsuchiya), la cantante Mami Sekiguchi (Kumi Mizuno) y la estudiante Akiko Sōma (Miki Yashiro), quienes disfrutan de un viaje en el yate de Kasai cuando una tormenta repentina daña gravemente el barco y los deja varados en una isla aparentemente desierta. Pronto se encuentran con un gran bosque de hongos de colores brillantes y los restos de otro yate, con las velas podridas y el interior cubierto con un hongo misterioso. No muy diferente a lo que pasa en ‘Alien’ o ‘Horizonte Final’.
Comienzan a sospechar que las pruebas nucleares realizadas en una isla cercana podrían haber mutado los hongos locales en enormes setas y, a medida que disminuye su suministro de alimentos, se dan cuenta de que es posible que deban comérselas, siendo Yoshida el primero en intentarlo. Kasai es atacado por un hombre de aspecto horrible y otros comienzan a comportarse de manera extraña cuando comienzan a transformarse en criaturas fúngicas. Una premisa de infección y survival horror que podría ser un precedente de cualquier película de zombies.
De hecho, hay detalles no muy distintos a ‘La noche de los muertos vivientes’, y ese aire de película de ciencia ficción de los 50 anacrónica que se torna más angustiosa y claustrofóbica de la cuenta. La idea de la infección o el contagio de un grupo dentro de un espacio más o menos cerrado recuerda también a ‘Cabin Fever’ (2002), aunque aquí la aparición de los hombres-seta se cuece a fuego muy lento y hay un gran trabajo para aumentar la tensión y transmitir desasosiego al espectador. Primero se vislumbran cosas extrañas detrás de la maleza en los bosques, luego, se dejan ver por huecos de la puerta o ventanas.
Una anomalía del terror de los 60
Los zombis de ‘Matango’ se convierten lentamente y también tienen diferentes estados de infección, como los afectados por cordyceps, pero lo que nos adelanta es un género de personajes de ambos sexos aislados frente a la naturaleza, que podría tomar algunos elementos tempranos de “perversiones” de la narrativa de naufragios como ‘El señor de las moscas’ de William Golding, hasta películas de infección “botánica” similares como ‘Las ruinas’ (2008).
‘Matango’ se salía mucho de lo que solía ofrecer Toho. Era tan diferente, que no fue particularmente popular en Japón e incluso se consideró prohibirla, ya que las desfiguraciones faciales causadas por los hongos recordaban algunas de los terribles efectos en algunos supervivientes de los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Esta asociación atómica no era gratuita, y se puede percibir incluso en el póster original, en el que no es difícil ver a las criaturas como nubes en forma de seta que caminan.
Es también una de las primeras muestras de cine psicodélico, similar al que podríamos encontrar en capítulos de ‘Mothra’ o ‘Godzilla’, como ‘Hedora, la burbuja tóxica’ ya en los 70. ‘Matango’ es una anomalía de la época, sin acabar de salir del todo de la ciencia ficción de monstruos de los 50 ni entrar del todo en la deriva gótica de los 60; una obra excéntrica y, en ocasiones, extrañamente hermosa, con secuencias alucinantes, escenografía muy cuidada y efectos especiales macabros del célebre Eiji Tsuburaya, que convergen en la inspiración de Hogdson con ‘La niebla’ (1980) de John Carpenter, en sus instantes más neblinosos e irreales en el barco.
Distintas interpretaciones y crítica de la liberalización
De hecho, también la española ‘El buque maldito’ (1974) comparte esa atmósfera enrarecida de proa y popa, aunque aquí pesa menos la leyenda y las ideas fantasmales y más el proceso de desintegración de la cohesión del grupo a medida que pasan más tiempo en la isla, condensando un ánimo deprimente, pesimista e inquietante al mismo tiempo. La artificialidad de la jungla, con su agresivo florecimiento de setas, es una imagen particularmente bizarra, y sus mutaciones son diferentes a cualquier cosa vista hasta ese momento, en especial sus extraños ruidos, escalofriantes, particularmente la risa baja y lenta que emiten mientras intentan abrumar a Murai.
Otro de los elementos diferenciales de ‘Matango’ con la obra de Toho es su sustancioso comentario social, no porque las películas de Godzilla no reflejaran los terrores de una era, o acabasen siendo un avatar del espíritu patriótico del país, sino porque en esta es más esquivo y variado, de forma que ha tenido diferentes interpretaciones. Por una parte se consideró una declaración de advertencia sobre la invasión de las drogas que se avecinaba, pero el consumo quizá solo era una parte de la crítica a la cultura japonesa durante la posguerra.
