‘Deadpool’ fue un soplo de aire fresco para el cine de superhéroes, algo que el público recompensó convirtiéndola en la película calificada R más taquillera de la historia mundialmente -en Estados Unidos tuvo que conformarse con la segunda posición al no lograr desbancar a ‘La pasión de Cristo’ (‘The Passion of the Christ’)-. Todo un logro fundamentado en el empeño de Ryan Reynolds de adaptar el personaje como realmente se merecía.
Como es lógico, Fox no tardó en dar luz verde a una secuela que perdió a Tim Miller, director de la primera entrega, por desavenencias creativas con Reynolds, quien en ‘Deadpool 2’ también se convierte en uno de los guionistas. El resultado es un simpático pasatiempo que no funciona igual de bien que su predecesora, algo que no le impide regalarnos algunos momentos muy divertidos.
Es lo que estábamos esperando... a veces
El sentido del humor tan característico del personaje definía hasta tal punto a ‘Deadpool’ que en ciertos momentos casi era más un aluvión de gags más o menos acertados en función de la forma de entender la comedia de cada espectador. En la secuela se mantiene esa naturaleza deslenguada, pero el guion apuesta por dar también un arco dramático al mercenario bocazas interpretado por Reynolds que no termina de encajar demasiado bien con esa sobredosis de chistes y réplicas ingeniosas.
De hecho, el principal problema es que ‘Deadpool 2’ acaba convirtiéndose también un poco en el tipo de película de la que el protagonista se mofaría sin piedad. Hay algún detalle aquí y allá que encaja con la naturaleza autoconsciente del personaje que vimos en la primera entrega, pero a la hora de la verdad se rebaja el elemento cómico en beneficio de una especie de historia de redención personal que encaja con la idea de hacer más próximo al personaje a todo tipo de público.
Es una decisión extraña por parte de Reynolds, quien perfectamente podemos decir que asume el control creativo de la película, al simultanearlo con generosas dosis de violencia -aquí de verdad se mata a la gente e incluso se cortan cabezas-, algún detalle sexual -no seré yo el que os cuente el qué- y multitud de bromas que mantienen su orientación hacia el público adulto. Por ahí ‘Deadpool 2’ responde bien a las expectativas, pero el cóctel ideado no termina de cuadrar del todo.
Esto es algo que se percibe durante los primeros minutos, pues antes incluso de la aparición de los títulos de crédito iniciales ya sabemos que el tono va a tener que cambiar en cierta medida por la nueva situación en la que se encuentra el protagonista. Por el camino nos regala escenas tronchantes -ojo a su visión a la mansión de los X-Men o la forma que tiene la película de lidiar con la X Force-, pero de forma constante reaparece esa sensación de incomodidad.
'Deadpool 2' mezcla mucho humor y algo de drama de forma irregular
Y es que ‘Deadpool 2’ no termina de saber manejar con fortuna una mayor presencia en el relato. Es cierto que en la primera entrega eso estaba ahí con la rivalidad del protagonista con el personaje interpretado por Ed Skrein, pero se abordaba de una forma más génerica y diluida por la avalancha cómica. Aquí eso gana presencia e incluso afecta a la propia forma de reaccionar de Deadpool ante ciertas situaciones.
Es verdad que la película vuelve de forma constante a la comedia para intentar rebajarlo y no alejarse del público que aplaudió la primera entrega, pero por ahí también surgen ciertos síntomas de agotamiento. Lo que en ‘Deadpool’ era una novedad ha pasado aquí a ser algo que esperábamos, y eso provoca que unas cuantas bromas simplemente no funcionen. Encajan con el personaje y tampoco puedo decir que sean peores que otra con las que sí me reí en la primera, pero es lo que sucede.
Además, los recién llegados a la saga funcionan pero no enamoran. Quizá se esperaba mucho de lo que podrían aportar Cable (Josh Brolin) y Domino (Zazie Beetz) y a la hora de la verdad no puedo decir nada malo de ellos, simplemente que se me queda corto lo que vemos de ellos en ‘Deadpool 2’. Imagino que habrá oportunidad de solucionarlo en ‘X Force’, ya que ese pequeño desencanto no quita que esté deseando volver a verles con más margen para definir a sus personajes.
Otro detalle importante para remarcar la inferioridad respecto a la primera entrega lo encontramos en David Leitch, ya que el co-director de ‘John Wick’ no termina de dar con ese toque de frescura que sí dio Tim Miller a la primera. La acción está ahí, pero reaparece esa sensación de ligera rutina que también afectaba a algunas bromas. No hay tampoco ningún gran momento de lucimiento que te deje con la boca abierta. Es funcional.
Más allá de eso tenemos a un Reynolds que simplemente ha nacido para interpretar este personaje. Hasta hace no mucho creía que debería haberse centrado más en su carrera dentro de la comedia romántica -no me cansaré de reivindicar ‘Definitivamente, quizás’ (‘Definitely, Maybe’)-, pero como héroe de acción peculiar y deslenguado lo borda. Y no duda tampoco en reírse de sí mismo como hace de los demás cuando la ocasión lo requiere.
En definitiva, ‘Deadpool 2’ es un paso atrás respecto a la primera entrega, pero sus virtudes siguen destacando lo suficiente como para que podamos pasar un buen rato con ella y sigamos con ganas de más. Eso sí, lo mejor de toda la película es su hilarante escena post-créditos, ni de lejos la más importante en lo referente a lo que aportar al universo del que forma parte pero sí la más divertida que llego a recordar.
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