La desconocida adaptación de 'El misterio de Salem's Lot' mucho más fiel a Stephen King que la película de Max. Cumple 20 años y tiene un reparto de lujo

La desconocida adaptación de 'El misterio de Salem's Lot' mucho más fiel a Stephen King que la película de Max. Cumple 20 años y tiene un reparto de lujo

Este clásico del terror ha inspirado varias series y películas y algunas como esta son estupendas

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La nueva versión cinematográfica de ‘El misterio de Salem's Lot’ estaba prevista para estrenarse en 2022 y, tras una penosa penitencia de fusiones y malas decisiones corporativas, ya está disponible en Max el 3 de octubre, siendo la primera vez que se ha intentado trasladar para una pantalla de cine la novela de Stephen King, aunque al final también haya acabado proyectada en un electrodoméstico, como el resto de adaptaciones, que empezaron con la miniserie del director Tobe Hooper de 1979, aunque de aquella al menos también se estrenó en salas una copia condensada, con el título en España de ‘Phantasma II’.

Luego hubo una secuela, oficial al menos por derechos, que dirigió Larry Cohen bajo el título de ‘Regreso a Salem's Lot’ (1987) que tenía poco que ver con la novela de Stephen King o con la miniserie, aparte de presentar un pueblo lleno de vampiros. Sin embargo, hubo una adaptación en el medio, que acaba de cumplir 20 años, una miniserie de dos episodios de cuatro horas estrenada en 2004 que sigue más de cerca el libro, como gran parte de una oleada de “remakes” televisivos como ‘El resplandor’ (1997), o ‘Los chicos del maíz’ (2009) y otras muchas que seguían el texto más escrupulosamente. Puede encontrarse en streaming de alquiler.

Muchas de ellas solían intercambiar la calidad cinematográfica por una rutinaria puesta en escena televisiva, y aunque a ojos de muchos esto podría cumplirse aquí, esta miniserie particular tenía unos valores de producción bastante por encima de lo que se veía en su día, con una ambición similar a la que pudo tener ‘It’ (1990) la década anterior. Aunque la mayor parte del crédito se debe al trabajo del guionista Peter Filardi, quien ya había escrito películas de género como ‘Línea mortal’ (1990), ‘Jóvenes y brujas’ (1996) o la modesta ‘Ricky 6’ (2000), sobre un caso de satanic panic especialmente relevante.

Lo más sorprendente es que Filardi luego creó la espectacular ‘Chapelwaite’ (2021), la adaptación en forma de miniserie del relato precuela de Stephen King ‘Jerusalem’s Lot’, la cual era en sí misma casi una adaptación de la novela, emparentando así estas dos obras por su autor, quien definitivamente sabe cómo insuflar el espíritu del texto en ambas. Esta ‘Salem’s Lot’ se rodó en Australia, localización bastante alejada de Maine, pero no significó un problema para absorber el espíritu rural del texto como si estuviera a dos metros de Portland.

Una adaptación modélica

Si en el reparto de 1979 teníamos a un gran James Mason como Straker, aquí gozamos de la presencia maléfica de Donald Sutherland, que cambia la amenaza seca del primero por una burlona versión corrupta, con una perversidad palpable que le coloca como un esbirro dependiente al estilo ‘Noche de Miedo’. Por otra parte, si el Ben Mears de David Soul era un tanto genérico, a pesar del aspecto de ídolo de carpeta de Rob Lowe es mucho mejor Ben Mears que aquel, aunque el gran cambio se da en el villano Barlow, un Rutger Hauer retomando su jefe vampiro de ‘Buffy la cazavampiros’ (1992), que resulta tan diabólico como en la novela. No tiene el maquillaje de nosferatu, pero su sonrisa y brillo en los ojos da verdaderos escalofríos.

La estructura es esencialmente la misma que la del libro, con algunos diálogos sacados directamente del texto, incluyendo una extensa introducción narrada por Mears, que si bien ya no es viudo, sino un veterano de la Guerra del Golfo atormentado por sus experiencias, se acerca más al espíritu del texto aunque escriba no ficción política en lugar de novelas. El trauma de su infancia en la casa Marsten se amplifica y se expande, relatando con flashbacks cómo entra en la casa abandonada por una apuesta y tiene una visión aterradora del difunto Hubie Marsten.

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Entra en la casa el mismo día en que Marsten se suicida y mata a su mujer, siendo testigo y acaba sintiéndose responsable de la muerte de un niño quesupuestamente Marsten secuestró y dejó morir en la bañera, haciendo énfasis en las heridas del pasado concibiéndolo como un misterio que tendrá su solución al final, pero incluyendo un peso en el carácter embrujado del espacio y los recuerdos que a ratos recuerda a ‘House’ (1985) o ‘A final de la escalera’ (1980). Otro detalle interesante de esta versión es la relación de algunos habitantes con Marsten, dejando entrever orgías, rituales y perversiones, y una interesante “llamada” a Barlow a través de cartas, que se cumplen medio siglo después.

Una gran producción televisiva para la época

El mayor problema de esta versión son los efectos heredados de ‘Blade II’ en los que los vampiros se deshacen cuando se les clava una estaca y algunas iluminaciones y colmillos digitales que no pasan bien el examen de las décadas, y sobre todo contrastan porque hay mucho énfasis en el terror psicológico y los momentos buscando espectáculo van a contrapelo. Al mismo tiempo, el cuidado en la escritura y caracterización de los personajes hacen que esos detalles se perdonen, ya que Filardi canaliza muy bien el espíritu de King.