La debilidad moral y la corrupción exhibida por los personajes humanos es un signo de que el film opera al nivel de la metáfora, sobre el milagro económico de Japón y los cambios que experimentó su sociedad como consecuencia. Los náufragos representan distintas figuras que aparecieron bajo la opulencia y el cambio: gente de negocios, de industria, arte, cultura, académicos o comerciantes, todos experimentan las tentaciones de la isla, se acercan al materialismo y el impulso por el consumo, lo que lleva a la destrucción de individualidad.
De la oscuridad a la cultura pop
Se convierten en una masa monstruosa, seres indistinguibles unos de otros. También se interpretó como el efecto de la invasión de la cultura occidental, pero lo cierto es que ninguna hipótesis es demasiado retorcida para excluirla, ni siquiera los ecos a la hipótesis de Gaia posterior. Lo único cierto es que desde la iluminación lisérgica a las visiones coloridas de texturas embriagadoras, Honda desata recursos visuales alucinantes en el tercer acto, vinculando explícitamente los entornos alucinantes de la isla con el surrealismo empapado de neón de Tokio.
Aunque sigue siendo una rareza, ‘Matango’ ha ido ganando popularidad con el paso del tiempo, las ediciones de DVD y Blu-Ray han hecho su acceso fácil y ha visto como directores como Steven Soderbergh hayan declarado su devoción por ella. Algo que recordó en una entrevista con la revista Little White Lies:
“Fue una película que vi cuando era niño y me asustó muchísimo. Quise hacer un remake, pero pese a intentarlo dos veces no pude llegar a un acuerdo con Toho, así que no llegó a nada”.
Muchos han comparado la película con una versión de pesadilla de ‘La isla de Gilligan’, de hecho, hay quien dice que la comedia de situación de CBS podría haber sido inspirada por ella. Sea como sea, no es una obra común en el fantástico nipón de la época y tan solo puede emparentarse con otras rarezas fascinantes de la década como ‘Goke, Bodysnatcher from Hell’ (1968) de Hajime Satô, también sobre un grupo de personas a merced de una amenaza digna de horror cósmico.
El legado micológico
También podíamos ver tramas similares con hongos hostiles en episodios de ‘One Step Beyond’ como ‘The Sacred Mushroom’ (1961); ‘Blake’s 7’ como ‘The Web’ (1978); ‘Welcome Stranger’ (1965) de ‘Lost in Space’, en el que pequeñas formas de vida eucariotas se convierten en monstruos gigantes con tentáculos; ‘The Last Sunset’ (1974) de ‘Space 99’… el hongo nunca ha sido un concepto extraño en la ciencia ficción, aunque las variaciones lovecraftianas de ‘El color que cayó del cielo’ como el episodio ‘La solitaria muerte de Jordi Verrill’ de ‘Creepshow’ (1982) o ‘Aniquilación’ (2018) han usado desarrollos no muy diferentes.
Su legado, poco a poco, ha ido encontrando su sitio en detalles como el periodo de los 80 del cómic ‘La cosa del pantano’, en el que aparecía una entidad llamada Matango, una mente colmena de esporas que infectaba a las personas y las convertía en hongos gigantes que caminaban hasta que finalmente sufrían una muerte horrible, que no dejaba dudas de su inspiración. En el episodio ‘Field Trip’ (1999) de ‘Expediente-X’, Mulder y Scully encontraban esporas que inducían a alucinaciones no diferentes a las de la película, mientras son “consumidos” por el hongo y en ‘Melanie: the Girl with all the Gifts’ hay una convergencia en inspiración con ‘TLOU’.
Películas actuales como ‘Gaia’ (2021) o ‘Spores’ (2021) siguen la tendencia, y, teniendo en cuenta que ‘Matango’ apareció antes de los muertos vivientes de George A. Romero, ‘The Walking Dead’ o incluso ‘Troll 2’, en la que comer una planta te convertía en vegetal, su aportación de hombres-seta sigue siendo única, pese a que haya encontrado su traducción al siglo XXI en una serie como ‘The Last of Us’, que convierte la infección por esporas, o hifas, en un nueva mitología en la que el precedente directo está tanto en el cine zombie como esta pequeña joya oculta de los sesenta.
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