El 9 de diciembre se estrena en cines españoles ‘Cuerpo abierto’ (O corpo aberto), una nueva película de terror español dirigida por Ángeles Huerta y protagonizada por Tamar Novas, María Vázquez y Victória Guerra. Escrita por la propia directora junto a Daniel D. García, se basa en un relato del escritor Xosé Luis Méndez Ferrín, uno de los grandes autores de la literatura gallega contemporánea, cuyo texto ‘Lobosandaus’ da aquí pie a un relato gótico con elementos folk horror.
El subgénero, que ha vivido un revival a partir de ‘Midsommar’, se convierte aquí en un elemento más de fondo, conectando la tradición pagana celtíbera con las raíces rurales de la comunidad, una relación que no ha sido nunca ajena al cine español, y ya en la adaptación de Valle-Inclán ‘Flor de santidad’ (1973) había momentos dignos de ‘The Wicker Man’ sin influencia ninguna de la película británica coetánea, y tampoco coge de sorpresa en estos años tras la miniserie ‘Néboa’, más enfocada al thriller criminal.
‘Cuerpo Abierto’ transcurre en 1909, con el relato en primera persona, con una voz en off que nos transporta a una época del cine fantástico difusa, de Miguel, un joven profesor destinado a Lobosandaus, un pequeño pueblo de montaña una localidad de la "raia seca", en la frontera entre España y Portugal, una aldea inhóspita y de tradiciones ancestrales. Nada más llegar percibe cómo el misterio y la superstición conviven con naturalidad en la vida cotidiana de la población.
Vuelta al gótico epistolar
Siguiendo la tradición del 'Sleepy Hollow' literario, su protagonista es un hombre de ciencia que se enfrenta desde el racionalismo a la creencia común local de que el espíritu de los muertos puede manifestarse y permanecer entre ellos al habitar otros cuerpos. Conforme se acerca el invierno, Miguel siente cómo la oscuridad se apodera de todo a su alrededor, al tiempo que crece su fascinación por la enigmática Dorinda y empieza a liberar sus deseos más oscuros.
Pero la extraña muerte de un vecino del pueblo le lleva a cuestionar sus convicciones y los límites, las "raias", o líneas que separan el mundo real y el de la muerte, que inteligentemente Huerta expande desde los pasajes del relato original para llevarlo hasta el discurso actual de la identidad de género, aunque de forma siempre sugerente, donde el miedo de la mayoría de los personajes se encarna en algo que les repele, una relación queer prohibida que genera repulsión y un interesante juego dual con el miedo a lo fantástico.
La película entra de lleno en la tendencia de terror gallego reciente, con ejemplos como ‘Jacinto’, ’13 exorcismos’, y el thriller con ribetes de puro spanish gothic ‘As Bestas’ y no solo porque se rodó en la región del Xurés-Gêres, y la provincia de Ourense, sino porque toca aspectos de su acervo con profundidad, con detalles muy documentados, como el uso puntual del castellano con el cura del pueblo, como por el fondo, tratando la idea de la muerte y el sexo de forma epidérmica y realmente presente en el día a día de su cultura.
Terror en texturas, silencios y sonidos
Los misterios de los montes, el ambiente húmedo, la niebla y las tradiciones, de la matanza a los bailes de los mayos, todo está presente y se conjuga de forma fascinante en detalles como la idea de que un niño puede enfermar por “coger un aire de muerto”, las estampas tétricas/trágicas como las fotos post-mortem o los ahorcados en los árboles. Todo refleja un horror telúrico y no tangible, muy en común con la idea folk británica, tan bien reflejada en los episodios fantasmales de ‘Ghost Stories for Christmas’.
La película de Huerta no tiene sustos, apariciones o espectros, y condensa su tendencia a lo sobrenatural a través del montaje o la banda sonora de la artista gallega Mercedes Peón, oscura, desasosegante, que a veces acompaña primeros planos llenos de simbolismo que nunca se explica, los primerísimos planos a los ojos, las gargantas, las abejas como tema recurrente relacionado con un oscuro rito fúnebre de la zona, que no se explica, todo se va descomponiendo en un estado mental opresivo, hasta un final que conecta incluso con relatos de ‘Historias de la cripta’, que nos confirma a un narrador no fiable y cierra el círculo en su conveniente uso de la narración epistolar.
‘Cuerpo abierto’ es probablemente el opuesto al cine de terror más ruidoso o excesivo, serpentea por los elementos de género reconocibles de la posesión o la transmigración de almas, pero entiende sus raíces literarias autóctonas y el diálogo de estas con el fantástico, más relacionado con la posibilidad de que algo ocurra, al estilo del género en los años 40, que con la explosión post J-Horror en la que vivimos inmersos, y sin embargo, no utiliza, como algunos autores indie actuales, coartadas de drama, de romance o de postureo para evitar ser un cuento clásico de terror en su esencia más simple, sino que abraza su esencia gótica, puede que anticuada para algunos, pero también atemporal y llena de texturas, un pequeño oasis de los que pocas veces se encuentran.
Ver 1 comentarios