Su texto recoge y representa muy bien la idea de la oscuridad bajo la fachada mansa de los pueblos que Stephen King amplió en otras de sus novelas, tanto que que a veces recoge mejor ideas de ‘It’ que las propias adaptaciones y esto se encarna en personajes como Larry Crockett y Sandy MacDougall, que adquieren un cariz más mezquino. Por otra parte, también se permite algunas variaciones interesantes, como la cruel muerte de Ralphie Glick, raptado por una figura en el bosque y empujado a un agujero de pesca en el hielo donde agoniza y se ahoga. También otra en la que Mears es acosado desde una celda del calabozo por Todd MacDonald, sacando sus traumas y colándose por conducto de ventilación para ir a por él como el Tooms de ‘Expediente X’.

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Pero su fuerte es tratar de captar el carácter del pueblo, invirtiendo 70 minutos antes de que veamos a un vampiro e implementando el aspecto de los miedos infantiles del protagonista y dando fuerza a la idea del regreso para enfrentarse a ellos, impregnando a la miniserie de una fuerza metafórica ausente en la de 1979. Pese a su anticuado viraje a rojo, el flashback en el que el joven Ben se cuela en la casa Marsten y ve la muerte del matrimonio dota de una dimensión maléfica a la casa que ayuda a entender por qué atrae al mal.

Un collage poético de vidas cotidianas tocadas por el mal

La atención a los distintos arquetipos de Salem’s Lot crea microhistorias que se emparentan con la visión rupturista de Peyton Place que inspiró la obra original, pero también Twin Peaks, por lo que vemos al cojo del pueblo enamorado de la hija del terrateniente, una joven ama de casa matratada que busca estafar al médico, un veterano de Vietnam que conduce el autobús escolar con disciplina militar o la confirmación de Matt Burke como un homosexual solitario. La llegada de los vampiros se mira como una ruptura, el cambio, la tentación o la tragedia que remueve todas esas vidas.

Dado que la película de Gary Dauberman vuelve a los 70, esta versión permanece como la única que realmente actualiza la historia, incluso con pequeños detalles como la descripción de Mark Petrie, un rebelde más cercano al John Connor de ‘Terminator 2’ que en vez de coleccionar muñecos de Frankenstein y Drácula, tiene cenobitas de la serie ‘Tortured Souls’ de Clive Barker, en una forma de separar el mito representado por el viejo cine de terror y cómo ha sido sustituido por otros iconos, lo que hace que su “regreso” sea también la vuelta de algo más ancestral.

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Lo cierto es que la ‘Salem’s Lot’ de los 2000 es un producto muy de su época, donde el estilo más frenético de Mikael Salomon encaja mejor en su Norteamérica post 11-S, con zooms, cortes de choque, voces en off y a veces cierto exceso de energía, pero que funciona en la representación de los vampiros, que a menudo revolotean y se escabullen, con la novedad de la aparición de varios en manada, algo que resulta bastante inquietante, especialmente la escena del autobús escolar, que estaba en la novela y sigue la tradición de momentos similares como en ‘La orgía nocturna de los vampiros’ (1973) y la secuela de Cohen de los 80, que rescató ese pasaje del texto.

Un clímax más potente que la original

Hay buenos momentos de terror, como la aparición del perro sacrificado, las que tienen lugar en el vertedero del pueblo, la aparición de Ralphie en el hospital, que hace las veces de la pobre nueva versión de la visita en la ventana, y otras siniestras escenas como Danny chupando sangre de su madre dormida, una melancólica y oscura boda vampírica y el montaje final, que por fin da la sensación de que los no muertos se han apoderado del pueblo. Otra representación con abuso de CGI es la Susan de Samantha Mathis, que sin embargo logra dar miedo por su representación seductora y peligrosa a partes iguales.

Otra gran incorporación es el padre Callahan borrachín, interpretado por el gran James Cromwell, con un arco argumental de más peso que encandilará a los fans de ‘La torre oscura’ y comienza con su encuentro con Barlow en la icónica escena de la cocina. Aunque ahora no tiene a ese villano monstruoso demuestra que la representación de Hauer funciona, no solo por su plasmación de la maldad, sino por su comportamiento de vampiro al estilo de un poseído reptante por los techos. La escena en la que Marjorie Glick se levanta de la mesa de la morgue empieza muy bien pero se estropea con una “disolución” digital imposible de competir con la de 1979.

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Pero en general el balance es bueno, especialmente con la nueva reinvención del prólogo y el epílogo con Mears persiguiendo vampiros en Nueva York y una coda oscura rematada por una gran versión punk de ‘Paint It, Black’, aunque los elementos más atractivos para el fan de la novela serán esa reunión vampírica final con el fondo en llamas o los créditos en blanco y negro, con Salem’s Lot convertido en un pueblo fantasma. Con sus elementos envejecidos, para una obra de televisión era un gran salto, y aunque ahora hemos superado la tele de prestigio con presupuestos millonarios, esta se diferencia por el mimo a los textos, lo que la convierte en una de las mejores miniseries basadas en la obra de Stephen King.

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